Profesionalismo y activismo profesional en salud mental



Estimadas y estimados estudiantes: 

Esta quincena tenemos como docente invitado a Sebastián Prieto, Psiquiatra, miembro fundador de SOSAMCHI (Sociedad de Salud Mental Comunitaria de Chile).

El trabajo a realizar sobre Profesionalismo y activismo profesional en salud mental está concebido en la siguiente secuencia:

(i) Vean primero la clase grabada, cada diapositiva viene con un audio que explica los elementos expuestos. La clase está pensada como una introducción al resto de las actividades, por lo que es recomendable que partan con ella.  

Entre a la clase grabada, por AQUÍ. Para poder verla sin problemas es necesario que la bajen a su computador . El link los lleva a Drive. En la barra horizontal superior aparece ARCHIVO, al abrir esta opción entre las que se despliegan verticalmente está DESCARGAR. Al descargarla  pueden abrirla como cualquier power point.

(ii) Luego deben revisar los textos adjuntos, tal como se explica en la penúltima diapositiva de la presentación, y

     LOBO ORTIZ, Alberto; HUERTAS, Rafael(coords.) Críticas y alternativas en psiquiatría, Capítulo 4. Los Libros de la Catarata, 2018. 192, pp. [978-84-9097-522-0]

     Priebe S. (2015). The political mission of psychiatry. World psychiatry : official journal of the World Psychiatric Association (WPA), 14(1), 1–2. https://doi.org/10.1002/wps.20172

    Revisar madinamérica.com, al menos la respuesta de Whitaker a Insel las posteriores cartas entre Withaker y Phelps,

     Manifiesto de la Salud Mental Comunitaria, SOSAMCHI y Declaración SOSAMCHI enviada (Rehabilitar y Rehabitar).

Además se adjuntas 2 textos que pueden resultar imprescindibles para la práctica, aunque no se revisarán detalladamente: Epistemologías del Sur y Resumen de Informe del Comité de Prevención de la Tortura

(iii)  Sus comentarios en el Blog deben ser realizados hasta la medianoche del sábado 28 de mayo.

(iv)  Finalmente cerramos con el taller sincrónico, espacio planificado como diálogo abierto. Esto el lunes 30 a las 18:30 hrs.

Comentarios

  1. “La medicina es ciencia social, y la política no es otra cosa que medicina en gran escala”. Potente frase de Virchow que nos refiere que la “acción política entra dentro del campo de la medicina y las reformas sociales dentro del interés y obligaciones de la profesión de la medicina”.
    Como es conocido, factores como las condiciones adversas en la infancia, experimentar guerras, persecución y torturas, además de aislamiento social y sobre todo desigualdad social, son factores que contribuyen a una salud mental deficiente.
    Nosotros como personal sanitario no podemos quedar al margen ni mantenernos neutrales al respecto. Como refiere Labonté “pocos avances sociales importantes en materia de salud pública se han logrado sin que el personal sanitario tomara riesgos políticos” Como trabajadores de la salud debemos ser activistas sociales, lejos del “activismo de sillón” que como menciona Vicente Ibañez, no es la solución, sin negar su modesta contribución que es la difusión.
    Personalmente nunca me cuestioné el activismo en salud mental, pero he visto que es necesario y que es el paso fundamental para lograr mejoras. Stefan Priebe concluye “tal abstinencia de la participación política ha sido un error importante, tanto para las personas con trastornos mentales como para los especialistas en las disciplinas psiquiátricas”
    Es así como podemos ver que ciertos activismos de ciertos grupos – TDAH, autismo, TAB, TOC – han dado frutos en dar a conocer su existencia y en lograr mejoras para su abordaje.
    De este modo, resultan inspiradores los valores del Manifiesto por la Salud Mental en la Comunidad de la Sociedad de Salud Mental Comunitaria de Chile donde se entiende la salud “como el máximo desarrollo del potencial del sujeto”.
    Para concluir destaco y me quedo con la declaración de Tellez: “No lograremos mejora alguna si la finalidad última no es un cambio en los esquemas sociales, es decir, una revolución social que suprima las causas de la injusticia social y que esté encaminada a construir un mundo mejor donde las relaciones entre las personas no se basen en la competitividad y los privilegios, sino en la solidaridad y el apoyo mutuo”

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  2. Para una persona como yo, que le interesa la política, pero al mismo tiempo rehúye de ella, resulta interesante aprender sobre la intrínseca relación entre la salud mental y el activismo político.

    Como explica, Ortiz y Huertas, “si las desigualdades y condicionantes sociales se relacionan directamente con la aparición de problemas de salud de toda índole” y evidentemente mas en salud mental, y es por esto mismo que suele ser tan difícil generar intervenciones de prevención en salud mental, por que la intervención debe generar cambios en la sociedad, y eso sin cierto grado de activismo político es poco probable de conseguir. mas fuerza toma esta idea según palabras de Labonté “pocos avances sociales importantes en materia de salud publica se han logrado sin que el personal sanitario tomara riesgos políticos”.

    Quisiera creer que el deber luchar por derechos debiese ser cosa del pasado, que en una sociedad democrática bastaría con informar a las autoridades correspondientes y que las personas idóneas en los cargos idóneos intenten tomar las mejores decisiones con los recursos disponibles… pero se que es ridículo creer que el mundo funciona así. Al mismo tiempo el concepto de luchar por la atención para conseguir cambios no solo es un combate contra el conflicto mismo y las autoridades, también es una batalla por la primera plana con otros grupos que también buscan imponer en la agenda las necesidades que plantean, y entrar en el tema valórico de que prioridades son más importantes que otras son a lo menos complejo. Suelo ver a muchas personas que están convencidos de tener la razón, y por lo mismo, el ímpetu para luchar, y me cuesta entender como se puede estar convencido de estar en lo correcto y que sus demandas son prioritarias pese a la gran cantidad de variables evidentes y no tan evidentes, sin ser un poco narciso.

