Otras perspectivas para los manicomios y la reforma psiquiátrica
"hacer historia (cultural) de la psiquiatría y esclarecer desde una perspectiva más amplia sus condiciones históricas de posibilidad y sus antinomias constitutivas (emancipación vs. integración, responsabilidad vs. tutela, mente vs. cerebro, fragmentación vs. unidad o constitución vs. experiencia) no es sino practicar aquello que Michel Foucault definió en su momento como una “ontología del presente”, esto es, ejercitarnos en la perentoria y apremiante necesidad de comprender lo que somos y el mundo en que nos ha tocado vivir."
- Lea el artículo de Cristina Sacristán: La locura se topa con el manicomio. Una historia por contar
- Lea el artículo de Enric Novella sobre interpretaciones distintas al proceso de Reforma Psiquiátrica : CINCO VARIACIONES Y UNA CODA SOBRE LA HISTORIA CULTURAL DE LA PSIQUIATRÍA
SOBRE LES AUTORES:
Sus primeras investigaciones se centraron en conocer las concepciones de la locura en la Nueva España durante los siglos XVI al XVIII a partir de los archivos de la Inquisición; posteriormente se interesó por el impacto del primer código civil para el Distrito Federal en la condición jurídica del enfermo mental en el siglo XIX; y recientemente se ha dedicado a analizar la profesionalización de la psiquiatría mexicana a través del caso del Manicomio de La Castañeda inaugurado en 1910 y demolido en 1968. Como docente imparte cursos en licenciatura, maestría y doctorado sobre Teoría y Metodología de la Historia. Ha recibido el Premio Francisco Javier Clavijero otorgado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia a la mejor tesis de doctorado en historia del año 1999 y a la mejor tesis de licenciatura del año 1987, mención honorífica en el Premio Silvio Zavala otorgado por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia al mejor libro publicado sobre historia colonial de México en 1994 y el Premio Nacional de Historia y Filosofía de la Medicina otorgado por la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina al mejor artículo de investigación publicado en el año 2005.Su formación académica incluye un Doctorado en Antropología Social y Cultural, Universitat Rovira i Virgili, España, 1999, una Maestría en Historia de México, Centro de Estudios Históricos, El Colegio de Michoacán, A. C., 1991.y una Licenciatura en Etnohistoria, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 1987. Su línea de investigación se centra en la Historia de la psiquiatría en México, siglos XIX y XX. Para conocer sus publicaciones, entre por AQUI.
Profesor Titular de
Historia de la Ciencia de la Universidad de Valencia e investigador del
Instituto Interuniversitario López Piñero de Estudios Históricos y Socialessobre la Ciencia. Es doctor en Medicina por la Universidad de Hamburgo,
licenciado en Filosofía por la Universidad Libre de Berlín (FU) y médico
especialista en Psiquiatría formado en el Hospital Clínico Universitario de
Valencia. Ha sido becario predoctoral del Servicio Alemán de Intercambio
Académico (DAAD) y contratado postdoctoral del CSIC y de la Universidad de
Luxemburgo. Ha realizado estancias formativas y de investigación en diversas
instituciones académicas de Europa y América Latina y ha sido profesor invitado
en la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Heinrich Heine de
Düsseldorf y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es autor de las
monografías Der junge Foucault und die
Psychopathologie (Berlin, 2008), La ciencia del alma (Madrid/Frankfurt, 2013)
y El discurso psicopatológico de la modernidad (Madrid,
2018), así como de numerosos artículos y ensayos dedicados a la historia y la
filosofía de la psiquiatría, la psicología y la medicina. De 2015 a 2018 ha
sido director de la Revista de la Asociación
Española de Neuropsiquiatría.
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Y, ¿Si no la psiquiatría (o la "salud", o la salud mental, o incluso la medicina) entonces quién?
ResponderEliminarDesde la antigua Grecia la locura era considerada una enfermedad. Si bien los nombres de la locura, e incluso sus manifestaciones (en algunos aspectos) han ido cambiando y modificándose a medida que pasan los años, la locura por sí misma pareciera ser un fenómeno intrínseco de nuestra especie. Por lo tanto, dadas las opciones con las que ha contado nuestra sociedad en los últimos siglos, ¿Quiénes podrían (o deberían) haberse ocupado de este fenómeno? Por un lado, la justicia. Por otro, la iglesia. Si no, la medicina. En el peor de los casos (o quizá, en ocasiones habría sido mejor), nadie. En distintos momentos históricos (y a veces al mismo tiempo) cada uno de los mencionados se "hizo cargo" de la locura. La justicia los recluía (en el mejor de los casos). La iglesia variaba desde exorcismos hasta incineraciones. La psiquiatría, un poco de cada una de las anteriores. No haremos una apología del manicomio, ya que evidentemente en la balanza de inclina (por no decir que casi se rompe hacia un lado) hacia la parte oscura de la historia de la psiquiatría. Por mucho que, como señala Sacristán, "hizo las veces de un lugar de reclusión, desde luego, pero también de refugio de espacio terapéutico y de producción del saber", efectivamente gran cantidad del saber y de las descripciones psicopatológicas hayan emergido de este tipo de recintos u hospitales de similares características, no hay cómo justificar su existencia. Ni siquiera el hecho de que haya habido pacientes que después hayan trabajado en el manicomio, o que habrían estado peor afuera por el rechazo social que producía la locura, justifican la existencia del manicomio.
