“En el nombre del pueblo, del Estado y de la ciencia, (…): Historia Social de la Salud Pública, Chile 1880-1973" de María Angélica Illanes (23 de noviembre al 13 de diciembre)


"En 1993 se publica el libro de María Angélica Illanes “En el nombre del pueblo, del Estado y de la ciencia, (…): Historia Social de la Salud Pública, Chile 1880-1973". En este texto, que tal vez marca un antes y un después en el tratamiento historiográfico profesional del tema, un rasgo importante asoma desde su portada: historial social de la salud pública. Ahora bien, ¿qué es esto de ‘historia social’?, ¿qué importancia tiene para el trabajo en el área?, ¿por qué estamos enfatizando tanto el punto? Con ese subtítulo María Angélica Illanes enuncia el enfoque o el carácter que tendrán sus estudios y su importancia deriva de la magnitud y lo significativo que puede contener todo lo que hoy rescate y presente nuevamente esa historia. Diego Armús, un reconocido y prolífico historiador de la temática en América Latina, en un editorial de la revista Salud Colectiva ha propuesto como necesarios a la realización de una historia de ese tipo “…una ambiciosa mirada signada por la contextualización, el diálogo interdisciplinario y un deliberado empeño dirigido a aprehender la totalidad de la experiencia humana”.Los tres elementos asociados son una excelente receta para que sea fructífero el trabajo de los historiadores empeñados en este oficio. Contextualizar es la gestión más importante; ha sido destacada en muchas ocasiones y no parece ofrecer problemas. Los contextos indudablemente varían en el espacio y el tiempo y con ellos muda todo: significados primordialmente, pero también relevancia… Descontextualizados, todo puede significar cualquier cosa; la locura y la imaginación mandan. Pero la contextualización no basta: hay que recuperar sentidos. El diálogo ‘interdisciplinario’ también es imprescindible: dentro de las fronteras disciplinares el conocimiento se basta y se agota a sí mismo; solo quien transita de un campo a otro, o mejor quien desde la frontera se asoma y rescata elementos de uno y de otro lado, puede producir un mayor conocimiento: más complejo, más diverso, más cercano a la totalidad. Y vamos a ese punto: el deliberado empeño por aprehender la totalidad de la experiencia humana es algo más complejo, pero su significación no puede ser ignorada. La totalidad es elusiva pero fundamental y se relaciona con la comprensión que tenemos acerca del mundo. Nos movemos en el mundo y actuamos en él, comprendiendo infinitamente más de lo que conscientemente podemos formular. Tenemos una comprensión de casi todo, más allá de lo que podemos expresar usando el lenguaje de que disponemos" 

 Texto extraído de Gaete, J (2017) TEMAS DE ACTUALIDAD Rev Chil Salud Pública 2017; Vol 21 (1): 81-84 


Entérese del perfil de María Angélica Illanes Oliva 


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Durante el período del 23 de noviembre al sábado 11 de Diciembre

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Comentarios

  1. El Libro de María Angélica Illanes nos permite comprender el desarrollo histórico y social que circunscribe a la salud pública de Chile. Resulta imposible poder separar los conceptos de salud con el de estado y pueblo, puesto que la construcción de la institucionalidad de salud pública está directamente relacionada con los procesos históricos y sociales que acontecen en el país.

    La autora retrata por medio de su libro las condiciones de vida deplorables del obrero chileno, una sociedad desagarrada que resulta ser el punto de inicio de los cambios en la salud pública del país. Las personas de la clase obrera vivían en condiciones miserables que contrastaban con la sociedad de clase alta. No existía una política de protección de social, el pueblo estaba desamparado debido al modelo capitalista del siglo XIX; “El hambre, la cesantía, prostitución, insalubridad explotación abandono, criminalidad”, todos estos signos de una sociedad desintegrada que luchaba por un nuevo pacto social. Dentro de toda esta adversidad, surge en el pueblo la necesidad de organizarse en pos del bien común, la construcción de un sistema de salud social que velara por la defensa de la vida: nacen las Sociedades del Socorro. Este punto me pareció muy relevante en la lectura ya que marca un antes y después en la salud del pueblo. Los obreros organizados crean una organización popular para entregar una protección solidaria ante la enfermedad, muerte y desamparo de las familias. Todo esto gracias al aporte de sus asociados que permitían el desarrollo de un sistema de seguridad social. En el curso de la lectura, la autora nos invita a conocer cómo va evolucionando este sistema de cuidado creado por el pueblo, impulsado por la caridad, el cual lamentablemente no es capaz de subsanar las crisis y mantenerse de pie por sí solo. En este punto, surge de forma progresiva, y bajo bastante resistencia, la responsabilidad del estado en la salud de la población, quienes deben tomar un rol más activo en los cuidados del pueblo, tomando conciencia que la salud de la sociedad era un problema político público (también impulsados por las realidades que acontecen en otros países). Aquí quiero detenerme para mencionar la importancia del pueblo como mano obra del país y, por lo tanto, su estado de salud precario afectaría directamente los ingresos económicos. Esta transformación, en dónde el estado vela por el pueblo, pero también por sus propios intereses, lleva consigo múltiples cambios tanto a nivel político, social como cultural, generando nuevo pacto social entre el estado y el pueblo. Otro punto que resulta importante a recalcar en esta transformación de la salud pública en Chile, es la participación del gremio médico, cuyos jóvenes motivados por su función social, asumieron un “rol activo y transformador en la vida y dolor del pueblo”, permitiendo la fundación de la escuela de salubridad de la universidad de chile y la participación activa en la creación del sistema nacional de salud que representa un hito para la salud pública del país.

    Leer cómo se desarrolló la salud pública en Chile a través de la lucha incesante de la clase obrera por una vida más digna me genera un gran impacto en mi visión de estado. El país que debiese estar a disposición del pueblo, impresiona que desde sus inicios está gobernado por y para los “privilegiados”. El país se preocupó de los obreros cuando se vio en riesgo la mano de obra, no existía una actitud preventiva, sino que los cambios políticos y sociales se generan posterior a las crisis que ponen en manifiesto las inequidades sociales. El pueblo debe continuamente luchar por los cambios mediante su propio sacrificio…Podrá ser el estallido social otro de los tantos ejemplos de esta lucha incesante por una vida más digna?

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  2. Hola a todos.

    La caridad entregada en salud pareciera una falsa bondad, en la que el individuo debería recibir lo que le quieren dar sin derecho a reclamar el que sea insuficiente o inexistente, es la antigua versión de un actual estado subsidiario. Donde el poder que entrega la protegida acumulación de grandes riquezas, que queda resguardado para unos pocos que creen ser merecedores “individuales” basado en una dudosa, relativa, o literalmente falsa idea de que gracias a estos y su “riesgoso emprendimiento” cualquiera sea se logra producir tal riqueza donde los otros (las mayorías trabajadoras) parecieran tener una responsabilidad despreciable en los logros. Lo que termina siendo el responsable de la perpetuación de un sistema que en nuestro país ha recorrido parte importante de los últimos 3 siglos como presenta la escritora a analizar esta semana.

    En su relato podemos ver como expone la necesidad para un desarrollo equitativo y sustentable de la sociedad chilena, el deber de construir un estado de bienestar en salud y en otras áreas sociales. Entregándonos los hechos a través de la historiografía, cuya contextualización permite apreciar cual fue el espíritu de las transformaciones que generaron los avances y mejoras en acceso, cobertura y gestión desde finales del siglo XIX hasta el año 73.

    La contextualización de cada hito relatado permite concluir elementos comunes tanto en el origen de los conflictos resumidos como la falta de salud para gran parte de la población, que dejando el eufemismo político que se le pueda dar actualmente a la palabra “pueblo”, lo toma desde el verdadero sentido del colectivo carenciado que decide luchar por superar sus deficiencias desde la vereda de la igualdad en el sufrimiento común que es la enfermedad. Además del origen de los conflictos sociales en cada época relatada, también podemos visualizar que la búsqueda de la superación de las dificultades pasa por el sentido de lo común o mejor dicho el sentido del “cuidado común o entre todos”, de lo propio, del interés de todos, de construir lo público, de levantar la salud pública. Donde es la organización de este pueblo con el apoyo y guía de como bien expone conceptualmente “la aristocracia médica”, quienes logran en su conjunto llevar a cabo los avances y victorias por conseguir acceder a este bien social en cada realidad relatada. Muchas semejanzas encontradas nos permiten extrapolar diversos elementos y a nuestra realidad, a nuestro tiempo, donde similares roles tienen mismos actores.

    Es difícil poder resumir cada hito en particular, pero la “enfermedad estructural” por llamar de alguna forma a la normalización inicial de la mortalidad infantil o la prolongada presencia de viruela o pandemia de cólera en el extensísimo estrato socioeconómico bajo del 1800 sufridor de la enfermedad crónica al entender al pueblo entero como un “solo enfermo”, son los golpes que suelen recibir la naciones para tomar acciones masivas de protección de sus ciudadanos… de pronto la cantidad de camas UCI en Chile pudieron aumentar a mas de doble (y que bueno que así sea), en el contexto de la actual pandemia, no obstante las necesidades país previas a estas eran ya escandalosas teniendo que recurrir al costos sistema privado para solventarla….De este ejemplo actual y pasado, me parece interesante plantear el cuestionamiento del tipo de actor que debe ser el cuerpo médico en las sociedades, si su rol único es ser un ente eminentemente consultivo o debe tomar posiciones políticas corriendo el riesgo de deslegitimación, en una apuesta por forzar avances más inmediatos y que no solo se presenten en momentos de crisis que afectan severamente a la población en su mayoría, en mi entender si dejarse cegar desde lo institucional (al menos en este caso para mí), en lo público y lo privado. Ya que en esta pandemia pudimos ver como de forma mancomunada se logran mejores resultados si abrimos el abanico de aportes de ambos mundos.

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    1. Continuación

      Por otra parte, los ejemplos de crisis sanitarias anteriores, así como la actual. Permiten y obligan al desarrollo (aunque sea tardío) y mejora de la institucionalidad, aumentando las prestaciones y permitiendo su perpetuación en el tiempo. Pudiendo ver avances como la incipiente descentralización de la salud a través de las comunas (comuna autónoma) así como la consejería de Higiene Pública implementadas en el gobierno de Balmaceda. Gobierno que enfrentó la crisis de asistencia médica en el mundo rural, no totalmente ajena a nuestros tiempos, pero dejando la autoflagelación y reconociendo importantísimos avances en este aspecto en el Chile actual, con un sistema de atención primeria extenso en nuestro país reconocido a nivel mundial como responsable de aspectos positivos para el enfrentamiento de la pandemia actual.

      Así también las crisis sociales como la revolución de 1891, gatilla el repensar la sociedad con una visión de politización de la cuestión social mediante las ideas propias de Emancipación Social y Estado Providencia de Malaquías Concha, quién posiciona al desposeído y desheredado en el centro de las obligaciones del estado enfrentando los privilegios de la oligarquía chilena, conflicto social vivido en la actualidad con otros nombres, pero genéricamente con roles muy similares en la polarización propia de la inequidad de nuestro país. El que se ve potenciado años más tarde con la matanza de Santa María en 1907, donde la salud se comienza a ver como un elemento propio de la protección del obrero extendiéndose también a sus familias. Finalmente, el ultimo azote a la sociedad chilena llega con las secuelas propias del desastre de la economía a nivel mundial post primera guerra mundial. Donde el cuerpo médico urge al estado por una evaluación estructural de la condición de la sanidad en el país hasta que en 1916 se demuestra y explicita el estado de la condición de salud de la población chilena diagnosticando un inequívoco estado de “Barbarie”, teniendo a la cabeza la mortalidad infantil en la población pobre.