    Usualmente es más fácil para las autoridades y los grupos que buscan impulsar un movimiento, cuando ocurre una crisis, una catástrofe de proporciones cuantitativas o por sus cualidades de impactar en la sociedad. pero esa forma de priorizar se aleja radicalmente de la prevención de problemas y obedece más a políticas a corto plazo para recoger los créditos políticos. Un caso que me tocó vivir fue la construcción del CESFAM de Dichato, donde yo trabaje, que antes era una posta rural. El terremoto del 2010 centro la atención en Dichato, y eso logro que esta comunidad, con necesidades validas como cualquier otra, pudiera imponer su agenda con éxito, recibiendo beneficios de todo tipo, incluido la construcción de un CESFAM, promesa política a la comunidad para apoyar la reconstrucción de la comunidad e intentar recuperar y la salud, sobre todo mental, perdida en la catástrofe ¿Alguien pudiera negar que esta obra no es un gran aporte a la comunidad?, probablemente nadie, pero ¿realmente Dichato necesitaba un CESFAM más que otras comunidades que no tenían la misma visibilidad?, eso es otro tema.

    Dicho todo lo anterior, mis pensamientos suelen estar en conflicto entre como colaborar en los cambios que la sociedad necesita y los medios disponibles para lograrlo, y pese a que no es de mi agrado, solo el activismo político activo pareciera ser la solución.

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  3. Como menciona en su exposición el Dr. Prieto, el Profesionalismo y activismo en el profesional de salud mental, es un elemento clave para garantizar un proceso de salud humano, creíble y basado en el respeto.

    Al pensar en un proceso centrado en los derechos básicos, la dignidad humana cobra un papel principal y este debiese ser el motor de nuestro quehacer como psiquiatras.

    Dentro del manifiesto de la Sociedad Chilena de Salud mental comunitaria, se explicitan otros valores y principios fundamentales como lo son el ejercicio de los derechos, la libertad, la transversalidad, la pertenencia cultural, la participación ciudadana y la fraternidad.

    Todo esto no es solo una enumeración, si no que debe ser llevado a la práctica de formas simples, como conocer a la población bajo tratamiento, incluyendo a las agrupaciones en la toma de decisiones, fomentar el trabajo en terreno, que enriquece la visión integral de nuestros usuarios. Otro aspecto fundamental es nuestro rol político, no de partidos, sino de incidir en que las políticas públicas que se implementen beneficien a nuestra población, sus condiciones de vida, el acceso a la salud y a una infancia sana.

    Dentro del profesionalismo, he visto ejemplos como los de la creación de los Centro Diurnos de demencia, en donde la comuna donde trabajaba se adjudicó ser unos de los primeros centros a nivel nacional, generando muchos beneficios a la población y en gran parte esto se debió al compromiso que mostraron los funcionarios de salud mental, en sacar adelante algo nuevo. Lamentablemente hemos presenciado como diferencias políticas o de financiamiento han llevado a que el Plan nacional de demencias, no haya avanzado como quisiera.

    Cierro este comentario, replicando la pregunta que nos hace Priebe, ¿Qué credibilidad y qué relevancia social tenemos como profesionistas, si difundimos evidencia en revistas científicas, pero no nos preocupamos por la acción política necesaria para implementarla?.

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  4. A propósito los conceptos que se revisan en esta quincena sobre activismo, creo que es interesante revisar el concepto de neutralidad como técnica. Por muchos años, ante la irrupción del psicoanálisis, la neutralidad inundó la psiquiatría como una necesidad de la relación terapéutica, un bien estipulado cabalmente en el contrato, que debe ser protegido a toda costa, salvo contadas excepciones. Esta posición, que bebe del paternalismo de su época, extirpa la espontaneidad, y transforma la interacción en transacción, que hoy nos parece inverosímil. Esta actitud no sólo deriva de este enfoque, también tiene su paralelo en la cosificación del modelo biomédico, que disecta la psiquis del paciente en dominios de abordaje clínico, retirandolo de su contexto, valorado como objeto de estudio independiente a un ser humano. Es con estos antecedentes técnicos, que la psiquiatría se enfrenta a la realidad de su ineficiencia, pidiendo a atenciones individualizadas cambiar realidades globales, haciendo su trabajo, pero de muy mala gana.

    El rol del activismo cae de esta forma ante una contradicción teórica, pues rompe la neutralidad y el método científico, cambiando el objeto de estudio individual por el colectivo. Las dudas que se plantean como resistencias a esta manera de ver la psiquiatría no se hacen esperar. El politizar ambientes netamente clínicos, produciría una pérdida de la objetividad, en desmedro del outcome clínico. Abandonar nuestra ubicación de privilegio, nos acercaría a un terreno en el cual no tenemos el respaldo de la teoría para desenvolvernos a gusto, nos hace perder un poco de poder al enfrentarnos de frente a la futilidad de nuestro trabajo clínico. A raíz de esto, como se refiere Priebe, la posición de abstinencia de opinión política se impone en el ámbito médico, como algo deseable, versus la supuesta poca profesionalidad del activismo activo.

    Destaca en este mismo texto, el peso de los factores de riesgo adversos en ascenso. Nuestro medio se complejiza con el tiempo, y el posible impacto de la pandemia y la crisis económica que la sigue, hace pensar que el factor ambiente se volverá más hostil. El desarrollo de políticas públicas es clave, pero el enfoque de la psiquiatría esta estancado en generar mejores perfiles diagnósticos y más acertados manejos farmacológicos. La presión del medio es notoria, y algunos activistas llaman a la necesidad de tomar riesgos, pero las críticas a la hegemonía médica son tachadas de antipsiquiatría en nuestro medio, sin valorar los aportes reales que esta corriente trajo a la mesa.

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    1. Paralelamente, el rol de la industria y del estado en institucionalizar espacios colectivos, arrebatandoles su natural orgánica resulta en una ficción de espacios de sublevación controlados por los medios. El apoyo de las farmacéuticas parece una relación feudalista más que una cooperación real, con estudios y financiamiento de movimientos con el fin de cultivar mayores rentas. La concientización y la visibilización como negocio deben ser vistas con ojos críticos en especial ante la sobre patologización de los manuales diagnósticos.

      Por último, creo que la necesidad de politizar nuestro medio es necesaria para lograr cambios que pasen de las habituales sugerencias, pero no comparto la mirada del autor en cuanto a hacer del acto clínico un espacio de discusión política. A pesar de la clara tendencia de automatización de las consultas, creo que esta mirada insípida permite en muchos casos un acercamiento más neutral, que no prenda susceptibilidades de algunos pacientes, que nos ven como su única forma de obtener un tratamiento oportuno. La neutralidad es una fórmula que debe utilizarse estratégicamente, no un dogma que invisibiliza nuestras particularidades.

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  5. Resultó interesante el abordar las lecturas de esta quincena, sobretodo dos temáticas de relevancia y que en lo particular generan gran curiosidad como son la salud mental y el activismo, pensando como desde nuestra vereda podemos ser agentes de cambio y activistas, mas que simplemente abocarnos a la clínica.