El punto es que el manicomio existió y fracasó, y como vestigio histórico quedó clara su ineficiencia en torno al abordaje de la locura y el sufrimiento mental. No podemos olvidar que, tal como se menciona en el mismo texto, "la locura no podía considerarse una variable científica ahistórica, sino una construcción social altamente variable". Lo mismo es aplicable para la medicina, la salud y la enfermedad. Efectivamente la psiquiatría ha sido de las especialidades que, dado sus origenes y objetos de estudio, ha estado (y probablemente sigue estandolo) más ligada a la ley y al control social. La pregunta más relevante pareciera ser, entonces: ¿Cómo lo hacemos ahora? Ya sabemos que el manicomio y la locura encerrada fracasaron. No sirve solo saberlo, sino también recordarlo. Se intentó algo y se falló: ahora, se aprende del error, y se esboza un futuro distinto. Un futuro con la locura integrada en la sociedad, con la locura solo brevemente hospitalizada cuando es estrictamente necesario por el bien de la seguridad del paciente y/o de terceros, evitando lo más posible todo lo que lleve la etiqueta de "involuntario", y no dejando de recordar que, a medida que ejercemos, impactamos en las vidas de otras personas y nuestras decisiones les generarán vivencias que también pueden ser traumáticas. Tal como en la época de los manicomios, tal como ocurre hoy en día. La historia de la psiquiatría es oscura, no hay como rebatirlo, pero que los errores del pasado se conviertan en fortalezas del futuro solo depende de lo que hacemos hoy.
EliminarEs verdad que la historia de la psiquiatría está marcada por la oscuridad, en donde la simple mención de la palabra manicomio genera rechazo y repulsión. No obstante, en sus inicios, esta institución representó un intento de avance hacia una comunidad más solidaria. Es verdad que marginar a los locos en los manicomios constituye una de las tantas formas de control social, sin embargo, el eliminar a los enfermos por distintos medios es un acto incivilizado y desalmado. El hecho de encerrar a los enfermos en los manicomios representaría el primer indicio de reconocer al loco como una persona. Estas instituciones nacen con “el espíritu humanitario y reformista de brindar un trato digno….liberar al loco de las cadenas y lograr su curación para reintegrarlo a la sociedad”. Parece ser un objetivo muy filantrópico que quedó en bellas palabras sin cimientos. Sin embargo, para aquella época, la dificultad de lograr entender y tratar la locura pudo ser un obstáculo que incentivó la reclusión de los pacientes. No existían bases científicas ni abordajes terapéuticos que lograran la reinserción de los locos y, tampoco, aliviar su sufrimiento. En este punto, nace la psiquiatría como la entidad a cargo curar a los enfermos y, a su vez, se adjudican el manicomio como el signo de identidad de su trabajo. El hecho de que la especialidad se implementará en paralelo al manicomio, pudo generar una relación viciosa de la institución con el profesional, en dónde la psiquiatría precisaba del manicomio para consolidarse como una especialidad médica. Fue necesario un cambio en la mentalidad social gatillado por la guerra para visibilizar el trato inhumano y la cronificación de los pacientes recluidos en los manicomios. Si bien el objetivo de la institución y de los alienistas pudo ser “resguardar” y “tratar de curar” la locura, los métodos no eran los más propicios; era necesaria una completa reforma en el trato de los pacientes. Surge en este punto la desinstitucionalización, con nuevas orientaciones técnicas hacia la locura y la construcción de nuevo modelo de atención en salud. El manicomio pasaría a ser parte de la historia oscura de la especialidad, pero no debemos olvidar el contexto histórico y cultural en el cual fue emplazado y que denotó el primer paso para la atención de los enfermos psiquiátricos y para el desarrollo de políticas en salud mental.
EliminarSi busco el significado de la palabra manicomio en internet, aparece que viene de manía y de komeîn (cuidar), y la definición de la RAE: Hospital para Locos. ¿Y a mí? ¿Qué se me viene a la mente con la palabra Manicomio? Una institución fría, con gritos y gente amarrada, en que a cada habitación que atravieso me cierran una puerta detrás con llave, tal cual una cárcel. Si bien el manicomio surgió como algo progresista, humanitario, reformista, algo digno de la ciencia, se desvirtuó de tal manera que solo escuchar la palabra nos trae una sensación negativa a gran parte de nosotros.