      Esta condición del país que se mantuvo hasta mediados del siglo pasado, comienza a provocar cuestionamientos al sistema de beneficencia y caridad que sostenía el precario sistema de salud hasta ese entonces, basado en recintos que intentaban suplir la labor asistencial hospitalaria gestionada por la iglesia y sostenida económicamente por particulares de alta sociedad. Las ideas incipientemente urdidas décadas antes por Malaquías Concha comienzan a expandirse y entrelazarse con los ideales políticos (a través del partido socialista obrero años más tarde) distribuidos entre los obreros mediante sindicatos y sociedades de socorro con el fin de encontrar un mejor pasar en cuanto a salud y seguridad laboral - social (dando otros avances como son el logro del descanso dominical, mejoras en condiciones laborales en las salitreras, salas de cuna, reducción de horarios de trabajo a las mujeres y avances en seguridad alimentaria para la población), iniciándose el “despertar social” a inicio de los años 20 del siglo pasado . La presión social comenzaba a golpear mediante denuncias y protestas al poder político, y entregar la obligatoriedad de la asistencia (buscando protección) de la salud de los chilenos al estado originándose conceptualmente la seguridad social, transformando y modernizando al estado en un Estado asistencial. Todos estos avances fueron seguidos, dirigidos y apoyados en paralelo por la medicina sobre los avances epidemiológicos y científicos principalmente en las áreas infectocontagiosas que ameritaban extensas políticas públicas, dando pie al desarrollo de la medicina social en Chile.

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    2. Continuación.

      Lo anterior da pie al desarrollo de un cuerpo legal que será en el futuro el sustento jurídico para el desarrollo de leyes como avance en la consecución de más y mejores beneficios sociales en diversas materias, donde destacan por supuesto las de los trabajadores. Lo anterior se va desarrollando en la medida que los gobiernos comienzan a abrir las puertas a la técnica, mediante asistencia médico científicas que van impulsando reformas que van a permitir por ejemplo la unificación de los servicios de Sanidad y Beneficencia- Asistencia Social del país. Donde la Tecnocracia guía a la política en búsqueda del desarrollo progresivo de una Medicina Social con una mirada con enfoque preventivo.

      Ya a comienzos de la segunda mitad del siglo pasado llegan con fuerza desde Estados Unidos y la Europa post guerra las nuevas directrices del capitalismo con un neoliberalismo cuya doctrina no varía mucho en sus principios 70 años después. El desarrollo económico impulsado y defendido por el poder político/económico concentrado en la burguesía, construye murallas infranqueables para muchos proyectos del estado que apuntaban a la mejora sociales de los trabajadores y la población en general. Incluso llevando a cabo flagrantes violaciones a la Ley del trabajo de protección de los trabajadores, con acusaciones que incluso recaían sobre la medicina misma (no muy diferente a algunas realidades que se viven en mineras actualmente, donde el sistema de mutualidades hace vista gorda a diagnósticos evidentes o atribuye al trabajador su propia enfermedad, desligándose de los cuidados de este (como más de alguno de nosotros ha enfrentado en nuestro quehacer profesional…). Lo anterior se fundía con el flagelo de décadas de enfermedades infectocontagiosas no superadas como la Viruela, Lúes y el Tifus, que como siempre fueron depositaria de los más desvalidos.

      Este auge del neoliberalismo es enfrentado por los movimientos de los años sesenta en respuesta a la hambruna secundaria a escasos sueldos con proyectos desde los estados como fueron los levantados por Frei padre o Allende empujados por la efervescencia y la participación popular como son proyectos y leyes resonantes como el litro de leche o avances en programas de vacunación, así como destacando para nosotros los primeros pilares de la medicina comunitaria como continuación de la medicina social. No obstante, los ideales sociopolíticos no fueron suficientes para sostener económicamente los proyectos a largo plazo con la caída de estos en el año 73 tanto por intervenciones externas como internas de diversos actores como todos conocemos.

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    3. Si bien desde el punto de vista historiográfico el libro hace un estupendo resumen de los hitos más importantes de los conflictos y los avances en salud, la contextualización realizada permite entender el origen, recorrido, proceso catártico y desenlace desde la perspectiva del sufrimiento de la población en paralelo con la impotencia de aquellos quienes intentaron resolverlo en las diversas épocas revisadas con el fin de superar las deficiencias o ausencias de salud. Me queda la sensación que la autora con una legítima intención quiere mostrarnos como las sociedades médicas (y científicas en general del área de salud), la política a través del estado y la población renombrada como el pueblo atraviesan las crisis ya sea sanitarias o sociales (asociado a todas las secuelas que dejan), y logran superarlas en conjunto tomándolas como posibilidad de cambio y avance. Muestra la crisis a mi entender, como el síntoma máximo del pueblo enfermo, que expresa sus necesidades y carencias de diversa índole, ese pueblo que vive bajo una choza grande como dijo algún presidente alguna vez, hoy nombre remozado como la casa grande, no obstante, el espíritu de lo dicho apunta a lo mismo…. La crisis es honesta ya que muestra la principal problemática que muestra el colectivo (siempre y cuando no sea manipulada, pormenorizada o exacerbada por el poder político de uno u otro lado, así como del poder económico), la muestra como elemento movilizador común, que mancomuna los esfuerzos para el logro de la superación del interés común, del sufrimiento común, lo que termina siendo el sustento para la progresiva construcción de la salud pública.

      Saludos cordiales.

      Eduardo Peirano O.

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  3. Para la entrega de esta semana, se nos ha propuesto leer a la historiadora María Angélica Illanes, que publicó en el año 2010 una extensa investigación que tituló “EN EL NOMBRE DEL PUEBLO, DEL ESTADO Y DE LA CIENCIA”. Me agradó leer este texto ya que me produce un grado de familiaridad con parte de la historia de Chile que relataban mis abuelos y que a ratos parecía revivir a través de la lectura. Me hizo cuestionar también los “recortados” conocimientos que recibimos sobre nuestra propia historia, tanto en educación básica y media como en el pregrado mismo al hablar sobre salud pública, aun cuando estos temas evidencian ser de alta trascendencia porque implican procesos que tienen que ver con nuestra identidad como pueblo y sociedad. Con su trabajo, Illanes nos invita a tener un rol mucho más activo en lo que compete a la responsabilidad cívica y la participación comunitaria desde nuestra profesión médica.

    A través de esta lectura se nos da a conocer la historia social de la salud pública chilena entre 1880 y 1973, un siglo de acciones dirigidas por diversas instancias públicas y empujadas por el movimiento popular, para construir un sistema sanitario que fue de vital importancia para terminar con la conocida situación de hacinamiento y enfermedad que mataba a miles de chilenos y chilenas, incluidas mujeres en el embarazo, niños y niñas y mucha población viviendo en la precariedad; todo lo anterior, relacionado con un régimen de capitalismo industrial salvaje que gobernaba la relaciones sociales del cambio de siglo. Por ello es que la autora describió este periodo como “la historia de la disputa social y política por el cuerpo del pueblo”. Un “cuerpo doliente, enfermo y moribundo, donde supura ya toda su explotación secular y testimonia ante todo Chile y el mundo el estado de barbarie humana a que ha conducido la explotación laboral”, como señala con total claridad.

    En este escenario es que el estado comienza poco a poco su largo proceso de transformación en busca de acercarse al equilibrio entre el descontento del pueblo y sus exigencias; me es emocionante y motivador leer cuán importante fue la participación de los médicos en aquellos tiempos de crisis, pues lograron visualizar y generar políticamente cambios profundos en beneficio de la sociedad, aportando nuevos enfoques y nuevos planteamientos por parte de, como señala la autora, “médicos jóvenes, conscientes de su irrenunciable función social, abiertos, sensibles, capaces de asumir un rol activo y transformador en la vida y dolor del pueblo”.

    A partir de este debate y del fundamental rol protagónico que el gremio de médicos comienza a tener en la década de 1920, los partidos políticos y los gobiernos introducen en sus discursos y en su actuar el tema de la “salud pública y del bienestar de la familia obrera” como fundamentos esenciales de las políticas y cambios que debían suceder. Dos ejemplos importantes en el texto son la Ley de Medicina Preventiva, diseñada por Eduardo Cruz-Coke y la ley Madre y Niño, propuesta por el mismo.

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    1. En relación a la primera de estas leyes, Illanes nos cuenta que la ley de Medicina Preventiva representaba a esta primera etapa del Estado intervencionista desde la lateralidad sanitaria del sistema capitalista, atreviéndose bajo el amparo de la doctrina sanitaria y la autoridad técnico moral del estamento médico, a vulnerar los intereses inmediatos de los patrones, para proyectos en el largo plazo.” Tanto esta, como la ley Madre y Niño, constituyeron un cambio relevante, ya que fueron un aporte trascendental para lo que venía siendo y significando el Estado asistencial.

      Cuando llega el Frente Popular al gobierno en sus consignas ponía énfasis en el área de la salud, en la mejora de las condiciones de vida relacionadas con la vivienda, la educación y la alimentación de las clases populares. En el programa de gobierno de Pedro Aguirre Cerda había preocupación por la condición de hambre en que vivía el proletariado, relevando el mejoramiento de este.

      Salvador Allende, médico, socialista y ministro de Higiene y Salubridad del gobierno de Pedro Aguirre Cerda, daba cuenta de la realidad social en la que se desenvolvían los sectores populares del Chile de los años 30. En su discurso existía la idea de que el hombre y la mujer pobres, como sujetos que aportan a la riqueza del país, merecían un mejor vivir y el Estado debía hacerse cargo de ello. Buscó traspasar sus conocimientos al ámbito político y plantear ideas políticas con un anclaje científico, para así contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida ya existentes. Hacía ver en sus estudios las pésimas condiciones en las que se encontraba el país, dándole un carácter crítico a la situación, pero también haciendo ver cómo esto afectaba política y económicamente.

      Es inevitable pensar ¿por qué se repite nuevamente la historia?. Por qué derechos logrados con tanto esfuerzo, se ponen en riesgo una y otra vez a lo largo de la historia. Quizás el no tener una conciencia clara acerca de que el sujeto social es decisivo para poder avanzar, es un factor que reproduce estos problemas.

      Desde este punto de vista, después de 1973 hubo un enorme retroceso. Todo lo avanzado en solidaridad retrocedió, entrando con fuerza el mercado a la salud de la población; lo avanzado en universalidad e inclusión social se transformó en exclusión; lo avanzado en integralidad de los servicios se desmembró justificado en políticas neoliberales que propiciaron el crecimiento de unos pocos, la fragmentación de los servicios con la aparición del sector privado, las Isapres, el capitalismo.

      Esta semana estamos ad portas de un nuevo cambio político, quizás uno de los más radicales de las últimas décadas. Esperemos que este sea en beneficio de los que más han sido vulnerados históricamente, que vivir sea digno para todos, que exista universalidad, equidad, calidad al hablar de salud, educación y transporte; que la vivienda sea un derecho y no un privilegio, que los derechos de las minorías no retrocedan como en el pasado, y que no haya privilegios como los que surgieron con la inserción del neoliberalismo en la salud chilena. En resumidas cuentas, que finalmente podamos avanzar hacia una salud pública en beneficio de chilenas y chilenos.

      Un saludo a todos.

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  4. [Ese día supe lo que era la "salud pública": un lugar donde se materializa el cuerpo colectivo y donde se ejerce un cuidado social que busca indagar e intervenir los cuerpos donde habita nuestra existencia, nuestra alma y nuestra igual condición humana...]

    María Angélica Illanes, en el libro "En el nombre del pueblo, del Estado y de la ciencia, (…): Historia Social de la Salud Pública, Chile 1880-1973", Nos invita a realizar un amplio y profundo recorrido histórico en torno a la participación ciudadana y del estado en la formación de la “Salud Pública” en Chile.

    El proceso de construcción de un sistema de salud (social/institucional), nace a partir de las gestiones auto responsables de un pueblo organizado en primera instancia en las “sociedades de socorros mutuos”, y que viene a reemplazar un sistema de cuidado de los enfermos/pobres basado en la caridad, y que posteriormente de manera ardua pasa a ser principalmente responsabilidad del Estado. Este proceso surge en respuesta a un movimiento social que cuestionó la injusticia y desigualdad de un sistema capitalista anárquico, carente de regulación y legislación social, y que constituye un problema histórico de la salud pública, de esta manera emerge en Chile a partir de la década de 1920, la figura de un Estado Asistencial que progresivamente va asumiendo el carácter de un “Estado de Compromiso Social” que construye un nuevo pacto socio-político: el pacto Estado/Pueblo.

    De esta manera en el siglo XX, será el Estado el que se constituye como un agente protagónico, y pasa a ser "un lugar" ocupado por los distintos proyectos políticos y/o clases sociales, que hacen de ese aparato un instrumento de sus objetivos estratégicos y un aparato constructor de su modelo de ordenamiento social. La opción de ese entonces de ocupar el “Estado chileno” fue expresión de una toma de conciencia colectiva de que el estado de salud de la sociedad era un problema político de especial relevancia que comprometía no sólo el pacto social, sino la definición misma de la sociedad, basada en el principio de equidad.