    En el texto de Ortiz y Huertas, comentan como muchas veces al momento de enfrentarnos a los pacientes la raíz de su padecer y sufrimiento psíquico tiene asidero en la propia persona, en su biología y conflictos psíquicos, y no se considera o no se permite considerar si su situación social será una de las causas o la principal causa de su malestar, y como unas pastillas o terapia no harán mas que impedirle cambiar dicha situación, y que si estas personas tuvieran la posibilidad de conversar, y exponer junto a otras que han vivenciado las mismas situaciones, y experiencias, juntas podrían hallar una solución u alivio.

    Dicho esto, es que cobra gran valor el activismo, ya que para lograr generar un impacto en la salud de la comunidad, necesitamos evidenciar y luchar contra las desigualdades y condicionantes sociales que guardan relación causal con el deterioro de la salud mental, para esto es necesario que nosotros tomemos el riesgo y hagamos función de activistas políticos, y de este modo podamos generar avances sociales y por ende avances sanitarios.


    Lamentablemente en chile, el mundo político desconoce sobre la salud en general, y desconoce aún mas sobre la salud mental y su relevancia, sin embargo dadas las ultimas circunstancias de salud y las condiciones sanitarias que nos acarreó la pandemia, es que muchos políticos han entendido que la salud no se vivencia de forma individual, si no que obedece a un colectivo, a una sociedad, donde al estar afectados algunos, se afecta al conjunto en su totalidad, así como también muchos activistas incluyendo los pacientes, así como sanitarios, han alzado su voz, para mostrar lo importante que es abordar las problemáticas de salud mental, y enfocarlo desde una visión comunitaria, lo cual nos permite ampliar la mirada, ya a su vez salir de la visión tubular de garantizar el abordaje clínico por encima del psicosocial.

    Quisiera comentar la experiencia que viví cuando trabajaba en APS, en la comuna de Colina, donde en los últimos cinco años hubo un aumento exponencial de los diagnósticos de trastornos del Neurodesarrollo, al ser una comuna rural con acceso limitado al hospital mas cercano, muchos niños se vieron perjudicados en cuanto al acceso a terapias e intervención, en este contexto surgen grupos sociales de pacientes, familias afectadas, así como sanitarios, quienes buscaron ser visibilizados por las autoridades locales, realizando marchas, reuniones con sindicalistas, hasta conseguir ser vistos por las autoridades comunales, quienes posterior a múltiples reuniones y voluntad política, acceden a dar respuesta a las necesidades de la comunidad y crean un centro terapéutico para niños con trastornos del Neurodesarrollo, dando solución a numerosas familias, quienes desesperadas pedían ayuda para sus pequeños.

    Para concluir me parece interesante ver cuanto poder tiene la sociedad si trabaja en unión, y lucha por sus necesidades, no solo desde el punto de vista individual sino colectivo, pensando en el bienestar social. Desde nuestra vereda como trabajadores de salud y activistas, nos resta ver mas allá del box, ampliar la mirada al ser biopsicosocial, para poder incidir donde realmente es necesario y fomentar cambios a nivel social, para de este modo llegar a tener efecto en la salud mental de nuestros usuarios.
    Paola Gonzalez Berrios
    R. Psiquiatria infanto-juvenil
    U. de Chile

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    1. Me parece muy interesante lo que comentas respecto de cómo finalmente nos damos cuenta desde nuestra formacion que una forma adecuada de acompañar y posiblemente colaborar en el bienestar de las personas consultantes, es cambiar efectivamente las distintas formas de vulneración estructural que han existido a través de la historia de las comunidades del país. Cómo se instaura no solo la visión sobre factores determinantes sociales de la salud, sino que la necesidad de modificarlos lo más posible como asiento inherente de cualquier medida básica de prevención y promoción de salud mental.

      Nicolás Jonathan Melej Varela
      Residente de Psiquiatría Infantil-Adolescencia UChile, Sede Sur

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    2. Que gran experiencia nos relatas sobre la comunidad donde trabajaste previamente. Sin duda aquellas personas trabajaron de manera unida con un activismo común enfocado al 100% en la misma causa, y gracias a ello tuvieron una respuesta. Y tal como mencionas, el trabajar de manera colectiva por un bien social tiene un gran poder y en nosotros se hace muy necesario tener y ampliar la mirada a una realmente biopsicosocial para tener un mayor impacto al fomentar cambios y mejorías en la salud mental de las personas.
      Yeaninne Hernández

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  7. Muy interesante las lecturas sobre profesionalismo y las formas de involucramiento en temas sociales y políticos desde ese punto de vista. Me pareció muy didáctica la instrucción de pensar en el logos, ethos y pathos de cada apartado a revisar, cómo se conjugan estas dimensiones en distintos planos a través de la complejidad de la forma en que vivimos y nos relacionamos con personas desde el punto de vista profesional (y no profesional). De todos los tópicos abordados, para esta ocasión tomaré los siguientes puntos a comentar.

    Me llama la atención cómo el factor valórico de la práctica profesional, ya sea desde la medicina, psicología, trabajo social, terapia ocupacional, etc., en suma, cada disciplina que aporta al abordaje de salud mental, trasciende el marco de la disciplina misma hacia prácticamente todo el resto de áreas de la vida de quien la ejerce. Es decir, me parece que dedicarse a la salud mental desde el área médica, por ej., desde lo que sería la psiquiatría, demanda una dedicación valórica y un perfil profesional específico a llevar a efecto por parte de la persona que lo ejerce que no se agota dentro de la práctica profesional misma, sino que presumiblemente se extiende (o sería necesario extender) en ámbitos que van más allá de ella. Esto es, en la forma de ser y de estar en el mundo del sujeto mismo que busca llevar a su praxis una forma respetuosa de evaluar, acompañar y en algunos casos tratar el malestar que refieren los consultantes.

    En otro punto muy relacionado con el anterior, también me gustó el énfasis sobre el factor relacional de lo constitutivo del sujeto en su práctica profesional, es decir, cómo se construye en base al vínculo con otros desde su rol en la comunidad no solo desde el ámbito profesional, sino también desde el ámbito de persona que vive con más personas, desde la ciudadanía y la vecindad. En suma, cómo se relaciona en su comunidad no solo desde su rol profesional, no se acerca a la comunidad solo porque es psiquiatra con enfoque de salud comunitaria, por ej., sino que porta su comunidad en todo momento, tanto en su rol como fuera de él. Y esto porque quizá el factor valórico no se supedita al rol profesional, sino que viene desde cómo la persona del psiquiatra se construye en su mundo en comunidad.