ResponderEliminarDentro de mi experiencia laboral, en algún momento junto al equipo de la unidad móvil de salud mental de Talcahuano, asistimos a realizar controles multidisciplinarios a usuarios de zonas rurales, recuerdo a un usuario que estuvo en un hospital de la red acá en Santiago, en donde cometió el asesinato de un compañero, no podía evaluarlo sola ya que me habían sugerido que por su condición era mejor estar acompañada. En su relato lo único que repetía una y otra vez era que no lo mandaran de regreso a ese hospital, refiriéndose detalladamente a las condiciones tuvo que soportar por meses. Creímos en su relato ya que junto al testimonio de sus familiares y de otros profesionales de la red corroboramos lo que tuvo que pasar, independiente de su diagnóstico y de sus antecedentes, estando en el siglo XXI, no creíamos que aún siguiesen existiendo prácticas inhumanas y que violan los derechos humanos de los usuarios. Leyendo el texto de Cristina Sacristán, se me vino a la mente este caso. Me pregunté en muchas instancias si las condiciones en que estaba este usuario lo llevaron a cometer un asesinato (lo descompensaron) y si su acto tuvo como consecuencia que se aislase y se descuidase… Aún me lo pregunto. ¿Auxiliar al desvalido a qué costo? Como menciona Cristina, detrás de la locura hay alguien que sufre.
Si bien en un inicio el manicomio fue el punto final como obra filantrópica de desvalidos, alienados, criminales, prostitutas, mendigos, librepensadores, homosexuales, diferentes y “peligrosos”, considero que con el correr del tiempo como menciona Foucault, factores sociales y culturales habían incidido históricamente en las nociones de locura, y ésta fue mutando con el tiempo y así los criterios de institucionalización. Esta construcción social conocida como la Locura, nos ha reflejado como la historia fue integrando y desechando ciertas creencias (por ejemplo, la homosexualidad como desviación sexual y el marxismo como desorden mental) según la conveniencia de algunos con poder. No puedo dejar de mencionar la diferencia que ocurre en América Latina, en donde se menciona a la familia como una forzadora para el ingreso y una influenciadora en impedir el alta de familiares, es decir, culturalmente observando al enfermo como una molestia de las que no se tienen las herramientas para hacerse cargo o simplemente no quieren. No así un orden social que obliga a los enfermos a no involucrarse en la sociedad, tal cual pasó en Europa. Los pacientes se mantenían institucionalizados por las familias o por razones económicas (mano de obra- combatir la ociosidad y la falta de productividad) más que de un control social. Es llamativo el cómo adquirió un valor casi beneficioso para el enfermo, en donde lo asociaron a fuente laboral, a su única salida de impedir volver a un hogar disfuncional o a no volver a las calles. Probablemente esta visión tan negativa que atribuyó Foucault no fue tan reflejada en América Latina, sin menospreciar el no-rol de la familia en el proceso, nuestra sociedad logró adaptar ya sea para bien o para mal esta institución como una herramienta que obstaculizó la propia realidad del usuario. Interesante sería analizar que habría una realidad peor que estar “encerrado” y que como sociedad no pudimos entregarle algo mejor que eso. Como menciona Cristina: “El manicomio se convirtió en un lugar de normalización para quienes se adaptaron y un lugar de encierro para los que se rebelaron”.
Sacristan nos argumenta a través de su texto, como la relación entre la locura y el manicomio no es tan simple de juzgar históricamente con la dicotomía del bien y el mal. Más bien es un proceso complejo, donde muchos factores entran en juego. Por una parte, existe un factor político donde el manicomio fue concebido en muchos casos como un instrumento del Estado al servicio de las clases dominantes. En algunos casos, los propios parientes rechazaron las altas, incluso en casos ofrecieron pagar para que pasaran a un familiar a la categoría de pensionista y no fuera externado, por lo que es cuestionable afirmar que siempre las familias fueron víctimas pasivas de los programas institucionales, ya que cuando el Estado anula o disminuye su capacidad regulatoria se abre la posibilidad de que otros poderes actúen en su provecho.
ResponderEliminarPero no sólo las familias dispusieron de un gran poder de interlocución con los psiquiatras. Los propios locos dieron muestra de una gran capacidad de influencia, ya que en algunos casos negociaron los diagnósticos, los tratamientos y las normas que regulaban la vida en el manicomio, manipularon su propia condición de enfermos mentales con fines jurídicos o mediáticos, demandaron a los médicos por la vía legal, se negaron a participar en el “trabajo terapéutico” o en terapias que requerían su colaboración, como la hipnosis por considerar algunos tratamientos.
Es increíble que siglos después, nos sigan pasando algunas de estas cosas, dentro de mi poca experiencia clínica, ya hemos tratado con familias que no llegan a buscar al paciente al día de su alta, o pacientes que manifiestan su deseo de continuar por que no se sienten a gusto en su casa o no tienen un lugar donde llegar.
Si bien es cierto que el manicomio se convirtió en un lugar de normalización para los que se adaptaron y en un lugar de encierro para los que se rebelaron, Focault contribuyo en darle esta mirada política al proceso de manicomio (que no tuvo en sus orígenes), pues muchos movimientos se valieron de ella para hacer una crítica radical de las instituciones opresoras.
EliminarEste ejercicio de revisión historiográfica critica, Foucault lo definió en su momento como una “ontología del presente”, esto es, ejercitarnos en la perentoria y apremiante necesidad de comprender lo que somos y el mundo en que nos ha tocado vivir.
Por su parte, Novella, en su revisión de una visión cultural de la historia, nos devela alguna de las atrocidades cometidas a mediados del siglo XVIII, en la corte y los salones parisinos en donde acogían, con una extraña combinación de arrogancia y fascinación, la exhibición de indígenas reclutados por naturalistas y viajeros, al tiempo que londinenses ociosos se acercaban al viejo hospital de Bedlam a contemplar, por un módico precio, el grotesco e inefable espectáculo de la locura.