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    1. Resumidamente, hacia fin de siglo van visualizando los problemas claves de la salud pública chilena, principalmente aquellos relacionados con la creciente miseria del pueblo. No obstante, las respuestas a estos problemas no resultan alentadores, la caridad privada continuaría siendo el alma y el cuerpo del sistema asistencial en Chile. En esta etapa adquiere protagonismo la lucha estamental de la intelectualidad médica, donde el proyecto científico busca al Estado, como el único aparato de poder desde el cual imponerse sobre el dominio aristocrático, respecto a la salud del pueblo y la nación. El Estado, por su parte se permitió ir arraigando en su interior a la ciencia y la técnica, lo que permitió así ir tomando cierta distancia de la oligarquía, adquiriendo una fisonomía propia.

      El estado asistencial en Chile termina a raíz del régimen militar, un estado que había efectuado una política social, que buscaba en temas de salud ser una vía de protección para la sociedad popular chilena, quebrantada por un sistema económico que tendía históricamente a reproducir la pobreza. Como resultado del golpe militar, se produce un regreso al modelo de sociedad y economía caracterizado, en primer lugar, por la separación del pueblo respecto del Estado; en segundo lugar, por la impunidad social del modelo económico liberal; y, en tercer lugar, por el rol subsidiario del Estado en el ámbito de la asistencialidad social. El pueblo ya no se constituye en una categoría del Estado, sino más bien el Estado asume un correspondiente rol económico (subsidiario). Visualizando de esta manera un nuevo cambio en la salud pública chilena, donde se produce una renuncia del Estado como responsable de la salud pública considerada como función y rol propio y constitutivo de su razón política.

      Sin embargo, todo el recorrido histórico y los avances respecto a salud pública que se logran vislumbrar en este periodo aún se tornan insuficientes. Los hospitales y centros de salud sobre demandados, con largas filas de espera, y en muchos casos con decadentes infraestructuras, nos siguen mostrando “una salud pública” frágil, un lugar donde se materializa “el cuerpo colectivo” un cuerpo que se percibe muy inferior respecto a la “salud privada”, de esta manera el principio de desigualdad sigue mostrándose en su máxima expresión. Claramente el estado sigue cumpliendo un rol incierto, que no evidencia un proyecto de sociedad civil democráticamente participativa y movida por una escala de valores fundada en el principio de igualdad.

      Saludos para todos.

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  5. Una sociedad desgarrada, titula a uno de sus capítulos Illanes, es una sociedad con mayor riesgo de morir y precisamente esto es lo que ocurría en el siglo XIX, con ausencia de políticas públicas que aseguren una salud de calidad, la inestabilidad política, las precarias condiciones laborales de los obreros y una seguidilla de conflictos bélicos mantuvieron la tasa de mortalidad elevada.

    En todo este contexto de grandes carencias, nace la Salud Social, a través de las Sociedades de Socorros Mutuos basada en el humanismo popular y la organización solidaria y como una alternativa expresamente contrapuesta a la caridad pretendían liberar al pueblo del desprecio.

    A fines del siglo XIX la labor del médico, no estaba bien regulada y no existía la profesionalidad del resto de las funciones de salud. El funcionamiento de la salud descansaba sobre dos pilares: el palacio y el hospicio. El equilibrio histórico de ese orden social se recreaba como dice la autora en ´´ la unidad de la miseria y la misericordia; del látigo y la lástima; del desprecio terrenal y el amor celestial´´.

    El siglo XX no estuvo exento de problemas, gran parte de la población sucumbio ante las las diversas pandemias de viruela y otras enfermedades, pero las crisis siempre terminan siendo una oportunidad, en este contexto se dan las primeras discusiones acerca de políticas de salud y resulta curioso con la contingencia que la primera gran discusión sea sobre el tema de la vacuna contra la viruela: la disputa entre la vacunación obligatoria y la persuasiva, discusión que duraría décadas.

    La creación de los servicios de salud, vino a configurar las bases de lo que es el modelo actual, junto con una creciente conciencia en lo que conocemos como salud pública.

    Respecto a esto mismo, me parece importante la definición que debemos tomar como nación y con una elección presidencial encima, respecto a las propuestas de una previsión única y seguros privados complementarios versus mantener la dualidad público-privada actual.

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  6. Este texto nos adentra en la historia social de la salud pública chilena en el siglo de 1980-1973 donde nuestros compatriotas lucharon por si mismos para organizarse y construir asociaciones y gremios con el fin combatir la pobreza, insalubridad e inseguridad social de aquellos años.
    Resulta conmovedor las cifras que se entregan sobre la mortalidad infantil, donde la mortalidad superaba a la natalidad, siendo los niños más pequeños quienes encabezaban esa lista “en Chile, nacer para vivir era claramente un privilegio”
    Se menciona el rol de las pestes y lo que ello ocasionó “Las pestes jugaron, sin embargo, el papel histórico de desnudar la pobreza; un rostro cadavérico apareció ante los ojos estupefactos de la sociedad dominante. Antes de su explosión política, la imagen del pueblo "varioloso", colérico, tísico, pestilente, penetró en los alfombrados salones del Congreso, de los municipios, de las casas patronales, del palacio de Gobierno. Se desbordó la institucionalidad caritativa, se estremecieron las conciencias, retumbaron los discursos, se crearon organismos y consejos”.
    Imposible no realizar un paralelismo con la situación del COVID19 que estamos enfrentando desde hace ya dos años, donde en sus inicios veíamos morir día a día a personas sin poder ayudarlas, sin saber como hacerlo. En el periodo del peak de la pandemia, trabajé en el Hospital San José, donde aun no existían vacunas y veíamos a diario el modo en que la persona empeoraba y no existía ni el conocimiento ni los medios logísticos para ayudarlo (falta de cama uci, falta de traslado aéreo, etc), se vivía en continua impotencia como me imagino debió ser en esa época y como también se vivía, y se vive, una profunda desigualdad.

    Muere el rico, ¡Oh dolor!, ¡ Qué funerales!
    los criados se afligen.
    ábranse fastuosas sepulturas.
    mil preces a los cielos se dirigen,
    lloran los vecinos, los curiosos,
    ... ¡Hasta lloran los curas!
    no se oye más que un grito:
    ¡Lástima del Señor! Era un Bendito.
    Muere el pobre: está solo
    al borde de la fosa
    impávido y grosero
    y hasta fumando está el sepulturero:
    cuando coge al difundo
    para echarlo en el hoyo preparado,
    dice con sangre fría:
    -¡Jesús! Y ¡cuánto pesa el condenado!
    y lo tira hasta el fondo del encierro,
    con tanto mimo cual si fuera un perro.
    Coge la pala al punto
    y mientras va la fosa llenando
    o tacos suelta o juramentos trinos.
    o alegres malagueñas va cantando
    como el que va encardando cebollinos
    es cosa que divierte
    la igualdad de la muerte'''.

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    1. Hola Johanna, al ir leyendo el libro me paso lo mismo, fue inevitable no pensar en la pandemia actual. Me llamó la atención que a pesar de años de avances en cuanto a políticas publicas y mayores recursos, nos vimos enfrentado a un escenario similar, lleno de desigualdades y pobreza, donde nuevamente tuvo que intervenir la caridad y movimientos ciudadanos (donaciones, ollas comunes y mas).

      Saludos
      Catalina Zilic

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  7. La lectura de estas semanas nos muestra el camino que recorrió nuestro país entre los años 1880 y 1973 para lograr tener las políticas de salud pública a la que hoy estamos habituados. Este camino fue tortuoso, forjado a expensas de los grupos sociales más desfavorecidos.
    La filantropía, principalmente la caridad cristiana de aquellos con mayor poder adquisitivo, fue el pilar fundamental de la idea de salud pública en la sociedad chilena en el siglo XIX, que se caracterizó por las brutales cifras de mortalidad infantil principalmente por etiologías infecciosas, y se mantuvo hasta las primeras décadas del siglo XX. En este devenir queda establecida con claridad la estrecha relación entre enfermedad y condición social, que se perpetúa hasta la actualidad, haciéndose dolorosamente evidente en tiempos de pandemia actual.
    A lo largo del libro, se observa el paulatino transitar del rol del estado chileno hacia la “salud social” (concepto que promueven organizaciones sociales) hasta alcanzar un rol protagónico. Se marca un hito en 1952, con la promulgación de la ley que establece un sistema nacional de salud encargado de ofrecer protección de salud a toda la población. En los años posteriores se evidencia una relativa mejora a los accesos de salud, además de un marcado descenso de la mortalidad infantil. Sin embargo, el crecimiento acelerado de la población, la migración del campo a la ciudad y las dificultades económicas de este periodo excluyeron a una parte no menor de chilenos, que se mantuvieron al margen de los beneficios estatales. Esta situación se vio agravada en 1973 y el inicio de la dictadura militar y los cambios radicales de las políticas sociales que esto conllevó.
    Me resulta perturbador, tal como describe Constanza, como una y otra vez a lo largo de la historia, se repiten los mismos patrones: la política decide intervenir en la problemática de la morbimortalidad de su población, particularmente en lo que respecta a los sectores con mayor vulnerabilidad socioeconómica, no por una genuina preocupación por las personas, si no por la amenaza de falta de mano de obra, que se traduciría finalmente a pérdida económica, y daño a lo privado.
    Desde que inicié mis internados en el Hospital de Puerto Montt he ido interiorizando que ser médico y trabajar en el sistema público de salud nos da ventajas que difícilmente en otra profesión se encuentran en forma simultánea: por un lado, está el privilegio de pertenecer a un grupo de personas que gozan no solo de cierto prestigio o reconocimiento social, además de un importante bienestar y estabilidad económica, sino que (a mi parecer) aún más importante, es que a pesar de pertenecer a un grupo privilegiado, tenemos la oportunidad de interactuar diariamente con nuestros pacientes y enfrentarnos cara a cara a otra realidad a la que quizás muchos no habríamos tenido la oportunidad de visibilizar en otras circunstancias: una realidad donde los recursos escasean; donde el lugar donde vives condiciona una mayor morbimortalidad; donde no existe un acceso oportuno a necesidades que nos parecen tan básicas como la salud o la educación; una realidad donde a pesar de todo el camino recorrido, la dignidad no es la regla. No olvido la foto del colega que participa en una marcha que porta un cartel con la frase: “si tus pacientes no te duelen, el título te queda grande”. A partir de esto logro entender como en el año 1930, la asociación médica de chile se moviliza y es capaz de intervenir activamente en pos de quienes más lo necesitan. Este movimiento debe seguir vigente como una invitación a mantener un rol activo en la construcción de mejoras en políticas públicas, trabajar en los determinantes sociales de salud, teniendo en cuenta la opinión de organizaciones sociales y comunidad en general para establecer prioridades y objetivos, para no descansar hasta tener una salud donde prime la calidad técnica, la equidad y el acceso oportuno.

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    1. “Esta Asociación de Médicos de Chile en mi concepto tiene en estos momentos una importancia vital para Chile entero. La acción de esta entidad nueva no va a ser sólo una acción de defensa económica, sino una acción social. La acción social de una entidad de esta especie no puede ser, no debe ser la misma acción social de entidades, de organismos de carácter político, económico, o gremial que vemos a diario actuar en la vida colectiva, sino que tiene que ser la expresión más nítida de la voz desapasionada, sincera, tranquila de la ciencia haciéndose escuchar a través de sus mejores cultores, los médicos”

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    2. Concuerdo mucho contigo Carla, creo que nuestra profesión como funcionarios de salud nos lleva incluso a abrirnos sobre ciertas posturas que en algún momento percibimos lejanas a nosotros . Recuerdo las cosas que se me vienen a la mente cuando escucho "vocación", el deseo ferviente de ejercer nuestra profesiones, aún si no hemos adquiridos las aptitudes ,en un 100%. Esta carrera , tal cual mencionas, nos permite visibilizar realidades, sensibilizar con otros y no juzgar, entender y comprender vivencias. Nuestro rol social , a mi parecer, es una de las aptitudes mas gratificantes de nuestro desempeño, nos regocija de altruismo. Las movilizaciones en donde han participado médicos , tal cual nos entrega algunas pistas la autora, como el gremio de médicos se involucra en lo social, pero como también salen obstáculos al camino, fueron fructíferas y espero lo sigan siendo en pos de la sociedad Chilena. Se me vienen a la mente distintos protagonistas en la historia como S.Allende o M.Enriquez, quienes no dudo que su profesión fue una protagonista en sus decisiones futuras.