    Finalmente, como se reporta en algunas diferencias, hay diferentes formas de adherir a una causa de común interés interpersonal, social o masiva, donde se plantea que hay quienes solo leen a través de internet y hacen clic en “me gusta” o “compartir”, a modo de “agotar” esta manera de activismo al plano digital, “sin mayor compromiso” o “sin hacer nada más”. Versus otros adeptos cuyas iniciativas movilizan a personas y logran cosas más grandes en forma efectiva, como ollas comunes, marchas, cartas dirigidas a autoridades, llamados a la prensa o TV, etc. Al respecto me parece que las distintas formas de adherir a causas sociales son válidas, y si bien podemos notar diferencias en cuanto a la actividad desplegada por los sujetos, su involucramiento y los resultados concretos, creo que criticar que tal o cual grupo es más o menos “activo”, que unos “no hacen nada”, no hace más que dividirnos y centrar las discusiones en otro plano, en lugar del tema de fondo que sería esa causa común que queremos modificar.

    Nicolás Jonathan Melej Varela
    Residente de Psiquiatría Infantil-Adolescencia UChile, Sede Sur

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    1. Nicolas, que interesante lo que planteas, me hace mucho sentido la construcción psiquiatra y del terapeuta mediante vínculos cada vez mas horizontales, y sin dejar de lado su aspecto social y de aporte a la comunidad de la cual también hace parte, en su cotidianidad, en su modo de vivenciar y de estar en el mundo.
      también quisiera referirme a cuando planteas que se genera mucha discrepancia en cuanto a las formas de manifestar el apoyo a causas comunes, coincido en que no es importante la vía, si no, de fondo el manifestarse, adherir a una causa, alzar banderas de lucha por un fin común.
      Paola Gonzalez Berrios
      R. Psiquiatría infanto-juvenil
      U. de Chile

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  8. Lamentablemente la historia universal y la historia reciente en Chile nos ha enseñado que, sin un compromiso, sin un involucramiento, sin una participación activa de la comunidad, de la sociedad, de la ciudadanía es muy difícil, y a veces imposible, lograr algunos cambios tan demandados por la población.
    Y como hemos podido aprender durante el transcurso del curso, desde el siglo 19 en adelante las sociedades médicas a través de distintas agrupaciones han ejercido un gran activismo con resultados muy beneficiosos para la sociedad: lo hicieron a fines del siglo 19 e inicios del siglo 20 logrando mejorar las paupérrimas condiciones de vida y trabajo de los obreros, lo que se institucionaliza hace casi 100 años con la creación de los ministerios de salubridad y ornato y el ministerio del trabajo y previsión social. Posteriormente el activismo continuó, se funda el Servicio Nacional de Salud, y hasta el día de hoy creo que hay un gran activismo en el sistema de salud chileno.
    ¿Pero qué es el activismo? Se entiende como la lucha por defender la igualdad en el contexto sanitario, sensibilizar sobre la importancia de los conocimiento y prácticas saludables, y por promover el bienestar de una población (Birn, 2013). Se puede ser activista de distintas formas, protestando, en las calles, organizando grupos, y una manera particular hoy en día de hacer activismo es el denominado “activismo digital” o “activismo de sillón” que es ser activista en las redes sociales, pese a que de alguna forma esto es criticado en la práctica al reproducir información en redes sociales, presenta una llegada al público ilimitada. Yo practico esta forma de activismo constantemente, en parte por eso me gustaron muchos los textos y la clase del Dr. Sebastián Prieto, porque lo sentí como una motivación, una especie de llamado de atención, de invitación a dejar la comodidad del activismo de sillón y ejercer el activismo en forma activa para lograr junto a los usuarios y la sociedad en su conjunto los cambios necesarios para una mejor salud mental y no sólo algunas mejoras asistenciales. Recuerdo un ejemplo de activismo de toda la comunidad, de la agrupación de padres de niños con cáncer y los funcionarios de salud del Servicio de Salud de Coquimbo para la construcción de un centro oncológico para niños que luego de una lucha de años se está concretando al fin.
    Es muy destacable el activismo que realiza la Sociedad de Salud Mental Comunitaria de Chile expresado en su manifiesto como la voluntad e interés por participar en forma colectiva en el desarrollo de la Salud Mental en Chile, desde un enfoque centrado en la práctica cotidiana de los involucrados en el área, con un claro acento en la salud pública. Además, me interpreta mucho el énfasis en el desarrollo formativo, en el necesario proceso de entregar y desarrollar la mirada en comunidad como parte de la formación de las generaciones de nuevos agentes en salud mental, proponiendo un marco reflexivo que cuestione nuestra práctica habitual de acuerdo al estatus comunitario de nuestra mirada.
    Finalmente considero que el activismo político activo es muy necesario en nuestra práctica como profesionales de la Salud Mental, no sacamos nada con publicar en prestigiosas revistas si no hacemos nada por lograr mejorar las condiciones de vida de la comunidad.
    Diego González Castro
    Residente de Psiquiatría Adultos
    Universidad de Santiago de Chile

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    1. Tal cual mencionas Diego , hacer activismo o ser parte de una lucha por mejorías para las personas, igualdad y respeto por sus derechos, creo que es algo que si o sí nos involucra en nuestra profesión, al fin y al cabo somos propicios a garantizar el ejercicio de derecho y participar en las discusiones en torno a actuales y futuros proyectos de Salud Mental, reconociendo la necesidad de su construcción participativa y en base a grandes acuerdos que favorezcan a todos. Sin embargo, calzo con algunos compañeros en que la discusión o la crítica a la lecturas va más bien en cuándo hacerlo, ser activistas politicos en la clínica es un riesgo que puede hacernos perder la objetividad y puede influir en la relación y en los resultados de un procesos terapéutico. No cabe duda que siempre vamos a querer salud para la sociedad pero solo unos pocos se atreven a ser partícipes de reclamar y solicitar los cambios para esto, puede que no todos tengan la misma visión para un bien común ni estén de acuerdo en las formas de llegar a los objetivos , sin embargo es ahí en donde debemos entender que ser activistas también involucra ser consiente de las distintas visiones y poder ser críticos ante estas no debiese ser un obstáculo para poder aclarar , comunicar, participar y colaborar por el bien mayor.