Me gustaría finalizar, destacando las interpretaciones mencionadas de finales del siglo XVIII que postulaban una mayor proclividad a la locura o a los trastornos mentales y nerviosos como consecuencia del mayor desarrollo cultural, la artificiosidad de la vida en sociedad o las convulsiones políticas del momento y así es como surgen hasta la fecha, estando muy de acuerdo con el autor, ´´enfermedades de los nervios´´ que aumentan en todas las naciones en relación con el refinamiento de sus costumbres y el nivel de su cultura, de manera que apenas las encontramos entre los pueblos primitivos.
Si bien es cierto que la locura está descrita desde los albores de la humanidad, obviamente con distintos conceptos y diferentes descripciones, recién hace poco más de dos siglos que se inicia su estudio formal, su descripción de la sintomatología, de la nosología y el pronóstico de sus patologías. ¿Y por qué fue posible esto? Si pensamos que los “locos” ya estaban encerrados en instituciones apartadas de las nacientes ciudades desde el siglo XV. Por el momento histórico, el contexto de aquella época, en plena revolución francesa. Es en este período de la historia cuando la humanidad, en realidad la élite parisina de la segunda mitad del siglo XVIII influenciada por los planteamientos de Voltaire, Rousseau y Montesquieu comenzó a plantearse conceptos como libertad, fraternidad y respeto por cada uno de los seres humanos, es decir por la humanidad. Éstas ideas llegaron a cada ámbito de la sociedad y lógicamente también a la Medicina.
ResponderEliminarPor tanto, me es imposible no recordar el planteamiento del profesor Fernández Lira en su escrito “La Locura de la Psiquiatría”, quién señala que la psiquiatría no tiene una historia propia, sino que responde a los distintos contextos históricos, a lo que la sociedad le pide. Y es en este contexto que hace dos siglos nacen los manicomios como instituciones con fines tan nobles, como liberar a los locos de sus cadenas, de sus ataduras y lograr su curación para reintegrarse a la sociedad, nace como un territorio destinado a cuidar, tanto en el sentido de atender como en el de vigilar a seres “peligrosos y diferentes”. Lamentablemente al poco andar los manicomios se convirtieron en lugares lúgubres, fríos, carentes de humanidad, en dónde se describen atrocidades que se practicaban con los alienados. Todas estas conductas son sin duda unas violaciones a los derechos humanos, aunque en esa época aún no existía la declaración universal de los derechos humanos. El manicomio se convirtió en un instrumento regulador de las tensiones sociales y protector de la sociedad frente a las amenazas de sus miembros.
También es cierto que gran parte de los manicomios fueron producto de la convergencia de intereses entre una naciente psiquiatría que requería posicionarse desde la plataforma del manicomio, de sectores privilegiados de la sociedad que apoyaron política y económicamente el establecimiento de instituciones encargadas de dar contención a la locura, y un Estado que vio en la construcción de estos modernos manicomios un capital político utilizado para mostrar la importancia que le daba a los grupos más desfavorecidos. Y así llegamos a la época de la post guerra con una sociedad horrorizada. Y en este contexto se inician grandes procesos de reformas psiquiátricas en distintos países, todos ellos tienen en común el proceso de desinstitucionalización de los pacientes psiquiátricos. Además, en estos años la historiografía psiquiátrica, liderados casualmente por Focault y su libro de tesis doctoral en filosofía comienza a cuestionar duramente los manicomios.
Sin embargo, según interpretaciones recientes, el manicomio hizo las veces de un lugar de reclusión, desde luego, pero también de refugio, de espacio terapéutico y de producción del saber. Es por esto que me pareció muy valioso el texto de Cristina Sacristán, porque busca mostrar las diferentes miradas que se han construido sobre los manicomios, nos plantea que fue el lugar que le devolvió la humanidad a la locura, una auténtica obra filantrópica, para luego considerarlo un espacio médico y judicial que condena, punto de ruptura entre la locura y la cordura. Me parece muy bien tener las dos visiones, las dos perspectivas porque en la vida nada blanco o negro, siempre hay matices, y en base a las distintas perspectivas, cada uno puede ir formando su opinión, su propia visión, su realidad.
El contexto histórico en el cual se evalúan las conductas humanas, es de suma importancia cuando intentamos entender, criticar o justificar, las acciones de ciertos grupos o individuos, siendo este ejercicio de paréntesis cultural un debate personal entre las concepciones de mundo propias derivadas de una milésima de segundo histórica contra una expresión de un tiempo y espacio que nos pueden parecer foráneos.
ResponderEliminarSi bien ambos textos buscan retratar el surgimiento, pasión y muerte del manicomio como estructura social, cultural o científica, además de los diferentes credos que los gestaron y mantuvieron, hacen hincapié en una visión crítica de esta institución, a través de diversos autores, para ejemplificar tanto el ostracismo psiquiátrico, el control social ejercido por la medicina como juez del pensamiento permitido, y el esfuerzo de la modernidad de “gestionar la diferencia” entre sanos y enfermos.