      Somos médicos psiquiatras en formación, podemos ayudar en una verdadera salud pública, a un pueblo que pide a gritos ayuda y ser una pieza relevante en cambios para una salud digna.

      La semana pasada, realizamos una visita multidisciplinaria con parte del equipo de San Bernardo. Fuimos a ver una usuaria ya que no había contestado los ultimos dos controles anteriores. La visitamos, la escuchamos y la orientamos. Cuando le pregunté por que se habría bajado dósis de la medicación sin haber consultado previamente, su madre me interrumpe y me menciona, con lágrimas en sus ojos, que han hecho todo lo posible por conseguir horas pero que es muy dificil lidiar con un sistema en donde puedan acudir de forma espontánea. La madre nos señaló , con voz enérgica que su hija era un ser humano y que no es un objeto, que los fármacos le provocan epigastralgia y que solo le han indicado omeprazol para lidiar los síntomas, pero que finalmente terminaron en urgencias por una complicación. "Mi hija no se suspendió los farmacos porque se le dio la gana, a mi hija se le estaba pudriendo la guatita, no sabiamos qué hacer". La escuchamos y entendimos su dolor. Nos agradeció tan solo por escucharla y nos pidió perdón por "desahogarse". El perdón se lo debíamos nosotros, porque el sistema daña , es desigual y abusivo. Son experiencias que dan rabia, me dio rabia por no poder decirle que no iba a volver a pasar, no podría mentirle... Situaciones como estas son las que nos dicen : oye esta es la realidad, por ellos hay que moverse, esforzarse, visibilízalos y recuérdalos, porque en un futuro nada de lejano estas vivencias van a hacernos tomar decisiones espero que correctas.

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  8. En su libro, María Angelica Illanes, cita a Platón para referirse a un sistema de Médicos esclavos para los esclavos, y médicos libres para los libres. Nos enfrenta prontamente con la incómoda realidad del rol que el sistema de salud tiene en la gobernabilidad de las masas, entregando al modelo económico mínimos olvidados por este, con el fin de facilitar soluciones de bajo costo a las problemáticas que aquejaban al proletariado. Explica, que en una configuración de corte minarquista, el estado proporciona un propicio ambiente para la explotación obrera, entregando solo lo estrictamente necesario para lograr que el cuerpo como herramienta de trabajo se mantenga productivo y evitar la sublevación, siendo la mantención de un gobierno, un costo embarazoso pero proporcional para el empresariado.
    Es así como Illanes nos pasea entre las diferentes etapas de la historia de la nación, en que los sectores más desprotegidos debieron ingeniárselas para recibir los escasos mínimos posibles, y como los empáticos sectores acomodados se plantean tender una mano bajo la excusa de la caridad, jurando hacer propio el sentir popular, a través de donaciones altruistas. Ejemplo claro son las Gotas de Leche, donde los señores del carbón de Lota, destinaban parte de su riqueza para proporcionar una alimentación digna a su naciente mano de obra.
    Pero el grueso de esta historia, radica en las coyunturas que obligaron a doblegar esta realidad, y como el sistema de salud que damos por sentado el día de hoy, se construye a base de numerosas reformas, revueltas, matanzas, hambrunas y epidemias. La generación que nacimos amparados por la transición a la democracia, pasamos 30 años de relativa estabilidad política, con avances importantes en materia de salud, pero sin grandes cambios en como este sistema es planteado en su bases últimas, por lo que una reforma profunda puede parecernos una fantasía más cinematográfica que anclada en la realidad. Y si bien, el concepto de salud de la OMS que nace en la postguerra nos parece lejano, es en términos generales, relativamente nuevo versus la historia de como la ciudadanía se organiza en pos de él, o, ante su ausencia.

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    1. Parece ser que la precariedad, siempre fue el motor más importante para los cambios. De la total ausencia de compromiso por parte del estado con la salud de sus gobernados, nacen instancias como las Sociedades de Socorros Mutuos, que se preocupan inicialmente de la muerte digna de sus miembros, para extenderse a la contratación de médicos propios y escuelas nocturnas. Pero estas iniciativas, con todo el respeto que merecen como organizaciones autónomas surgidas desde las bases obreras, palidecen ante la falta de apoyo del estado, tanto en cobertura como en financiamiento. Corresponden a estrategias ante el abandono total, insuficientes, pero necesarias para lograr mínimos, parecido a los bingos que 150 años después planteaba el ministro Varela para arreglar goteras en los liceos.
      Por otro lado, las crisis de la viruela y el cólera, presentan un desenmascaramiento de la miseria en Chile, y logra arrebatar a regañadientes al congreso una ley de vacunación obligatoria, contra los sectores que claman la espiral irremediable hacia el asistencialismo. ¿Es esta peste una real llamada de atención a los más acomodados, que se desayunaron con el día a día de sus trabajadores? ¿O simplemente la contradicción se agudizó lo suficiente para ceder un poco de terreno para evitar la sublevación? Es justo decir, que en específico el cólera, la tuberculosis, la sífilis y la falta total de estrategias de control de natalidad, fueron problemas que en mayor o menor medida afectaron a todos los estratos sociales, aunque el sacrificio proporcional de muertes, siempre fue mayor en los desprotegidos, que vieron crecer el sistema de salud a pequeños saltos temerosos.
      El rol de la sociedad médica, fue importante en estos cambios, pero pareciera que en la mayoría de las ocasiones, sirvió más para legitimar desde la ciencia las demandas o contra medidas, más que para lograr, desde nuestra propia vereda, los avances necesarios. El poder intelectual fue repartido en ambos sectores, y fue utilizado para reivindicar posturas bajo la opinión de expertos. Pero la democratización de esta intelectualidad, el acercar a los curanderos a las bases se tornó imperativo ante el cambio de paradigma que ofrecieron los 60´s, en que incluso los sectores conservadores de la falange nacional, daban por inminente la necesidad de crear herramientas de poder popular (tutelado?).
      Leer sobre los avances realizados en los gobiernos de Frei y Allende, es como ver una película habiéndose comido 17 años de spoiler militar. Aunque desde veredas muy distintas, el reconocimiento del sismo político que significó la revolución cubana, la nueva visión que impera sobre el reconocimiento de las necesidades de la clase obrera, hace imposible mantener un sistema basado en la caridad, que enfrente a médicos y pacientes por un estado insuficiente. El manejo de la llamada epidemia de los abortos, la integración de las ciencias sociales al curriculum de las escuelas de medicina, iniciativas como el tren de la salud o la ampliación de planes de vacunación y nutrición infantil, son pasos importantes a la democratización de la salud, y nos recuerda que las ideas que se plantean hoy para Chile no están tan lejos de las bases cimentadas casi 60 años atrás.
      Pero también nos recuerda la fragilidad de los derechos conquistados ante la irrupción de una oligarquía totalitaria, que disfraza con discursos de unidad nacional sus intenciones de desmantelar las victorias marcadas de sangre que se han sucedido durante nuestros 200 años de historia. Siempre es relevante recordar, que ante la irrupción de estos sectores, todo el sistema que damos por sentado, con sus defectos y virtudes, en nuestros 30 años de relativa tranquilidad, se ve amenazado ante los que quieren mantener el sistema de esclavos para los esclavos.

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  9. Al leer hace algunas semanas “La Locura de la Psiquiatría” del profesor Dr. Alberto Fernández Liria en dónde repasa la historia de la Psiquiatría, aumentaron mis ganas de leer y saber la historia de la salud y la psiquiatría en Chile, sus orígenes, su desarrollo, sus virtudes y defectos. Y estas semanas al leer “En el nombre del Pueblo, el Estado y la Ciencia” de la historiadora Dra. María Angélica Illanes quedé encantado, feliz y agradecido de poder conocer más acerca de la historia de la salud pública en Chile.
    Mi primera reflexión es que es un libro indispensable, de lectura obligatoria no sólo para psiquiatras, médicos y profesionales de la salud, sino también para el mundo las humanidades y en realidad para la población en general porque quién no conoce su historia, está condenado a repetirla. Lo primero que hice mientras leía, fue compartir el libro con mi esposa (quien es enfermera) y mi hermana quien es trabajadora social y luego con mi papá.
    La autora nos contextualiza muy bien los momentos históricos a través del libro, primero nos muestra una sociedad desgarrada a fines del siglo 19, con condiciones de vida infrahumana para la gran mayoría de la población, con una mortalidad infantil altísima y en dónde los accidentes laborales, algunos de ellos fatales, eran pan de cada día. Sin siquiera un descanso dominical, el que se logró recién a comienzos del siglo pasado y en un comienzo sólo semana por medio. En esta época la salud de la población estaba a cargo de la caridad de la iglesia y de la aristocracia. Es en esta realidad dónde nacen las Sociedades de Socorro de obreros que luego se juntan y que corresponde a la génesis muy básica de los que hoy conocemos como seguridad social. También la Asociación Médica juega un rol fundamental, primero en las ideas, en tratar de convencer a la oligarquía y a la clase política, que las plagas, infecciones y alta mortalidad de la clase trabajadora se debía a sus condiciones sociales, al déficit de viviendas, a la falta de higiene, a la desnutrición. Luego de una ardua lucha se consiguen importantes logros que hoy parecen básicos como fue la creación de una estadística, la alimentación de los recién nacidos y la ayuda a las madres con la creación de salas cunas, además de crear una incipiente organización de salud pública a nivel del estado con la creación del Consejo Superior de Higiene Pública.
    En las siguientes décadas, luego de una crisis económica mundial y con las consecuencias que esta generaría también en Chile, nuevamente los más afectados son los obreros y las clases trabajadoras, quienes continúan con condiciones sociales y laborales paupérrimas, con mejoras mínimas, aunque esperanzadoras con respecto a las décadas anteriores pero con una institucionalidad de salud pública naciente, que se materializará en la creación de dos ministerios: el Ministerio de Salubridad y Ornato y el Ministerio del Trabajo, ambos creados a inicios de la década de 1930. Ambos ministerios tienen mucha relación, puesto que las condiciones paupérrimas del trabajo se manifestaban finalmente en los cuerpos, es decir en la salud de las personas. Se fomentó la educación en salud, ornato y aseo en la población, se incluyó a los profesores en los pedagógicos y escuelas normales para que pudieran educar y enseñar a la población sobre la higiene y la salud. Posteriormente en 1952 se crea el Servicio Nacional de Salud con la misión de ofrecer salud a toda la población y que es una institución clave hasta el día de hoy en las mejorías de la salud pública en Chile, en la disminución de la malnutrición y mortalidad infantil, en la vacunación exitosa de la población, y por sobre todo en el desarrollo de una medicina preventiva. El aporte del Dr. Salvador Allende y el Dr. Eduardo Cruz Coque fue muy valioso, se la jugaron por la institucionalidad y mejoría de la incipiente salud pública chilena.
    Continúa....

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    1. En los años sesenta, marcados por las reformas universitarias, la sociedad reclama la democratización y la participación, hay una incipiente clase media, las condiciones de la clase trabajadora han mejorado, pero siguen siendo paupérrimas. En este contexto es que nace la Medicina Comunitaria como una especie de Medicina Integral con acciones preventivas y curativas en el medio ambiente con la participación activa de la comunidad organizada. Nace con los jóvenes médicos empapados del ambiente reformista y las protestas de mayo del 68. Uno de sus propulsores es el Dr. Miguel Ángel Solar, quién presidía la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica en 1967, el año de la histórica toma de la Universidad.
      Sin dudas el texto nos plantea una hermosa reflexión acerca del futuro de la Salud Pública en Chile. Nos invita a pensar la sociedad y la Salud que queremos para nuestro país. Me parece fundamental no olvidar nunca el espíritu de solidaridad, entrega y sobre todo el sentido de lo público de la Asociación Médica de comienzos del siglo pasado. Recuerdo unas palabras del Dr. Salvador Allende en la Universidad de Guadalajara en 1972: “hay muchos médicos que no comprenden que la salud se compra y que hay miles, miles y miles de hombres y mujeres en América Latina que no pueden comprar la salud”. Me parece necesario en el Chile actual tener un seguro único de salud, una base similar a lo que inició Inglaterra el año 1948, en que exista un piso de Salud para todos y todas, que exista una salud transdisciplinaria con una organización amplia en que participen Universidades, la academia, instituciones de seguridad social y con un robusto sistema de previsión social y laboral.