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  9. PROFESIONALISMO Y ACTIVISMO PROFESIONAL EN SALUD MENTAL

    Deseo iniciar compartiendo un pequeño video musical de un colectivo que encuentro atingente a lo revisado en las lecturas y ad portas de las elecciones precidenciales en Colombia

    https://www.youtube.com/watch?v=oR2VwApWY8o

    “hágale mi ñera que esto se compone…que no quiero hijos pa meterlos de soldados…no quiero mas proyectos de represas…quiero ver bailar las lideresas…súmese comadre a la causa nacional…el pueblo no se rinde carajo y a #vivirsabroso” (Batucada Guaricha)
    Desde hace no poco, estamos siendo tentados a quedarnos dormidos en los laureles de un ejercicio profesional desligado del contacto real y respetuoso de las comunidades, a las que por demás esta decir, pertenecemos. Y pertenecemos según como lo queramos vivir, de una manera vacía y facilista o de una manera comprometida y en equilibrio con el propio desarrollo y una apuesta por la utopía y lo plausible, todo esto con el contenido de nuestra propia historia como lo hemos visto a lo largo del curso.
    La interseccionalidad nos atraviesa de forma transversal a lo largo de las reflexiones que hemos hecho y en esta quincena se nos vuelven a hacer evidentes.
    Comparto la mirada de compañeras y compañeros que han opinado que la potencia de la frase de Virchow es total, la recuerdo en la historia de un colega colombiano asesinado por su intensa militancia el Dr. Héctor Abad Gómez, quien fuera uno de los fundadores de la escuela de salud publica colombiana y que se contrapuso al sistema a la manera en que Virchow nos invita ( su hijo Héctor Abad Faciolince recrea parte de sus historias en el libro el olvido que seremos y que generó una película del mismo nombre hace muy poco).
    El ejercicio de pensarnos desde la incompletitud nos posibilita a ver que hay más que podemos hacer y que conocer de nosotros mismos en ámbitos que nos han sido esquivos, por miedo o por la performación del mismo sistema neoliberal en el que hemos crecido y que ha aplastado no pocas veces ímpetus y vidas.
    Intento con pobres resultados, el no pensar en la música como terreno y herramienta de lucha, tanto valida como poderosa en multiplicidad de significados y de pertenencia a las personas y sociedades y con las lecturas y clase del Dr. Prieto (que mejor que la metáfora del cuenco o de la polifonía), es que puedo decir con propiedad que la música y sus elementos constitutivos hacen parte de mis elementos valóricos que han determinado mi postura con la vida y el ejercicio clínico. Como en otras oportunidades, los textos nos interpelan y nos ponen a cuestionarnos si hemos hecho mucho o poco y que podemos seguir haciendo, estando activos, como dice Drexler, si quieres que algo se muera, déjalo quieto.
    La gregariedad entre pares y con la mirada puesta en la sociedad, una sociedad que promueve el respeto y construcción de derechos pareciera ser uno de los elementos posibles a seguir y que construyen un trabajo de activismo que traspase las figuras, es decir que no dependa de ellas, si no de los contenidos mismos.

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  11. Tema super interesante para leer durante esta quincena, el activismo profesional en la salud mental. En mi opinión esto se refiere al real compromiso que uno tiene tanto en ejercer su profesión como con la comunidad misma.
    En la sociedad actual lo anterior esta cada vez menos valorado y no porque sea malo, si no porque es poco rentable desde los servicios de salud o porque es más fácil y cómodo atender en un box sin conectar realmente con las necesidades de la comunidad. Según mi experiencia los centros de salud mental se fijan las acciones a realizar según las metas estipuladas desde los respectivos servicios de salud, en pocas palabras el activismo o el trabajo comunitario no se paga, y si no se paga es mejor no hacerlo, porque en ese tiempo podrías estar atendiendo a personas en un box emitiendo recetas médicas.
    Poca relevancia se da en la praxis, al contexto social en donde la persona con un dolor psíquico lleva su cotidianidad, en el texto Ortiz y Huertas lo postula claramente “los servicios de salud deberían estar mucho mas involucrado en los problemas culturales y sociales de la comunidad local en lugar de hiperdiagnosticar e hipertratar a las personas” de la otra manera puede ser mas un instrumento de discriminación y control social más que de cuidado. La famosa etiqueta según diagnósticos y criterios netamente bio- medico. En ese aspecto creo que es relevante el hacer de otras profesiones psicosociales en donde otorgan una mirada mas social y del usuario para con sus ambientes.
    Al mismo tiempo en varios Centros de salud, se están realizando distintas actividades muchos mas comunitarias y algunas que van son un poco mas ambiciosa como es crear centros consultivos con la comunidad, haciéndolo mucho más cercano. Sin duda el contexto actual de Chile después del estallido, con la realización de la nueva constitución hace que todas y todas estemos mucho mas involucrados con las necesidades de nuestra comunidad y no hagamos parte como agentes de cambios, no desde un nivel jerarquizado, si no que mucho más horizontal.
    Hemos sido testigos/as además de como los movimientos sociales, se organizan y exigen cambios además de poner interesantes temas para debatir en comunidad, sin lugar a duda el movimiento feminista es uno de aquellos movimientos, en donde no tan solo se han generado cambios importantes aun insuficientes claramente, sino que también en donde la comunidad esta claramente en constante aprendizaje.
    Cristian Zúñiga