En este repaso histórico, parece pertinente repasar el concepto de la atemporalidad de los derechos. Si bien la reclusión surge como un proceso que se funda en (cuestionables) valores altruistas, como la caridad cristiana, el resguardo de la seguridad del enfermo y el asegurar el orden público, que hacen parecer sensata su implementación incluso ante los ojos del siglo XXI, si consideramos los derechos humanos como inseparables e innegables a todos los miembros de nuestra especie, independiente de la época o lugar, los modelos manicomiales y las trasgresiones que se realizaron en ellos, deben ser condenadas sin consideración del contexto histórico en que se enmarcan. El valor de la libertad, la autodeterminación y la autonomía, son básicos en la asistencia sanitaria, y aún más, en la vida en sociedad. La no prescripción de los delitos sexuales, la condena universal de los crímenes de lesa humanidad o las reparaciones realizadas a las familias de antiguos esclavos no son gestos simbólicos, son mensajes patentes de la estrecha relación de nuestra especie con sus valores inalienables.
Dicho esto, me parece aun más importante, la crítica realizada a la obra de Foucault, que si bien es expuesta (y no defendida) por el autor, ataca lo que podría ser uno de los pilares teóricos más afamados de la crítica a la institución. Y parece interesante pues no es la clásica crítica al filósofo como persona, y las proyecciones que tuvo su vida personal en la formulación de su obra, si no que se centra a la selección de sus fuentes: plantea que Foucault escribe su obra con un sesgo hacia la información que pruebe su tesis de control social, una suerte de profecía autocumplida, que es planteada como universal e histórica, pero centrada en los perpetradores, careciendo de la mirada de usuarios y familiares, además de tener un profundo corte europeo centrista. Si bien podemos hablar de semejanzas en la universalidad del miserable trato de estos individuos, nuestros servicios, nuestra cultura y nuestra historia, son en esencia diferentes que la Francia de Foucault, la Alemania de Kraepelin o la España de Desviat. Si tenemos en cuenta la extensión y la potencia del modelo de salud Inglés, ¿Qué control social pueden ejercer los 3 médicos por 10.000 habitantes en Guatemala u Honduras?
Si bien comparto que la historia de la psiquiatría como disciplina no puede ser contada de manera unilateral por profesionales de salud o por los habitantes del hemisferio norte, el control no es ejercido solo a través del aparataje del estado, y la obra de Foucault, Huertas o Sacristán, invitan a cuestionar la forma en como utilizamos la violencia en nuestro microcosmos, teniendo presentes las relaciones de poder que ejercemos en nuestro día a día con un título universitario como garante de autoridad.
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ResponderEliminarConsidero el texto de Cristina Sacristán como un aporte a la visión de los manicomios, que se suma a la que este curso nos ha entregado con otros autores. Es importante recordar lo difícil e improductivo de intentar mirar el pasado con los ojos del presente, pues la historia nos muestra como en todos los tiempos, muchas de las practicas aceptadas y valoradas, luego son rechazadas por su supuesta irracionalidad y atrocidad. de seguro esto nos pasara a nosotros también.
EliminarLos manicomios, como los entendemos hace al menos 50 años, destacando por su fracaso al momento de rehabilitar y brindarle humanidad a los locos, pero no hay que olvidar que antes de su existencia, no estaban precisamente mejor, y si uno es mas acucioso, su existencia y sus múltiples fracasos terapéuticos, permitieron el desarrollo de la psiquiatría, pues no solo se aprende de los éxitos, si no que de los errores incluso aún mas. Por ello discrepo de algunos comentarios de compañeros que pareciera quisieran borrar la historia con el codo mientras escriben una nueva, los manicomios fracasaron, pero bajo ninguna circunstancia considero que su existencia haya sido en vano, aunque comparto la visión negativa de ellos.
Respecto de mi experiencia personal, y así como lo describe Sacristán, se habla poco de los otros entes que participaron del encierro de los alienados, la familia y la sociedad, y como estos al día de hoy, debido a que no están al tanto de que los manicomios no son viables, desean y suelen pedir en APS el encierro de sus seres queridos cuando presentan conductas disruptivas que ni ellos ni la salud actual son capaces de aliviar en algunos casos, aun con los avances que ha tenido la salud mental en los últimos 50 años.
Concuerdo contigo Gonzalo respecto al rol de la familia; en ocasiones la disfunción familiar haría necesaria un ingreso hospitalario más desde el punto de vista sociosanitario que fundamentalmente psiquiátrico. Es una tarea pendiente en nuestro país.
EliminarMe parece bueno tocar el punto el rol de la familia en la institucionalización y desinstitucionalización de los pacientes. Uno en su practica diaria lo ve bien seguido, como la presión familiar (y social) entorpece el tratamiento medico y relega al paciente a un simple objeto.
EliminarAl leer el texto de Cristina Sacristán, inmediatamente se me viene a la cabeza una historia tensa y fría, con mucho sufrimiento y angustia. Como ella parte diciendo en su texto, quiere demostrar todas las miradas del manicomio, desde el lugar que le devolvió la humanidad a la locura, a un espacio médico y judicial que condena y un punto de ruptura entre la locura y la cordura.