      Diego González Castro

      PD: Comparto el link de la película Subterra basada en los cuentos de Baldomero Lillo y que nos muestra las condiciones de vida de fines del siglo 19 e inicios del 20. En la película se muestra claramente lo relatado en el libro "En nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia"
      https://www.youtube.com/watch?v=gY-Bx1aUeQ0

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    2. gracias diego por la pelicula... no la habia visto.

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  10. Al reflexionar sobre la lectura de estas semanas y leer los comentarios de mis compañeros, no deja de resonar en mi cabeza “un pueblo que no conoce su historia, está condenada a repetirla”. El libro María Angelica Illanes, nos transporta por toda la historia de nuestros pueblos y su relación con la medicina, la pobreza, la injusticia y su ignorancia por quienes no la viven, no la presencia. Es curioso como de una manera casi calcada (para ser justos con cierta escala de grises) podemos hacer cierto símil entre la peste bubónica y el COVID, de como una enfermedad extranjera, afecta de manera grave a la sociedad más pobre e indefensa, que vivía en el hacinamiento del norte, siendo por otro lado una de las zonas que producían mayor cantidad de ingresos en el mismo país, si hacemos un paralelismo con lo sucedido con el COVID y su expansión desde el barrio oriente al poniente de Santiago. En varios capítulos nos damos cuenta que nuestro sistema de salud está construido sobre revolución, sobre esfuerzo y sobre lamentables consecuencias teñidas con muertes de quienes más lo necesitaron, me llena de orgullo leer que fueron muchos médicos los que quitándose su marca de “elite”, lograron trabajar con las personas que menos acceso tenían, con los “internos scouts”, con los médicos infiltrados en salitreras, para realmente vivir de la manera en que los obreros realmente subsistían.
    Por otro lado me preocupa que la dinámica actual siga siendo la misma que hace 100 años, una policita o mejor dicho políticos que perteneciendo a la “elite”, no sepan la realidad de su sociedad a la cual gobierna o por quienes fueron elegidos; a su vez que la sociedad termine explotando por la injusticia y que finalmente las políticas de salud pública queden relevadas a el “impacto” económico que puedan tener sobre las riquezas personales del empresario de turno.
    Es así como también llama la atención todos los años que tomaron avanzar temas tan básicos como el descanso dominical, el cual fue primero aprobado para mujeres y niños, algo como el trabajo infantil que vemos tan distante para nosotros no lo era en nuestra sociedad reciente, la creación de ayudas para accidentados laborales era precaria, siendo una de las causas mas importante de mortalidad, la falsa justificación del empresariado con sus propios trabajadores justificando sus accidentes por su “flojera” o “alcoholismo” y como en cada uno de estos puntos fueron médicos porfiados los que lograron demostrar que no es relevante este punto si existen riesgos, que existen responsabilidades en las condiciones laborales para la “causa u ocasión” de accidente laboral.
    Como reflexión final, creo que estamos llamados y obligados por todos los médicos que se mencionan en el libro, su trabajo, su perseverancia, su impronta a ser el puente y el cable a la realidad entre nuestros pacientes, sus necesidades y este otro universo que nos gobierna al parecer desde una realidad distorsionada, somos los llamados a mantener los pies en la tierra y destacar la importancia de la salud comunitaria.

    Saludos a todos.

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  11. La preocupación de la alta sociedad, de la política y de todos quienes tuvieran el poder a fines del siglo IX en chile queda tristemente registrada en las misivas enviadas a la cámara por algunos diputados de la época, en las cuales su preocupación por la gran mayoría desvalida de la sociedad, teniendo claro que no existe la preocupación por ellos, se expresa en términos de perdidas económicas, inmoralidad y delincuencia que, de forma indirecta, les afecta, a la distancia. una desconexión total al sufrimiento de la clase trabajadora explotada y el sufrimiento de las familias azotadas por el hambre, la falta de higiene y la muerte.

    Luego se destaca el rol los médicos de fines del siglo IX, en presionar y exigir al gobierno que se haga cargo de la carencia y no de dar caridad. Uno podría pensar que es cosa del pasado, pero solo hace una semana realizó una nueva Teletón, apelando a la caridad de los chilenos de todos los estratos sociales para hacerse cargo de personas con diversos grados de discapacidad, que requieren rehabilitación. No es mi intención criticar a este institución, es mas, considero que es de las pocas cosas que realmente hablan bien de las personas como sociedad, el deseo de ayudar a los que mas lo necesitan, aunque sea por pocos días, y quizás es cierto que hay personas que inescrupulosamente se ven beneficiadas por esta institución, no le quita el merito de hacerse cargo de un deber que el gobierno chileno ha ignorado y que en algún momento debiera asumir, aunque tengo serias dudas sobre su capacidad de hacerlo mejor.

    Continuando con las semejanzas del pasado con la actualidad, se discutía sobre la obligatoriedad o voluntariedad de aplicar una vacuna para la viruela, sobre el bien común vs las libertades individuales, sobre quienes recaen las culpas de un epidemia, discusiones que también tenemos hoy por el COVID y también en otros paises, sobre todo europeos, donde se esta abrazando la idea de una vacunación obligatoria.

    Es relevante como el servicio público comienza a erigirse de la mano con los conceptos de salud publica, pues es por mejorar la salud de la población que se prioriza la higiene, se busca mejorar la calidad y el acceso a viviendas, se busca proteger a la sociedad de epidemias que azotaban al mundo, se necesito de la amenaza del cólera para entender que las autoridades deben hacerse cargo de las necesidades básicas de la población y que no pueden quedar estas supeditadas a la capacidad individual de obtenerlas.

    Dicho esto último, hoy estamos insertos en una sociedad que no necesita de guerras civiles o revueltas para elegir a quienes los presentan y hacer sentir sus ideas, Claramente no estamos en los siglos pasados, con los niveles de carencia de ese entonces, pero siguen existiendo, y también sigue existiendo la discusión sobre lo que debe proveer un estado y lo que son los deberes y libertades individuales, creo que es necesario aspirar a un equilibrio sobre ambas y en estos momentos el estado debe hacerse mas presente, sin corrupción, pero es muy complejo comprender o prever que es lo que hay que sacrificar para poder garantizar algo que se desea y no se tiene. y como otro compañero menciono, estamos en elecciones donde hay grandes promesas y yo me pregunto, ¿que se sacrificara por ellas?




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  12. Esta obra es una invitación a todo aquel que lo lee a una reflexión profunda. Desde su portada enmarcando a dos mujeres que en sus caras, en sus arrugas y en sus manos se refleja trabajo y esfuerzo. A su alrededor una habitación humilde, de paredes resquebrajadas y la oscuridad iluminada por la tenue luz de una vela. Tal vez son madres e hija, hermanas, vecinas, amigas, con una guagua dormida o enferma, pero juntas apoyándose, en la desidia, en la necesidad eso es La mujer del pueblo de Chile, eso es el Pueblo. Como lo dice en su articulo Jorge Gaete. “En este texto, que tal vez marca un antes y un después en el tratamiento historiográfico profesional del tema, un rasgo importante asoma desde su portada: historial social de la salud pública.”
    Esta obra de María Angélica Illanes es un recuento histórico tan valioso, tan rico y completo que como lo menciona la autora es “una memoria de lucha” de nuestro pueblo y es una invitación a la reflexión de todo aquel servidor público a dignificar la dignidad de las y los ciudadanos que habitan este país. Y es aquí cuando esta frase cobra para mi tanta relevancia y le pone el acento a la importancia de esta obra "Para vencer las desigualdades no basta la determinación; es necesario, Además, entender su origen”.

    En cada una de las partes la autora nos va mostrando el surgimiento histórico social de la Salud pública. En primera instancia con el cuestionamiento desde pueblo al orden aristocrático de la época, “Ante este espectáculo de lujo y abundancia, el pueblo de Chile moría de miseria y abandono”. Condiciones de vida paupérrimas e inaceptables de la clase obrera, donde primaba la miseria, el hambre y la degradación moral de un pueblo olvidado y abandonado por la indiferencia de la sociedad dominante poderosa y del Estado ausente en políticas de protección social. Esto enmarca la necesidad de las clases trabajadoras y populares a la unión y organización “en pos de la defensa solidaria de la vida y el digno enfrentamiento con la muerte”.

    Y es así como se va gestando y nace la Salud Social, surgiendo a mediados del siglo XIX las sociedades de socorros mutuos como el primer esbozo de organización de la salud y de un sistema de previsión social, que, aun ejerciendo funciones muy limitadas, era un gran avance para una clase obrera. Históricamente significaron una revolución en la Sociedad popular chilena, Sin embargo, al nacimiento de esta salud social lo continua una gran represión que pone de manifiesto como los gritos de auxilio un pueblo azotado por la hambruna, la pobreza, las plagas, las pestes y la muerte eran carentes de importancia para el Gobierno Republicano. Fue muy importante leer como los médicos tuvieron un rol muy relevante en esta época y que además este surge desde una conciencia reflexiva del cuestionamiento de la formación y la práctica y del impacto que esta tenía en la salud pública y las personas.

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    1. A raíz de estas pestes y plagas que afectaban a la población “obrera” “productiva”, y la falta de resolutividad de la caridad privada comienza a vislumbrarse que el Estado debía tal vez asumir responsabilidad social. Pero es el pueblo que ante estas catástrofes empieza organizarse. Con Balmaceda comienza la tarea estatal de salubridad pública, lo que da paso a la creación y participación en gestiones de políticas sanitarias. Hay un extracto del libro que no deja de sorprenderme porque a pesar de su antigüedad, no es tan alejado ver destellos de este pensamiento en algunos políticos actuales, cuando se planteaba cámara de diputados el proyecto a la habitación popular para obreros:
      “Este proyecto implica el reconocimiento del socialismo de Estado en su forma más audaz. Se quiere que el Estado, extralimitando sus funciones naturales e invadiendo el campo de acción de los individuos, suministre habitación a los que no la tienen. Mañana se pedirá́ que los alimente y que ¡os vista. Todo es inaceptable^''.
      Con este proyecto aprobado y con la postura de Balmaceda queda asentado la necesidad de tomar medidas de política sanitaria y “estadística para poder apreciar debidamente las causas que tienen mayor influencia en la mortalidad". Con las guerras, las pestes, la organización obrera, los médicos “con su código sanitario bajo el brazo, urgiendo se atendiese a las condiciones higiénicas del pueblo, creando una autoridad sanitaria capaz de poner a la ciencia al servicio de la salud pública”. Destacando así la premisa “La peste no era ahora sólo un asunto sanitario: era un síntomas socio-político”. Esto lleva a que el Estado deba ir transformándose para lograr equilibrar a un pueblo organizado, descontento y con exigencias claras y al modelo capitalista y de la sociedad dominante, con todas los obstáculos y resistencias el Estado progresivamente debe ir haciéndose cargo de la salud de las personas. Evolución que lleva a creación de Sistema Nacionales de Salud con un enfoque preventivo que énfasis en la atención ambulatorio en consultorios. Con la dictadura militar, se retrocede en los avances logrados hasta la época, partiendo con la separación del binomio Pueblo/Estado, impulsando un sistema económico liberal, donde el pueblo pasa a ser una característica económica del Estado, el pueblo como “costo social”.
      Finalmente creo que leer este libro en la época actual que estamos viviendo es de suma relevancia, ante procesos complejos que vienen próximamente como elegir el próximo presidente de esta gran nación, no dejo de pensar en la importancia de “impregnarse de la historia” como bien destaca María Angélica Illanes como una necesidad para comprender, comprendernos y no olvidar.
      Saludos a tod@s

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  13. En distintos capítulos del libro se me vino a la mente la frase “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, no con el agrado que puede traer esa reflexión (es decir, como si no estuviéramos repitiéndola) sino con la desazón de que lo mismo ha ocurrido una y otra vez. La historia de nuestro país ha sido una larga lucha por parte de quienes han tenido menos, por tener un poco más, con periodos intermedios de “calma”, sustentados en que las masas se mantienen dóciles (principalmente por el terror a volver a perder lo ya arriesgado en las anteriores luchas) y por lo tanto los intereses de los poderosos no son amenazados. Resulta desgarrador pensar que hace menos de 2 siglos, “nacer para vivir era un privilegio” en nuestro país. A pesar de que existe registro histórico de esta situación, los discursos se siguen repitiendo a través de las décadas hasta el día de hoy, acusándose a quienes luchan de ser resentidos, de querer todo gratis, o derechamente de tratarse de “gente violenta”. Hubo periodos de nuestra historia que mostraban luces de un camino hacia un sistema centrado en la seguridad social y la medicina comunitaria, dejando de lado los intereses económicos y poniendo el foco en las necesidades de los individuos, solo para luego ser nuevamente arrebatados por quienes podían inclinar la balanza hacia su propio beneficio, llegando al punto de destruir todo el avance que significó (o que podría haber significado a la larga) la constitución de un Sistema Nacional de Salud. Cuando la profesora Illanes desglosa el camino hacia la constitución de un estado asistencialista, partiendo desde el primer paso, esa absurda “caridad” de recibir lo que se podía y no exigir nada en lo más mínimo, es conmovedor y al mismo tiempo doloroso pensar todo el sufrimiento que ha tenido que existir para avanzar en materia de derechos básicos. Resulta una lectura interesante y alarmante al mismo tiempo, en especial a una semana de unas elecciones que podrían muy bien quitarnos gran parte de los avances de los últimos años, e incluso algunos de los descritos en el libro. Esperemos que esta “memoria de lucha” no sea solo un recuerdo que pueda ser borrado en los próximos años por aquellos a quienes más les conviene.