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  12. A propósito de este tema tan interesante, pero sobre todo inspirador, también relacionado con el tema de la quincena anterior, quisiera compartir una experiencia de activismo que nació desde la familia de una muy querida amiga mía aquí en la ciudad de Concepción. Existe una lucha en marcha que la lidera Consuelo Hermosilla, la madre de Antonia Garros, quien sufrió violencia en el pololeo durante mucho tiempo y finalmente decidió quitarse la vida el año 2017. La fundación Antonia se gestó tras la muerte de la Anto; desde el punto de vista de Consuelo, todo lo vivido por ella había sido una situación injusta, con evidente vulneración de sus derechos, situación invisibilizada en ese entonces y que ni siquiera estaba codificada en nuestra legislación como lo era la violencia en el pololeo y el suicidio femicida. La forma de abordar la violencia de género en Chile era (y sigue siendo), muy precaria, pues falta capacitación, sensibilización, creación de políticas públicas y trabajo intenso en la desnaturalización de la violencia. Tras el suicidio de la Anto surgió un sentir profundo de injusticia social por parte de su madre y familiares. Pareciera ser que desde ahí germinan las distintas motivaciones de la mayoría de los activistas que se ven impulsados a actuar, a realizar acciones para poder alcanzar la justicia social que no está siendo proporcionada. Con este aliciente, Consuelo se propuso, el mismo día de la muerte de Antonia, luchar por construir una fundación, para que lo que le sucedió a su hija, no le volviera a suceder a ninguna otra mujer más. Su sensación de impotencia se canalizó en el actuar. Desde ese momento Consuelo comenzó a hacer contactos para gestionar la fundación, luego vino la postulación para el ingreso del proyecto de ley de la Fundación Antonia que era la inclusión de la violencia en el pololeo como forma de maltrato o violencia de género y el reconocimiento del suicidio femicida como una realidad que sí sucede en nuestro entorno. Estadísticas informales del año 2017, indicaban que alrededor del 16% de los suicidios de mujeres, eran mujeres que habían tenido algún tipo de denuncia por VIF. Ahora, considerando que es muy bajo el porcentaje de mujeres que denuncia la violencia podrían ser muchos más los casos de mujeres agredidas que se suicidan, esto era un hecho muy subestimado o infravalorado.

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    1. Desde ahí empezó a incorporarse más este concepto de violencia en el pololeo en el discurso de las autoridades, de la ciudadanía y ante otros hechos de violencia y muerte de otras mujeres se comenzaron a gestionar otros proyectos de ley más acotados como la Ley Gabriela que tenía como propósito incluir la violencia en el pololeo como un delito, porque antes era considerado como tal solo la violencia intrafamiliar (mujeres casadas, que hayan convivido o ex convivientes o mujeres separadas, adultos mayores, niños y personas en situación de discapacidad). Consuelo y sus sobrinas (una de ellas mi amiga) comenzaron a hacer charlas en establecimientos educacionales, en instituciones de todo tipo con el fin de sensibilizar, así comenzó la fundación; se conforma un directorio, consiguieron oficina, todo en base a gestión y aportes (la fundación no cuenta con financiamiento) y a unir gente que luchara con ellas. Consuelo comenzó a ser invitada a distintos seminarios, congresos, a reuniones con las autoridades, reuniones con la ministra y parlamentarios y se comenzó a conversar a ese nivel sobre violencia en contexto de relaciones informales de pareja. Finalizando el año 2017 se postuló a un segundo proyecto de ley “7F”, que define el que el 7 de febrero (el día en que murió Antonia), como el día nacional donde se conmemora el Día Nacional Contra la Violencia en el Pololeo. Ese día oficialmente en Chile se debería hablar del tema, las autoridades deberían abocar su atención a las estadísticas, a los estudios, a la fenomenología de esto, es un día de visibilización, educación y prevención, de poner el tema de conversación en el tapete para hacer avances en políticas públicas que aborden y amplíen la oferta pública para víctimas de esta problemática.

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    2. Uno de los logros más importantes y por los que se está luchando es tener un hogar y un centro donde tener la posibilidad de acoger a mujeres víctimas de violencia en el cual se pueda intervenir de forma integral. Para eso formaron los equipos (de investigación, legal, social, de salud mental, de proyectos y comunicacional) que actualmente atienden de forma voluntaria. La fundación Antonia hoy acoge a toda persona en situación de violencia de género, sin importar estrato socioeconómico, estatus social, etnia, etc. De a poco ha ido tomando fuerza, y recientemente ganaron fondos para hacer capacitaciones a mujeres vulnerables en Arica. Lo que se busca es empoderar y erradicar estructuras de opresión dentro de nuestra sociedad.
      También me enteré de que existe una organización que se llama Comunidad de organizaciones solidarias (COS), lo que hace es unificar una serie de fundaciones ú ONG que tienen distintas luchas; los asesoran y ayudan a conseguir financiamiento transparentando mediante un sistema informático sus gastos y actividades. “Somos una red de organizaciones de la sociedad civil que cree en el actuar colaborativo para la construcción de un país más justo, equitativo y sostenible…articulamos a organizaciones de la sociedad civil mediante la creación de espacios de encuentro y fortalecemos su gestión y participación, a través de diferentes áreas como incidencia, transparencia y alianzas. Su consigna: “La única manera de avanzar hacia un país más justo, es hacerlo en Comunidad”.

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    3. Estas experiencias me hicieron mucho sentido con los textos leídos. A raíz de lo de Antonia, me sorprende mucho cómo desde la iniciativa de una sola persona, que se movilizó en su comunidad para la justicia de todas, pudo tener tantos logros incluso a nivel legislativo, lo que me da para reflexionar de que sí se pueden generar cambios si hay voluntad y se aúnan los esfuerzos, que es posible construir una sociedad mejor y creo firmemente como menciona en la presentación el Dr. Prieto, que la construcción del sujeto es colectiva y por tanto, la lucha ha de ser mancomunada para que todas las personas estemos bien. Fueron realmente motivantes estas lecturas y experiencias, pues hay muchas cosas que podemos hacer activamente para un bienestar común y para la salud mental que es lo que nos concierne directamente.

      Saludos a todos y gracias a mi amiga Cami Hermosilla.
      Claudia Aguayo

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  14. Interesantes las lecturas para esta quincena dado que de alguna manera nos invita a reflexionar si nosotros hemos sido o estamos siendo activistas por alguna causa sobre todo relacionada con la salud mental y creo que estar aquí, participando de este diplomado, contribuye a ello pues nos empapa de un sentido de activismo por el cambio y que las cosas se hagan diferente (desde la mirada comunitaria) en pro del paciente y su familia, más que centrarnos a lo que digan los manuales diagnósticos o solo ver conductas que “podrían mejorar” de manera farmacológica.
    Por otro lado, resulta interesante lo que habla el texto de Ortiz y Huertas sobre el activismo común, donde como profesionales nos retiremos de la posición de poder e incluyamos a los pacientes en el plan terapéutico, entre otras actividades, las que sin duda pueden ser un tanto complejas de implementar inicialmente, pero como dice el texto, el tema o lucha común entre los profesionales y las personas tiene que ver más bien con la lucha contra el estigma, un tema potente que se ha tocado en semanas previas y frente a lo cual ya son varias las sedes que imparten una psiquiatría con este enfoque.
    Es de esperar que este sentimiento activista como profesionales de la salud mental no solo se desarrolle durante la especialidad o previamente trabajando ya sea en APS o un hospital sino que desde pregrado se siembre y desarrolle esta idea o lucha por “defender la igualdad en el contexto sanitario, sensibilizar sobre las prácticas saludables y promover el bienestar en una población” pues se hace necesario contar con estas herramientas desde un inicio evitando la improvisación pues a más de alguno nos pasó que al egresar sabíamos muy poco o casi nada sobre qué es la salud mental y su gran importancia.