ResponderEliminarEs interesante leer acerca de el esfuerzo que se hacia en ese entonces, aislando a los desdichados, con la esperanza de poder reintegrarlos a la sociedad y que estos no fueran un problema, como eran vistos por mucho tiempo. Al hablar de la técnica de tratamiento moral, no dejo de pensar en lo difícil que debe haber sido para esos tiempos, establecer una relación adecuada médico- paciente, donde el mayor interés estaba basado en ayudarlo, entablando un dialogo y con esto no utilizar medidas de fuerza. Así, se entendía más el término de alienistas, se le tenia mas respeto y se evitaba pensar y confundir a los enfermos mentales con demonios sin necesidad de recurrir a brujas ni curanderos.
Si pienso en la palabra manicomio como dije al inicio, inmediatamente se me viene a la cabeza un lugar frio, hostil y de sufrimiento. Al leer a Sacristán me doy cuenta que también tiene que ver como se ve en distintos continentes, debido a que en América Latina los médicos exigían al estado la creación de manicomios para tener un espacio diferenciado y tratamiento especifico (tratamiento moral) dirigido especialmente a los enfermos mentales y en Europa se habla del Gran Encierro, donde criminales, mendigos, prostitutas etc., eran encerrados y durante su estadía eran obligados a trabajar.
Como dice Sacristán en su texto, el manicomio fue visto como un instrumento regulador de las tensiones sociales y protector de la sociedad frente a las amenazas de sus miembros. Los Psiquiatras hacían las veces de auténticos guardianes del orden y los manicomios de instituciones represoras.
Es bueno detenerse a pensar en la calidad de vida o en el “castigo” que se le otorgaba a los enfermos mentales en ese tiempo, ya que actualmente se podría ver en ocasiones malos tratos en hospitales y discriminación innata por pacientes y algunos profesionales de la salud por tener como diagnóstico alguna enfermedad mental.
Como parte el texto con un pequeño relato “yo tenía un buen trabajo. No sé si alguna vez me dejarán ir. Mi vida está arruinada. “Este relato me conmueve porque no lo veo muy lejano de cualquier persona al día de hoy hospitalizada con diagnostico psiquiátrico donde su vida cambia al no tener una ayuda y una buena red de apoyo. Lo importante de la escucha y de la empatía al día de hoy nos hace ser mejores profesionales
El texto de Cristina Sacristán ayuda a contextualizar la situación manicomial de acuerdo a situaciones sociales, políticas y del estado de la disciplina. Por ej., menciona que primaba un manejo custodial debido al déficit desde el punto de vista del arsenal terapéutico, así como también que eran instituciones abandonadas a su suerte por el poco apoyo administrativo, presupuestario y judicial. Amplía la mirada agregando cómo la “medicalización de la locura” se encuentra con importantes dificultades, sobre todo en Latinoamérica, respecto del débil apoyo estatal, deficiencia de un contexto jurídico, y la insuficiente disponibilidad logística desde el punto de vista humano y material. Todos factores que siguen siendo reales aún hoy en día, y que trascienden la posición estrictamente manicomial, dado que para los enfoques comunitarios también existen obstáculos de similar envergadura.
ResponderEliminarTambién me llama la atención que destaque aspectos que en otras lecturas me parece que no se han abordado con mayor precisión, como lo son otras entidades que de alguna forma convergen en sostener la situación manicomial: los familiares, la sociedad y otros poderes jurídicos y políticos. Todas partes relevantes también en la actualidad, y que muchas veces vemos como principales movilizadores de la atención de salud mental, pero también como posibles factores que determinan una demanda distorsionada de los servicios. Por ej., en la parte de infantil-adolescencia, es frecuente que sean los adultos cuidadores quienes soliciten, incluso exijan, una intervención específica, eminentemente farmacológica, para resolver la situación que les aqueja a ellos, como adultos, respecto del niñe-adolescente, invisibilizando en cierto sentido también la realidad donde estos adultos son también los principales responsables. Y probablemente no solo ellos como cuidadores directos, sino también el poder jurídico, político y la sociedad en su conjunto en relación con la mirada que se tiene de los niñes-adolescentes, que tiende a ser sustancialmente adultocéntrica.
La recopilación de réplicas a Foucault bajo el punto del gran encierro me parece un aporte a la mirada estereotipada de su obra, que como profesionales de salud se nos puede hacer complejo de visualizar, dado que en general estamos alejados del estudio formal de otras áreas como filosofía, sociología, historia, política, etc. Sin duda que su obra marca una mirada importante sobre el poder psiquiátrico, nos invita a la reflexión y abre a la discusión sobre cómo podría ser mejor el abordaje de salud mental, pero su lectura requiere también del cuidado con que se debería tratar a una elaboración histórica, sociológica, de un enfoque y un contexto específico, donde como personal de salud podemos carecer de herramientas formales para enjuiciar con mayor detenimiento.