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  14. Este libro cuenta la historia de nuestra salud publica, el transitar de nuestro país entre los años 1880 y 1973. A fines del siglo XIX había mucha desigualdad y la salud estaba mayoritariamente a cargo de la caridad de aquellos con mayor poder adquisitivo, existía mucha desigualdad lo cual se evidenciaba en las aberrantes tasas de mortalidad a expensas de causa infecciosas, en ese contexto el mundo intelectual incluyendo agrupaciones medicas comienzan a generar políticas publicas, para garantizar una salud a cargo del estado, un estado de bienestar y asistencial, es así como pasamos desde una salud dependiente de la caridad a una dependiente del estado.
    Es así como en la década del 50 establece un sistema nacional de salud a cargo el que tiene por tarea brindar protección de salud a la población Chilena, es así como se inicia un arduo trabajo producto del cual mejoran cifras de mortalidad, y acercaron la salud a la mayoría de la población, presentando al igual que en la actualidad dificultad para incluir a aquellos geográficamente distantes a las grandes urbes. Es de relevancia de cara al presente y futuro inmediato considerar que muchos de los avances logrados hasta ese momento se vieron afectados en contexto de la irrupción de la dictadura y todos los efectos deletéreos de esta en la salud de la población.
    Leer este libro me hace pensar en el momento que actualmente estamos transitando como sociedad, en que nuevamente quienes tienen posibilidad (todo tipo de agrupaciones sociales) han alzado su voz por aquellos que no pueden y que mas lo necesitan, posibilitando el poder construir una mejor sociedad, para vivir mejor y de forma digna… pero como todo proceso de cambio también tiene sus detractores.
    Como agrupación medica tenemos el deber y la posibilidad de ser actores activos en la generación de políticas publicas que busquen aumentar el rol del estado como protector de la salud de todos los habitantes del territorio nacional, y no solo de algunos o de algunas patologías y condiciones, educar sobre el falso exitismo al cual el sistema neoliberal nos somete, generar mecanismos de prevención en nuestra población tanto a nivel micro como macro. Gran tarea nos queda por delante, pero sin lugar a dudas es importante avanzar en bloque de la mano de la ciencia y la conciencia en apoyo de aquellos que mas lo necesitan.

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    1. Que importante Paola lo que mencionas respecto al rol activo que podemos y debemos tener en esta construcción de una mejor salud pública en relación al proceso contingente que está ocurriendo en nuestro país y que nos da una hermosa oportunidad de participar desde una vereda que nos permite alzar la voz y ser escuchados de una forma distinta. Promover la creación o mejora de políticas públicas es sin duda una gran labor en la que podemos aportar un granito de arena que sumado a otros granitos finalmente pueden formar un gran colchón o Sociedad de Socorro para todos quienes habitamos este ecosistema.

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    2. Muy interesante lo que comentas. Concuerdo plenamente en que la agrupación médica y de salud en general termina siendo la voz y abogacía de quienes no están considerados por el Estado, así como quienes a través de su posición pueden obtener la vivencia directa de estas personas, las dificultades habituales y los déficit en recursos que se han reportado a través de todos estos años. Cuando el sector de salud se manifiesta lo hace con conocimiento de causa, tanto desde el punto de vista científico, asistencial y logístico, así como del humano, del vivenciar mismo de las personas que asiste y de cómo, en los agujeros del sistema actual, no reciben las prestaciones ni la urgencia que les corresponde.

      Nicolás Jonathan Melej Varela
      Residente de Psiquiatría Infantil-Adolescencia UChile, Sede Sur

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  15. A lo largo del libro podemos hacer un viaje en lo que ha sido la historia de nuestra salud pública entre los años 1880 y 1973. Y en base a esto es interesante ver cómo ha habido cambios vertiginosos en esta, donde los protagonistas de la salud pública la mayoría de las veces son quienes han tenido menos participación o voz en estos cambios, lo cual no dista mucho de la realidad que actualmente vivimos.
    Grandes iniciativas que surgieron desde la necesidad y vivencia de las mismas personas, como las Sociedades del socorro, se fueron privatizando asociado a promesas de mejoras en la administración, hecho que si miramos en retrospectiva no dio ni ha dado el ancho, por el contrario, en algunos puntos ha sido más bien en desmedro de las personas. Y este punto en específico me parece relevante de destacar, ya que podemos ver cómo desde la organización del mismo pueblo, se logró crear un espacio de ayuda en tiempos de enfermedad y/o muerte de una una persona y que iba en pos de la familia como un recurso real y concreto, algo que verdaderamente funcionaba para las personas pero que de algún modo en un punto dejó de ser lo suficientemente autosustentable, por lo cual se comienza a hablar de la necesidad de que el estado pueda hacerse cargo de estos aspectos.
    En la actualidad, vemos importantes cambios en nuestra salud pública y que están tremendamente entrelazados con lo socio político de nuestro ecosistema, es imposible negar los cambios que ha habido no solo desde “la salud misma”, sino también, en otros elementos que impactan de forma directa o indirecta en este concepto de salud. Es de esperar que en este importante tiempo que se nos aproxima, se pueda trabajar en mejorar o crear espacios seguros donde se procure el respeto y dignidad hacia la salud de las personas, pero esto visto como un todo, no solo como el manejo o tratamiento de la “hipertensión arterial”, sino como todas las aristas que de alguna manera impactan en el bienestar global del pueblo y que van da la mano de la salud pública digna y de calidad.

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    1. Qué importante lo que mencionas sobre el entrelazamiento con lo sociopolítico, cómo hablar de Salud Pública inmediatamente nos remite al resto de áreas que como seres humanos compartimos en sociedad. Salud ya no es "solo salud", sino que salud implica una vida en sí misma tranquila y serena en los aspectos más importantes, como lo serían el resguardo por el desarrollo evolutivo de las personas desde sus más tempranos pasos por este mundo: infancia-adolescencia, adultez, adultez mayor, salud, trabajo, familia, educación, etc.

      Nicolás Jonathan Melej Varela
      Residente de Psiquiatría Infantil-Adolescencia UChile, Sede Sur

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    2. Coincido con ustedes Javiera y Nicolas en que, entre lo sociopolítico y la salud pública existe una relación indisoluble. Situación bastante lamentable, considerando que el bienestar social no reconoce color político o distingue entre períodos de gobierno en específico. En este sentido, es de suma urgencia que en nuestro país se transite a generar políticas públicas destinadas a garantizar ciertas necesidades básicas de la sociedad, que sean de carácter transversal a todo gobierno. De esta forma, se garantiza una continuidad en dichas medidas, al mismo tiempo que se logra obtener mejores y duraderos resultados al largo plazo.

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  16. Agradezco la oportunidad de haber podido acceder a esta lectura, y a la invitación que la autora nos hace a reflexionar sobre nuestro rol en los procesos de construcción de lo que hoy tenemos como institucionalidad de la salud pública de nuestro país.
    Dicho esto quisiera destacar mi admiración y orgullo para aquellos héroes anónimos que lucharon desde el mismo barro contra las desigualdades e injusticias de nuestro país. Quizás como punto de partida creo que lo más importante a destacar (y nunca más olvidar) es la inaceptable condición de vida de la clase obrera de nuestro país, y el cómo el libro rescata la evidencia de que nuestros bisabuelos eran tratadas como simples instrumentos por la clase dominante, que no podían acceder a ningún tipo de derecho en salud, vivienda o trabajo, resumido esto en la frase de que en 1885 “nacer para vivir era un privilegio”, dada las desgarradoras tasas de mortalidad infantil.
    Resulta admirable lo ocurrido a fines del siglo XIX y principios del siglo XX con la figura de un grupo de sujetos históricos que fundan las bases de la salud pública comunitaria en Chile, como son los obreros y artesanos, que con las Sociedades de Socorros Mutuos, apenas con la lógica de poder reparar y mantener la mano de obra del país, fueron gestando una verdadera “revolución social” con esta organización de la salud y un sistema de previsión social. En este sentido, y pidiendo disculpas si molesta la manera en que lo expreso, habría pagado por ver lo que significó para esa élite aristocrática el cómo en sus narices ese mismo “roto” que mandaron a matar al pueblo mapuche, tiempo después, en sus pocilgas y conventillos, con toda la miseria en contra, les tapó la boca con una organización que pudo desarrollar un acto consciente de autonomía social organizada, con la construcción de una identidad popular capaz de auto-legitimarse, y con la capacidad de desplegar, desde el mismo barro, una importante capacidad organizativa para hacer funcionar la práctica social del ahorro, la prestación de salud y la protección familiar y social.
    Ahora bien, qué importante es que no se pierdan los registros históricos del cómo la clase dominante, desde hace más de 100 años buscaba los mismos argumentos que se escuchan hoy en día para deslegitimar medidas que el estado pudiera implementar para intentar hacerse cargo de lo que enfermaba o hacía sufrir a la clase obrera, como por ejemplo con “una ley de descanso dominical”, presentada al Congreso en 1904, frente a lo cual “inmediatamente se hizo notar la resistencia patronal en las Cámaras y en la Sociedad de Fomento Fabril (SOFORA), quienes argumentaban que no era posible tal reforma, tomando en consideración el alcoholismo de la clase obrera y su inconstancia en el trabajo.” O así también cómo, a raíz de la epidemia de la viruela, y la alarmante cifra de fallecidos, surge a fines del siglo XIX la disputa entre la vacunación obligatoria y la persuasiva, y cito: “El proyecto de vacunación obligatoria patrocinado por el Gobierno de Santa María fue obstaculizado una y otra vez en la Cámara de Diputados”, estando entre los argumentos esgrimidos que “ella podía significar la intervención del gobierno en el ámbito sagrado de lo privado-patronal.” O como dijo el diputado Juan N. Parga: “dicho proyecto atenta contra la garantía y la libertad individual”. Lo expuesto anteriormente parece aberrante hoy en día, pero no deja de ser curioso el espejo que hacen en este siglo a medidas de resguardo postnatal o anticoncepción de emergencia, o más reciente la osadía que una clínica atendiera más pacientes fonasa en el peor momento de la pandemia.... (1/2)