    Yeaninne Hernández

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  15. Como conclusión a los diversos temas que revisamos este año, nos referimos finalmente a nuestra participación en el debate. Ya no sólo como un ejercicio académico; sino en función de incidir sobre los problemas que el sistema de organización humana en sociedades a venido a provocar en sus participantes, en el área salud mental. Stefan Priebe medita sobre los resultados de una participación académica. En la que los expertos en el tema comparten su opinión con la autoridad y llaman a esta a considerar sus principios, prioridades y políticas. Su conclusión es que esta postura no es la indicada para lograr el replanteamiento de la sociedad y del sistema bajo el cual opera. Y apoya esta visión con datos. Aún conociendo los resultados que la diferencia entre clases sociales obra en los ciudadanos ante fenómenos como la situación laboral, conflictos bélicos, educación y otros, las decisiones políticas no han variado en su esencia y la desigualdad entre grupos de personas no ha disminuido. Según su visión, la participación política de los grupos dedicados a la salud mental, a tratarla en forma clínica o a estudiar los elementos sociales que se asocian a la aparición de problemas de esta índole, sería una estrategia con mejor probabilidad de incidir sobre el problema. Virchow compara la actividad médica con la actividad política, diferenciándola desde un punto de vista teórico, sólo en la escala de su objetivo. A la luz de los contenidos que revisamos durante el curso, pasamos a la etapa de decidir como enfrentar el problema que estudiamos. Ya sea desde un punto de vista completamente clínico, eligiendo compartir una opinión experta o participando directamente de la actividad política, con intención de incidir sobre la organización social.

    rodrigo Carvallo E.

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  16. Como último tema para conversar y debatir, me parece muy adecuado el activismo profesional y para mi nuevamente tocamos el punto del poder que llegamos a tener como médicos.

    Creo que en una sociedad principalmente apolítica, individualista y desigual el activismo obliga de alguna manera a que los participantes de esta se posicionen. Pero como médicos ¿nos han formado con un perfil de activistas? ¿Nos podríamos identificarnos como tal?

    ¿Qué es el activismo? La RAE tiene una definición técnica: tendencia a comportarse de un modo extremadamente dinámico o el ejercicio del proselitismo y acción social de carácter publico. De las lecturas se obtiene esta definición al hablar de activismo en salud: la lucha por defender la igualdad en el contexto sanitario, sensibilizar sobre la importancia de los conocimiento y prácticas saludables, y por promover el bienestar de una población. Seria entonces un activista una persona que se dedica a generar cambios en la realidad y la manera que entendemos esta. Va a participar activamente en estos cambios ya que se cree firmemente en ello y porque quiere generar un impacto. Estas definiciones entonces, no deberían estar tan ajenas a nuestro actuar como profesionales de la salud y por lo tanto podría ser parte de nuestra terapia el ayudar a concientizar sobre una realidad mas amplia, sensibilizar sobre la importancia de las practicas de SM y promover el bienestar de la población.

    Aun así la justicia social y/o cualquier tema político muchas veces nos incomoda y fácilmente evitamos tocarlo en nuestra practica profesional. Es llamativo que hasta se nombra un articulo en el NY Times : ¿por qué en terapia se debe hablar de política? Creo que muchas veces solo oír la palabra activismo y política, nuestras mentes se dirigen a los actos mas llamativos como protestas o acciones poderosas de gente influyente, pero olvidamos que nosotros también estamos comprometidos por lo menos con la gran causa de promover y practicar salud y con el poder que conllevan todas nuestras acciones, por lo tanto también hay un activismo y con eso damos forma a la sociedad en que vivimos.

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  17. Hola a todos!
    que interesante poder debatir y reflexionar en esta última quincena sobre el activismo y que tanto nosotros como médicos estamos involucrados en eso. realmente somos activistas o nos quedamos a un margen de lo que sucede?
    Ya es algo que es redundante para nosotros luego de participar en este curso, como tambien se expresa en las lecturas, como lo social y los determinantes sociales determinan muchas de las enfermedades en salud mental y tambien en otras áreas.
    que importante es conocer y realmente entender lo importante de saber cómo los determinantes sociales, políticos, económicos, culturales influyen en la enfermedad. Yo actualmente me encuentro rotando por un centro de rehabilitación de drogas, centro El Faro, y ha sido una experiencia muy enriquecedora, ya que he aprendido como los determinantes sociales, culturales, socioeconómicos están estrechamente ligados con la enfermedad de adicción a drogas y si no se generan cambios en esos aspectos no conseguiremos nada con aumentar cárceles o más centro de rehabilitación ya que no impactamos en los factores que están provocando toda esta problemática. Aquí es donde el activismo que camina junto con la política tiene un gran aporte y me pregunto realmente quieren generar cambios, realmente no sabrán cuales son los factores que determinan las enfermedades? o realmente no hay un interes político por generar esos cambios?. Si no logramos cambiar la mirada desde lo político, trabajando en las desigualdades sociales se sabe que no se lograra nada. Es sabido objetivamente que la salud mental todavía no se considera algo importante, basta ver el presupuesto que se le designa para darse cuenta.

    Qué agradecida estoy de haber elegido realizar mi especialidad en talcahuano Higueras, donde lo importante es el enfoque comunitario. falta obviamente para ser considerado un activista pero siento que estoy en la vereda correcta, mirando más allá de lo que uno conversa en un box, creyendo profundamente que lo importante es trabajar en comunidad y para la comunidad para lograr realmente cambios, sabiendo que lo importantes son los determinantes sociales.

    saludos
    Catalina Rodriguez
    Residente psiquiatria infantil
    UCSC

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  18. El biopoder, según Foucault se inicia en el siglo XVIII en ciertos países de occidente, y surge bajo el requerimiento de un capitalismo en desarrollo, que requería de la entrada de fenómenos propios de la vida humana en el campo de la política para utilizarlas a favor de la productividad económica y la estabilidad social. Al necesitar un crecimiento continuo y sostenido de mano de obra se hizo imperioso un método de poder estable capaz de asegurar la vida útil de las personas para poder utilizarlas en este sistema de producción y flujo económico cada vez más globalizado. Nace entonces la regulación de las conductas de la población en cuanto a los objetivos esperados en cada punto de su ciclo vital, la ”normalización” de estos procesos. En este contexto, el rol de los médicos y trabajadores de la salud pasa a ser parte de la tecnología requerida para llevar a cabo este ejercicio de poder. Siguiendo esa línea, parece innegable el rol político que surge de nuestra profesión. Un ejemplo de esto es Rudolf Virchow, a quien conocía por su rol como patólogo y su teoría celular. No estaba al tanto del rol activista que tuvo al ser uno de los fundadores de la medicina social, al promover la acción política dentro de la medicina “como herramienta de prevención” y las reformas sociales como objeto de interés y obligaciones del profesional médico. Hizo uso de su rol político para denunciar situaciones generadoras de enfermedad y muerte, de hacer evidente el impacto de las inequidades sociales en salud.