Por la parte del texto de Enric Novella, considero también muy decidora su mirada en perspectiva a través de los distintos pasos históricos de la disciplina, integrando entre lo cultural, los actores, instituciones, discursos, posverdades e instrumentalización del lenguaje, factores que convergen en la asunción y no asunción de responsabilidades que deberían ser propias de ciertas entidades sociales, o la sociedad en su conjunto. Sería interesante agregar la visión de la salud mental de niñes-adolescentes, que durante mucho más tiempo ha sido invisibilizada y vulnerada a través de la historia de distintas regiones, siendo quizá mucho más heterogénea y difícil de estructurar respecto de la mirada general entregada por el autor, que me parece más relacionada con una mirada desde el desarrollo de la disciplina en adultos.
EliminarNicolás Jonathan Melej Varela
Residente de Psiquiatría Infantil-Adolescencia UChile, Sede Sur
Nicolas, coincido contigo en lo que mencionas, sobretodo donde comentas como en el ejercicio de la psiquiatría Infanto-juvenil es palpable y una tónica habitual el ver como los padres o cuidadores exigen sanar al " enfermo", sin meditar o sin considerar cual ha sido su rol en las manifestaciones actuales, y bajo que prisa piden cambios, siendo en muchas ocasiones solamente bajo la idea escueta del constructo socialmente determinado de normalidad enfermedad, en muchas ocasiones sin siquiera constituir una situación que requiera medicación, si no mas bien una situación que requiere rol en la familia, guiar parentalidad, sin embargo resulta mucho mas fácil y requiere menos tiempo exigirle al psiquiatra medicamentos para curar aquello que no me es grato de ver.
EliminarNicolás encuentro muy interesante lo que mencionas respecto a la mirada del autor (y no solo de este, sino de la mayoría) respecto a la infancia en la psiquiatría donde como bien dices, una vez más, son invisibilizados como entes parte de esa población de la cuál tanto se habla al momento de tocar no solo el tema de los manicomios sino de la historia en general de la psiquiatría. Esta invisibilización, actualmente, va en disminución, pero lamentablemente sigue de forma fuerte presente en nuestra sociedad y literatura mundial.
EliminarManicomios: una historia de dolor, abandono y estigma de la psiquiatria
ResponderEliminar“ Yo tenía un buen trabajo . No sé si alguna vez me dejaran ir , Mi vida esta arruinada “(Persona hospitalizada en Buenos Aires, 2004 ) , con esta cita inicia el texto de Cristina Sacristan , un tanto conmovedor y no alejado de los que son los tiempos contemporáneos, parecía ser que una de las buenas cosas con las que contaba allá afuera este paciente era su trabajo y estar donde está hoy lo estigmatizara ,quedando en la incerteza ,haciendolo sentir pensamientos de ruina.
Sacristán nos narra en su texto sobre como se fue desarrollando la historia de estos “depósitos” deshumanizados , los manicomios , a traves de la historia , acercandose a nuestro contexto Latinoamericano , los pacientes de salud mental , los que no encajaban y estorbaban en la comunidad , iban a dar a estos vertederos de personas hacinadas en condiciones deplorables , algunos hasta eliminados por medios insólitos. “Los locos “ pasaron de ser un grupo social tolerado a ser encerrados en establos como animales, recluidos en celdas de cárceles u hospitales, injustamente arrojados fuera de las ciudades porque “sobraban”.
En pleno siglo de las luces y visto como simbolo de civilización emergen estos centros , movidos por el espiritu humanitario,deseos aparentemente nobles y reformista , avalado por la misma ciencia y los poderes públicos , buscando entender la naturaleza de la locura con el fin de desencadenar al loco , reintegrarlo a la sociedad y lograr su cura, lamentablemente esto no pudo llevarse a cabo .
¿Donde nos lleva hoy la palabra manicomio ? a la exclusión . Todas las sociedades identificaran seres distintos como peligrosos , se apartan para ser estudiados , el manicomio ha silenciado a todos quienes se pensó eran amenazantes para la sociedad.
Estigmatizar , marcando una línea de lo que es patológico de lo que no y en lo que es tratable y lo que no podría generar un daño irreparable . Pues etiquetaba a las personas.
Sacristán Plantea que con este texto busca mostrar las contradicción en cuanto a las ideas que nacen de este centro , el manicomio , estructuras asilares que buscan devolverle la humanidad a la locura de manera filantropica para luego considerarlo un lugar medico de condena judicial , punto de escisión entre la locura y la cordura , la resignificación del psiquiatra y su quehacer y la resignificaicón del enfermo de los familiares.
En la historiografia de Latinoamericana este proceso , apegado a la tradición cristiana y luego catolico imprimen un sello particular .
En la mayor parte de los países la medicalización de la locura se ve obstaculizada por el débil apoyo estatal , había falta de recursos ,materiales.
Gran parte de los manicomios fueron producto de la convergencia de intereses entre una “psiquiatría que buscaba posicionarse, desde la plataforma de manicomio , sectores privilegiados de la sociedad apoyaron economicamente, politicamente el establecimiento, por otra parte el estado vio en estos centros una fuente de capital político para mostrar la importancia de los grupos más desfavorecidos, una vez echadas a andar estas instituciones eran abandonadas a su suerte.