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    1. Con lecturas como ésta, resuena en mi mente aquel dicho de “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, pues después de ver cómo pasamos lentamente de una salud caritativa y segregadora a una salud colectiva, autónoma y comunitaria, desarrollando poco a poco una idea de sociedad que fue generando una red de salud pública, con una nueva manera de “saber hacer” salud, reforzada paulatinamente con los equipos de salud en los territorios, con un Sistema Nacional de Salud con desafíos y oportunidades de crecimiento, resulta incomprensible y vergonzoso lo que ocurrió con la salud pública en la dictadura y la post dictadura, desmantelando y renegando la historia sólo por ideología, con una municipalización de la salud primaria segregadora, con un ministerio de salud dependiente del ministerio de hacienda, lo que ha llevado a hospitales y municipios a tener que adaptarse y autogestionarse frente a un sistema dual de salud perverso en el que la hegemonía de los recursos para implementarlo se la llevan las isapres, donde el concepto de “obligatoriedad” del individuo de descontar de su sueldo el 7%, pero con la “libertad” de que las clases acomodadas no contribuyan a ese fondo público en ese descuento, ha profundizado una desigualdad donde el 80% de la población accede a una salud que sólo le puede ofrecer $7.000 por persona. Y qué agregar con respecto a las AFP o las compras de servicio y endeudamiento a través del GES, donde curiosamente, en aras de la libertad, lo privado se termina alimentando de lo público para beneficio de unos pocos.
      Dicho esto quisiera hacer una cita textual: “Esta situación social a presión estallará con feroz virulencia en los sucesos de abril de 1957 en que, actuando como detonante la movilización estudiantil anti-alzas de la locomoción, se lanzó el pueblo a la calle, produciéndose saqueos, destrucción urbana y fuerte represión”, donde si cambiamos en el texto a “octubre de 2019”, tenemos una triste evidencia de que si olvidamos nuestra historia volvemos a ella.
      Para finalizar creo necesario destacar la vigencia extraordinaria de este libro y agradezco a la autora la minuciosidad y detalle en su creación. Actualmente atravesamos tiempos de en los que podemos ser actores activos de las reformas que se avecinan, desde nuestro trabajo clínico hasta instancias políticas… La pandemia, el estallido social, el conflicto mapuche y los problemas ambientales nos vuelven a poner al frente la dignidad de nuestra comunidad ante las injusticias sociales, el privilegio de poder acceder a este análisis crítico obliga a hacernos parte de esa lucha. (2/2)

      Un saludo afectuoso

      David Ibarra

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  17. Agradezco la lectura de este libro en un momento crítico para la historia de nuestro país, como lo señala más arriba Constanza Abarca estas son elecciones históricas, en donde jugamos retroceder o avanzar en cuanto a una sociedad más equitativa.

    2 puntos me parecen destacables de la lectura del libro de la historiadora Illanes:
    - la capacidad de autogestión que toman las comunidades, cristalizada en las Sociedades de Socorro Mutuo, en donde los ahorros de los afiliados iban en directo beneficio a su calidad de vida (y de muerte, debido a las sucesivas plagas y enfermedades)
    - nuestro cuerpo (tanto individual como colectivo) como herramienta, que puede llevarnos tanto a la liberación como la opresión.

    Hemos hablado a lo largo de este curso del sentido de lo comunitario, los tejidos, las redes que se tejen en nuestras comunidades y que nos sostienen en tiempos de crisis. Un tejido fracturado ciertamente no puede sostenerse por sí mismo. Para avanzar en materia de derechos sociales es necesario que nuestra sociedad esté hilada por tejidos firmes y unidos, lo que no significa que todos los hilos sean iguales, pero sí que exista un sentido de propósito común colectivo.

    Desde nuestra mirada de la Psiquiatría Infantil lo que acontece en el tejido donde el niño o niña se inserta afecta directamente la salud de su psique/cuerpo, por lo tanto escaso sentido tiene mejorar las herramientas farmacológicas o refinar los manuales diagnósticos si no se abordan los problemas estructurales que generan desigualdad en el sistema.

    Como lo cuenta el libro de Illanes, los médicos han tenido muchas veces un rol activo y en ocasiones protagónico frente a los cambios societales, pues vemos que la salud humana está íntimamente ligada a cuestiones políticas y socioeconómicas. Me parece difícil como médicas/médicos mantenernos al margen de la coyuntura actual, y leer éste libro hizo que me quedara aún más claro que en estas elecciones es mucho lo que hay en juego, mucho lo que podemos ganar y mucho lo que podemos perder. Creo imposible como médicas y médicos insertos en el sistema de salud público, estudiando en una universidad pública, y luego de una lectura crítica del libro de Illanes, permanecer indiferentes en esta coyuntura histórica.

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    1. Totalmente de acuerdo con lo que mencionas, como agrupación médica y sector de salud en general resulta prácticamente incompatible no posicionarse en estas materias. E incluso no solo a modo de llamado desde el rol que tenemos desde nuestra actividad profesional del área de salud, sino que también todos aquellos del resto de áreas de la sociedad, educación, familia, producción, etc., todos somos partes de las decisiones e interacciones sobre cómo queremos vivir en la actualidad. Quizá incluso más profundamente como personas que viven en esta sociedad, de la existencia misma como seres sociales, sentimos la urgencia de informarnos, tomar postura y ejercer nuestras decisiones a través del ser en el mundo del día a día.

      Nicolás Jonathan Melej Varela
      Residente de Psiquiatría Infantil-Adolescencia UChile, Sede Sur

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  18. Muy interesante la lectura de esta ocasión, abordando la historia de la Salud Pública del país entre 1880-1973. Son muchos los puntos que la autora remarca para comprender el paso de los cambios en todos estos años, pero de momento me gustaría enfocarme en que hasta el día de hoy persiste el sincretismo y una multiplicidad de formas de “Salud Pública” en el mismo momento, y en particular la contradicción entre un importante componente de caridad versus un Estado que debería hacerse cargo propiamente de estas cuestiones.

    Históricamente, la caridad fue la forma de sostener la Salud Pública en Chile en la parte más inicial de la lectura. Tomándome de los eventos recientes en nuestra contingencia, me llama la atención cómo, a más de 40 años de su fundación, Teletón persiste con la idea popularmente extendida y validad de sostenimiento de infancias-adolescencias con situación de discapacidad y sus familias en base a caridad. Quizá en su primeros años claramente que valen los discursos de vanaglorio social sobre la “unión de todes les chilenes”, de la solidaridad, empatía, preocupación por los demás y posibilidad de recaudar gran cantidad de dinero a nivel país mediante una campaña con participación de rostros famosos de los medios de telecomunicaciones. Sin embargo, después de tantos años me resulta importante considerar cómo el Estado se ha mantenido más bien al margen del apoyo financiero de esta fundación, así como de muchas otras que no son tan conocidas, pero que sin duda que también sostienen causas similares. Cómo a través de un interés central neoliberal en generar riquezas, sostener una economía supuestamente exitosa respecto de otros países de la región y el acúmulo de bienes por el solo acúmulo de parte de grandes sociedades y familias en nuestro país, el Estado mismo se desentiende de temáticas importantes como lo sería el apoyo a iniciativas como Teletón. Quizá en la misma línea y en contexto de elecciones presidenciales venideras, cómo muchas personas optan por propuestas vacías como “mano dura a la delincuencia”, “solución al problema migratorio”, “a la violencia en el sur”, etc., que claramente apelan a la sensación de tranquilidad social, de resolución en el corto plazo, sin apuntar a que cada tema es una problemática en sí misma cuyo abordaje va absolutamente más allá de solo “poner mano dura”. Nuestro Estado y Salud Pública actual son nada más que el resultado de nuestro nivel cívico como sociedad.

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    1. Poniéndome en el caso que el Estado tomara este rol en Teletón y otras fundaciones similares, como tales quizá podrían incluso pasar a una etapa siguiente, concientizando y financiado medidas concretas en torno a la autonomía y accesibilidad estructural a través del territorio nacional; por ej., en colegios, universidades, trabajos, domicilios, estudiantes de arquitectura e ingeniería, etc., en suma, la posibilidad de que como sociedad en general exista una conciencia de autonomía y la iniciativa por defecto de pensar en la accesibilidad de los espacios públicos y del día a día. Otro aspecto de esta etapa siguiente pudiera ser incluso avanzar en temas legislativos, generar grupos de estudios jurídicos que ofrezcan curadurías para personas que lo requieran, en caso de situaciones de compromiso cognitivo, maltrato o cualquier complejidad para ejercer por sí mismo sus derechos. Hasta extender la edad de inclusión ya es un objetivo urgente para beneficiar a adolescentes y adultos más allá de la edad límite actual, tras la cual ya no tienen las mismas prestaciones de la fundación. En definitiva, un apoyo del Estado real en cuanto a materia de situaciones de discapacidad, como podría serlo en la fundación Teletón, permitiría a esta destinar fondos a otras iniciativas y avanzar en la inclusión, integración y concientización social en esta materia.

      Nicolás Jonathan Melej Varela
      Residente de Psiquiatría Infantil-Adolescencia UChile, Sede Sur

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  19. En el nombre del pueblo, del estado, de la ciencia
    Varios términos/conceptos que despuntan de la lectura, tanto, del libro de la Dra. Illanes, como de los escritos de los y las compañeros/as, encausaron mi reflexión de esta quincena, entremezclados con los acontecimientos y sensaciones que causan los actuales hechos que nuestra sociedad atraviesa crispados por los hitos de las elecciones y decisiones centrales (matrimonio igualitario) ocurridas recientemente en el congreso.
    “El colectivo carenciado”, la dupla pueblo/estado, el descanso dominical (ahora renovado en la propuesta de la reducción de la jornada laboral a 40 horas) las pandemias y la visión salubrista, la nación y proyecto de nación mesocrático y popular, la teletón (como ejemplo del impacto nefasto que la caridad y filantropía que oculta la verdadera misantropía), “si tus pacientes no te duelen te queda grande el título”, salud a precio de trato preferencial, médicos para esclavos y médicos para libres.
    Todos estos términos/conceptos, van dando cuenta de este impactante ejercicio que hace conjunto en voz del trabajo minucioso que hace la Dra. Illanes, gestando el reconocimiento de los movimientos sociales en la construcción de avances, que en general, consideramos hoy en día como normales o mínimos, pero que dan cuenta de la desgarradora realidad que la historia de Latinoamérica arrastra. Nos permite también, entender que no solo es “voluntad política”, ni que sea “en la medida de lo posible”, sino más bien, que se trata de la fuerza ejercida desde los espacios colectivos, la que nos permite y ha permitido transitar por caminos de cambios, y que pareciera, es la mejor respuesta ante tanda barbarie.
    Es entendible, y comparto sensaciones de turbación ante lo tortuoso del camino andado, queda solo que la desesperanza no se apodere de nuestras voluntades cuando se percibe lo cíclico de las arremetidas conservaduristas que se contraponen a avances mínimos civilizatorios (derecho al aborto, equidad salarial, acceso a salud).
    Surge como luz de esperanza, rescatar lo que se puede hacer también desde las asociaciones médicas, la renovación, el leerles a ustedes compañeras y compañeros, al empuje que, por ejemplo, se evidencia en el aliento de aire fresco que figuras como la de la Dra. Siches pueden entregar, articulándose con agrupaciones o movimientos, y en realidad, lo que su historia también entrega.
    Pareciera así, que surge una premisa posible, en donde los médicos podemos y debemos actuar, o mejor, aparece en forma de interpelación y de recuerdo histórico, que lo que nos permite tener un rol central en estas temáticas está relacionado a la construcción desde espacios como este y en los que nos desempeñamos en nuestro quehacer diario, del trabajo entorno a una conciencia de clase, a esa, a veces angustiosa, pertenecía a los grupos privilegiados y al contacto con el dolor humano, la precariedad y peor aún, a la indolencia de pares o de representantes de esa dupla pueblo/estado. Con todo esto, es probable que estemos , aún, al debe.
    Creo que en parte tiene que ver con los “encargos” que la sociedad nos ha otorgado, en el velar por los aspectos de la salud de las personas y a través de ello pretender evitar el “consumo fisiológico de la vida de la fuerza de trabajo” y no rescatar lo humano de los encuentros.
    No obstante, pareciera que el momento histórico en el que nos encontramos nos orienta a un espacio de nuevas interacciones y de esperanza, poemas y películas citadas, también dan cuenta de eso, o esa cierta similitud del concepto de los socorros mutuos y las ollas comunes, que, aunque se, son cosas muy distantes, pareciera que encierran un eje central y de complejidad común.

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  20. Realizar un análisis y reflexión sobre un texto historiográfico como la obra de Illanes, me parece tan interesante como necesario. Como nos aconseja German Berríos, en esta disciplina se debe ser poliglotas, lo que implica que sepamos repartir pertinentemente nuestro interés por el estudio y saber de las ciencias sociales y naturales. De esta manera, el conocer la historia y el inseparable vínculo entre salud, estado y pueblo son fundamentales para observar las problemáticas actuales en lo social, económico, político y desde luego, que en el quehacer clínico.