    Concuerdo con la visión de Virchow. A mi parecer nuestro rol activista como profesionales de salud mental debería enfocarse en mejorar la legislación nacional sobre esta temática, otorgando especial énfasis en el ejercicio de derechos, la disminución de brechas de atención y la promoción de la inclusión social de quienes tienen trastornos mentales. Por otro lado, y desde nuestra vereda se hace urgente cambiar la dinámica del sistema asistencial equilibrando roles, haciendo protagonistas a los usuarios en su proceso de recuperación, a expensas de la posición de poder que hemos tenido durante tanto tiempo.
    Se nos ha enseñado que dentro de nuestro quehacer clínico debemos mantener cierta apoliticidad para asegurar un espacio neutro, un ambiente seguro y propicio para brindar atención a nuestros pacientes, independiente de su orientación política. A mi parecer es nuestro deber informar y empoderar a quienes asistimos a tomar las decisiones que le resulten más idóneas para avanzar no solo en su tratamiento y recuperación temáticas de políticas públicas y equidad de oportunidades para todos. Sólo así podrán ser realmente sujetos de derechos.

    Resulta orientador el texto de Ortiz y Huertas en cuanto al tema, al proponer un activismo conjunto:al integrar movimientos de distintas veredas sociales que tengan como fin común modificar determinantes que perpetúan brechas se cambiaría el paradigma individualista en el que estamos insertos. El buscar puntos de encuentro para hacer más un movimiento más colectivo y así generar el cambio social que necesitamos.

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  19. El material planteado para esta quincena, incluyendo la clase presentada y los textos de estudio, son de enorme relevancia porque invitan a reflexionar acerca de los fundamentos teóricos y epistemológicos de una salud mental con perspectiva comunitaria, mediante el análisis de conceptos como la dialéctica, intersubjetividad, cibernética de segundo orden (paradigma revelador en la manera en como se entiende e incluso construye la realidad), complejidad (versus la sobre simplificación de los problemas, por ejemplo una visión estrictamente biológica), la pertinencia de las intervenciones y propuestas (en aspectos como la no obligatoriedad, territorialidad, pertinencia cultural, acuerdo con los valores del consultante y su comunidad), entre otros.

    Creo que el hecho de plantear estas reflexiones en conjunto con los temas de profesionalismo y activismo en la quincena final nos invita a pensar “Bueno, ¿Y que hacemos con todo esto que hemos aprendido y seguimos aprendiendo?”. Como aplicar en nuestra práctica amplia (no solo clínica, sino en nuestra forma de pararnos frente al mundo y con la comunidad) los conocimientos relacionados con la ineludible relevancia de los factores contextuales sociales, políticos y ambientales en la salud mental de las personas y su bienestar en general.

    Personalmente creo que la actividad tanto dentro del box (con perspectiva crítica, colaborativa, con respeto a los derechos, necesidades y deseos de las personas) como fuera del box (intervenciones comunitarias, participación en movimientos, llamados, conformación de proyectos y sociedades) son fundamentales, y para lograrlas es necesaria una continua reflexión acerca de lo que hacemos: como, por qué y para qué lo hacemos.

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  20. Agradezco la exposición y las lecturas de la quincena, ya que sirven para tener una visión de lo que se refiere los diferentes tipos de activismo.
    Dentro de los diferentes textos se ven las dificultades asociadas al "individualismo" de algunos grupos que quieren ser los beneficiados en lugar de que los beneficios le lleguen a todo el colectivo, y como a pesar de que pueda parecer que este tipo de actividades debiesen ir en contra de las intervenciones del mercado para decidir las politicas públicas que se tendrán que encargar de los problemas, de todas formas la industria logra entrar dentro de varios de esos grupos con financiamiento para poder decir que estan preocupados por los grupos de usuarios de sus productos.
    Me parece un poco impactante el postulado de la carta de respuesta de de Whitaker a Insel, en el sentido de que niega los beneficios en gran parte, y casi demoniza los tratamientos farmacológicos en las personas con trastornos mentales, tomando de la base que pareciese haber un aumento de la cantidad de usuarios que pasan más tiempo con diagnósticos de salud mental, pero ¿cuánto de eso es por un aumento de visibilidad de los trastornos de salud mental? ¿cuánto es porque realmente sean los tratamientos los que producen problemas? ¿era mejor para los usuarios la era pre-psicofarmacología con el modelo asilar y el tratamiento moral?. La verdad, creo que es un contrasentido el decir que seamos activistas por una causa, sin ver los beneficios que desencadenó para los usuarios lo que en esa respuesta se ataca.
    Creo que he mencionado previamente en algunas respuestas que creo que efectivamente, gran parte de los problemas identificados en la salud mental desde la psiquiatría comunitaria deben tener una respuesta política, pero no creo que sea una obligación ser un activista político, ya que eso es por un lado una opción personal y por otro lado que hay gente que sabe cómo se hacen multiples cosas dentro del mundo de las políticas públicas. El apoyar a los grupos que creemos que deben gobernar para mejorar la salud mental es lo básico que debemos hacer, ni siquiera como futuros psiquiatras, sino que como ciudadanos y miembros de una comunidad.
    Creo que entiendo el sentir de la mayoría que postula que debemos ser activistas políticos, pero de verdad que el trabajo en clínica es en gran parte para lo que nos estamos formando, y creo que eso debe ser lo principal, si bien desde el modelo de la psiquiatría comunitaria, y queda al libre albedrío (y tiempo disponible) de cada uno si tomará acciones para influir en las políticas públicas de algún modo.

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