    En este recorrido, de menos de 150 años a la actualidad, la autora, nos cuenta como es que una sociedad marcada por la desigualdad política y económica, se ha debido enfrentar a un sinfín de dificultades, miserias, injusticias, insalubridades y explotaciones, para poder posicionarse y exigir la legitimidad y condición humana universal que nos compete. Esta labor, ha estado marcada por la fuerza, trabajo, ingenio y unión de un cuerpo colectivo, que busca el desarrollo de un estado asistencial que asegure el compromiso social por la calidad de vida y salud de las personas, en desmedro de un sistema basado en la caridad y relación dialéctica entre la explotación y compasión.

    Desde este desarrollo histórico y social emerge la salud pública, mas que como un concepto o rama de la medicina, como una forma de trabajo situado, dinámico y coordinado de un colectivo, donde el “hacer salud”, no puede desprenderse de ser un acto político. En este sentido, comparto lo comentado por la colega Constanza, en que queda la invitación a tener actividad y un rol cívico y comunitario desde nuestra profesión.

    Con la lectura del libro, es imposible no resonar con muchas inquietudes y desigualdades, que mantenemos bajo el alero del modelo socioeconómico actual. En relación al concepto de caridad (“dar sin que el que reciba tenga derecho a exigir”), se me viene a la mente la situación actual con los migrantes, principalmente Haitianos, que llegaron al país, en búsqueda de una mejor calidad de vida y se han debido enfrentar a una costosa adaptación, producto de las barreras lingüísticas- culturales, la discriminación, el recelo de los “patriotas” y el racismo, pudiendo optar en gran parte sólo a ofertas laborales irregulares y/o precarias. Y ahora, que muchos emigran, nuevamente en busca de la estabilidad, han sido tildados de “mal agradecidos”.

    Por otra parte, el texto nos muestra, como desde nuestra fragilidad, somos continuamente desafiados por la enfermedad. Así, como nuestra impronta genética, el ambiente y el rol de nuestros agentes primarios, nos permite la asimilación, acomodación y así, la adaptación para lograr un desarrollo psicomotor y ambiental adecuado, la sociedad debe responder y adaptarse a fenómenos patológicos, desastres naturales, ideologías, explotaciones, con miras hacia la búsqueda de un desarrollo más armónico. Me resalta el hecho, de que las dificultades actuales de la pandemia, incluido el proceso de vacunación, son asuntos que han acompañado al ser humano continuamente. Particularmente, las enfermedades infectocontagiosas, han demandado a los sistemas de salud a reformarse dinámicamente.

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  21. Impresionante la trayectoria de María Angélica Illanes y su rol en plasmar la historia social de la salud pública de nuestro país entre los años 1880 y 1973 donde nos expone un hecho que sigue vigente en la actualidad y aún no es resuelto: la salud es un problema social más que un problema médico. Menciono que sigue vigente puesto que la desigualdad y poco acceso a salud no es un tema menor en la época histórica que estamos viviendo, se está reformulando quien debe hacerse cargo de velar por una salud como derecho universal y no un privilegio para unos pocos, donde el Estado es quien debe tener un mayor protagonismo y tal como menciona Catalina más arriba, durante la pandemia nos vimos enfrentados a un escenario lleno de desigualdad donde hubo mucha intervención de la misma comunidad como por ejemplo con ollas comunes en vez de ser otra la entidad que desde un inicio se hiciera cargo de organizar cómo sobrevivir más allá de solo estar confinados en nuestras casas; por otro lado, la próxima elección presidencial, también de alguna manera impactará en el avance, mantenimiento o retroceso en temas de salud, así como en otros.
    En materia de psiquiatría infantil, me hace sentido lo que menciona mi compañera Sheida, con respecto a que hoy en día no se obtienen mejores resultados por tener acceso a las últimas herramientas farmacológicas y saber al revés y derecho los criterios diagnósticos de los manuales de SM para cualquier conducta que los padres, profesores o la misma comunidad no toleran en el niño o adolescente, sino que se hace necesario abordar los problemas desde lo estructural y sistémico, donde en muchos es la falta de amor y aprender a mirar a aquel infante como un ser humano con los mismos derechos que los adultos.
    Es por ello que aún estamos al debe en la construcción de un sistema de salud social, sin embargo, tengo la confianza y convicción que se vienen tiempos mejores donde se aprecie y ponga como prioridad la necesidad de escuchar al pueblo, de ver a todos sus integrantes como sujetos de derechos y desde ahí construir un sistema en beneficio de las personas.

    Yeaninne Hernández

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  22. La lectura de esta semana nos ayuda a conocer y profundizar sobre la historia social de la salud publica en nuestro país, en como se van gestando esos cambios y la importancia de los movimientos populares para impulsar estos.

    A través de los párrafos es posible imaginarse claramente la miseria que vivía la clase obrera, relegados a buscar o resignarse con la caridad y las grandes desigualdades con las clases más acomodadas. También relata con detalles como se va generando lentamente, un sistema de cuidados en salud, con responsabilidad activa y directa por parte del estado. Llama la atención que los cambios se van gestando en relación a las expresiones de malestar y donde la preocupación de algunos sectores está más relacionada con el miedo a perder “la mano de obra” o sus privilegios que con la búsqueda de la equidad y el bienestar de la población. Es así como la historia se repite una y otra vez

    Otro punto que me parece importante recalcar, es el rol activo que ha tenido la comunidad medica en cuanto a los cambios y demandas sociales, con un colegio médico presente y que hoy se critica por “ser político”, por no representar a los médicos y centrarse en demandas que no son las del gremio. Me asombra que se pida mantenernos al margen de la injusticia, de las demandas sociales y el sufrimiento, porque nuestro actuar es y siempre ha tenido un rol político.


    Tras la lectura y la vivencia de nuestros pacientes, es imposible mantenernos al margen e indiferentes al acontecer nacional. Como decía una compañera espero que estas experiencias y conocimientos, nos lleven a tomar las decisiones correctas.

    Catalina Zilic

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    1. Hola Catalina!
      muy de acuerdo con lo que planteas respecto al rol del colegio medico y como este ha tenido influencia en demandas sociales, canalizando estas y siendo un ente respetado y valorado por la sociedad y el mundo politico.

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  23. Se nos ofrece una mirada de la historia sanitaria chilena, con más o menos matices, con mayor o menor objetividad.
    A mi parecer la autora intenta ofrecer como mensaje que el fulcro de la palanca de la maquinaria social con relación al progreso sanitario es el pueblo. Varios ejemplos de descontento social, necesidades sanitarias multitudinarias, mortalidad, pobreza, abandono, mugre y desorden, etc, terminan generando una alarma, un descontento social, que finalmente conduce a un "nuevo progreso" sanitario: una ley, un nuevo sistema sanitario, una reforma, un plan de salud, etc.
    Se observa como dinámica un estado y (por lo tanto) una clase política reactiva, que puede aprovechar la instancia con mayor o menor honestidad. Ojo eso es así, no hay que ser ingenuos: muchas iniciativas orientadas a la mejora de la salud, son y han sido, la posibilidad de obtener beneficios políticos.
    Mi pregunta es cómo no hacer depender de las necesidades contingentes y por lo tanto de un mal uso de una clase política históricamente desprestigiada, la asistencia necesaria, . Una respuesta podría ser, imposible el crecimiento si no es de la mano del pueblo (a mi juicio la tesis final de la autora). Creo que puede ser una respuesta correcta pero limitada o incompleta.
    Pienso que el Estado Reactivo es lo que no ha permitido obtener un sistema nacional de salud debidamente competente, y que es solo un respondedor a contingencias.
    Según mi parecer debe haber un énfasis más técnico que político para poder implementar los planes, prestaciones y servicios que requiere la salud de la gente desde lo público. Podremos elegir el sistema que sea, quizás el de seguridad social, bismarckiano, mixto, más difícil un sistema completamente privado, pero quien sabe con la debida regulación.
    Mi forma de verlo
    1. Puestos de acuerdo en un modelo, que demuestre desde los resultados su bondad (para la realidad nacional), implementarlo sin "prejuicios políticos",
    2. satisfacer las necesidades contigentes
    3. en paralelo anticiparse a las necesidades inminentes (el covid 19 fue un claro ejemplo histórico de una sistema sanitario no anticipado y absolutamente reactivo)
    4. demostrar los resultados y con ello preservar y garantizar un financiamiento permanente (siendo rígido, esto lo garantiza cada modelo a su modo)
    La falta de anticipación ha generado dos vicios históricos que son la desigualdad en salud, y el aprovechamiento político.

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  24. Hola a todos.
    Es muy interesante tener esta revision, como una linea del tiempo, donde podemos observar, en algunos casos con sorpresa, como ha evolucionado la salud publica en Chile y cuales han sido los canales, vias, entes por los que diferentes politicas se han llevado a cabo.
    Es una lastima que la mayoria de los progresos y avances no han llegado por una politica publica que es capaza de proyectarse al futuro en busqueda del bienestar de su poblacion, sino todo lo contrario, por constantes abusos, humillaciones, una desproteccion tan grande que llevo a que la clase obrera se levantara en busqueda de mejores condiciones, lo cual incluso llevo a cuestiones tan terribles como matanzas. Sin embargo es mas triste pensar que otro gran impulsor de cambios fue los dias de trabajo perdidos por enfermedad, con esto viendo a las personas como numeros, cifras y mano de obra util, desde una mirada mercantil, sacando a la persona del centro. Me lleva a cuestionar los objetivos por los que se busca un fin, y los resultados que puede haber de este tipo de impulsos. Pareciera que la busqueda de riqueza, produccion es incompatible con mantener el respeto por el valor que tiene la persona en si misma, mas bien pasa a ser un numero. Ante aquello avances como leyes de seguridad social son una garantia minima, al menos.
    El rol del cuerpo medico, desde la aristocracia, me parece una reaccion esperable para quienes diariamente conviven con los sufrientes de este tipo de sistemas injustos y desvalorizadores.
    A pesar de esta historia teñida de intereses y desgracias, se puede observar en la epoca registrada en el libro un avance, mejoria en diferentes aspectos, por causa y a pesar de, diferentes situaciones a nivel internacional y nacional, pero con resolucion de demandas.
    Ante esto, y especialmente en estos dias donde pareciera que todo se discute en formas dicotomicas, podamos encontrar los matices que nos permitan avanzar con una mirada al futuro en pro de que la persona reciba la atencion que le corresponde solo por el hecho de ser tal, una persona.
    Atte.

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  25. Esta lectura nos muestra la historia de como se construyo el régimen político-cultural en Chile , basado en un pacto político social fundado en los conceptos de derecho, equidad e integración. Esta reconstrucción de una sociedad inclusiva y democrática en materia de salud social y publica, sigue en permanente construcción y aun mas en partes descentralizadas de Chile donde esta desigualdad sigue muy presente.

    Recuerdo realizar una ronda rural (2017) al interior del valle de la cuarta región, donde para llegar el móvil nos dejaba a la falda de un monte que debíamos subir a pie con los insumos, llegando a una mediagua confortada por la población circundante. El acceso al agua para las atenciones medicas era a través de un jarro de agua con una vasija plástica, si bien las vecinas encargadas se preocupaban de mantener todo muy limpio, pensaba mientras atendía en la brecha abismal que se mantiene actualmente. La autora lo plasma muy bien al inicio de sus relatos describiendo su entorno en una sala de espera en una sala de un hospital publico.

    Así como también , dentro de los variados hechos relatados, se hace alusión que en 1885 nacieron en Chile 61.965 personas, muriendo ese mismo año 66.818, en su mayoría niños (“En Chile, nacer para vivir era claramente un privilegio”). Si bien las condiciones hacia la infancia han ido en avance, con deudas aun pendientes, recuerdo los relatos de mi padre, que trabajo como Pediatra en CONIN en 1985, donde aun era predominante la desnutrición por déficit , así como cuando trabajaba como Pediatra en un consultorio de la Quinta región y visitaba a sus pacientes en control cuando estos no podían asistir por diversos motivos de acceso ( no tener dinero para llegar) son muestras que la desigualdad sigue para algunos.
    De esta lectura me permito extraer que en el avance, los médicos, fueron y serán un importante agente social.

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