EliminarLo que no deja de sorprenderme de la instalación de estos centros fue la influencia que desplegó la familia tanto para forzar los ingresos o impedir las altas. Muchos diagnósticos médicos se hacían sin corroborar , pues ya se había hecho en el seno familiar, la familia favorece el internamiento por razones extra médicas o por comportamientos socialmente indignos , Los medicos se vieron envueltos en problemas familiares porque estos ingresos iban precedidos por crisis , las entidades públicas carecían de poder en toda la intervención a veces los propios familiares pagaban para no dar de alta a estos pacientes ¿Estorbaban?, ¿por estigma?.
Me gustaría detenerme en los estigmas , que se ha venido causando desde aquellos tiempos con Los trastornos mentales que son altamente prevalentes y representan una carga significativa para usuarios y familiares. Estos individuos usualmente deben lidiar con el estigma que se asocia al diagnóstico que reciben y esto provoca consecuencias negativas en los pacientes y sus familiares, transformándose en la barrera principal para lograr su plena inclusión social.
Creo que es fundamental potenciar los "programas de empoderamiento personal" estrategia que busca disminuir el estigma del paciente, buscando aumentar los recursos personales de cada persona con enfermedad mental, generando mayor autovalencia y control de sus vidas. Facilitar la intervención seria buscar fomentar la relación más equitativa entre profesionales y pacientes, en la que estos últimos tengan un rol activo en los planes de atención sanitaria y exijan su derecho a la autonomía.
Con respecto al estigma familiar , como han mencionado los diversos autores ya revisados en temas anteriores como Desviat o Fernandez Liria seria potenciar siempre las intervenciones de tipo comunitario. Ya que se fundamentan en estrategias de apoyo, contención, psicoeducación y entrenamiento para modular las eventuales crisis que podrían presentar los pacientes.
“La locura se topa con el manicomnio…”; el título de este Dossier de Cristina Sacristán nos adelanta que los asilos o manicomnios son una parte importante de la Historia de la Psiquiatría. Estas instituciones nacidas desde un espíritu humanitario por brindar un trato digno y dirigido desde la ciencia a los orates, se muestran actualmente como depósitos. Esto es, instituciones caracterizadas por el hacinamiento, la insalubridad y el aislamiento, una imagen que proviene tanto desde la pantalla grande como de testimonios de usuarios. El manicomnio estaba destinado a atender y vigilar a “diferentes y peligrosos”; puede interpretarse también como un instrumento del Estado para silenciar a todos aquellos cuya manera de pensar o actuar resulta intolerable para la sociedad. Foucault profundiza en su obra la crítica al manicomnio dado que concluye que la locura es una “construcción social altamente variable” y no se trata de una variable científica plausible de tratar. En base a estos postulados, Foucault sumó detractores que incluso lo tildaron de “psiquiatricida”, arguyendo que se basó en la planificación y los deseos de los alienistas para el manicomnio más que en la ejecución de dichos planes, además de involucrar elementos políticos en su interpretación.
ResponderEliminarMás allá de estas interpretaciones, el manicomnio forma parte imborrable de la psiquiatría. Se trató de una herramienta ampliamente utilizada entre los siglos XVII y XX; buscó satisfacer una necesidad social, un “encargo” como se plantea en el texto “La Locura de la Psiquiatría” (como también menciona el compañero Diego González) y si bien actualmente sería una práctica desdeñable, muy probablemente cumplió su objetivo y generó aprendizajes sobre conductas y prácticas que no debemos utilizar pues atentan contra Derechos fundamentales del ser humano.
Respecto al artículo de Enric Novella, refuerza la idea del origen de la psiquiatría en base a una constelación de elementos en directa relación con la sociedad; se incluye el concepto de lo distinto, la individualidad, cosmovisión científico-natural, la biopolítica y la crítica cultural. En la misma línea el alienado o “loco” pasa por un proceso de “manipulación” social que lo hace sujeto y lo refleja a la sociedad contemporánea.
Desde mi experiencia laboral, me he desempeñado en los últimos meses en el Hospital El Peral. He tenido contacto con colaboradores que llevan décadas en el Centro Asistencial y sus anécdotas y relatos me entregan una retrospectiva de la época del Manicomnio, caracterizada por procedimientos de electro-shock y lobotomías, entre otras prácticas, en usuarios que incluso ahora se mantienen como residentes del hospital. Es inevitable la reflexión y el análisis me lleva a desear que la modalidad “Open Door” del Hospital haya primado durante el siglo XX por sobre las prácticas del Manicomnio.
A partir de estas lecturas que se mantienen en la misma línea de potenciar y complementar nuestra mirada crítica respecto a la Historia de la Psiquiatría, me gustaría detenerme en un punto que señala Sacristán en su texto que tiene relación con la visión de los propios pacientes respecto a su vivencia en el “manicomio”: “algunos tomaron la decisión de ingresar por voluntad propia y encontraron la cura a sus males, otros relatan haberse adaptado aunque al principio les pareció un infierno, y algunos más rogaron no ser dados de alta por considerar que estarían peor en su casa”… me resuenan fuertemente estas palabras, porque si bien como dicen algunos compañeros en su comentarios, no podemos justificar ni abalar las existencia de los manicomios, a su vez no podemos obviar la vivencia de cada persona en un lugar como este. Son años y grandes esfuerzos lo que rodean el proceso de desinstitucionalización y posterior Reforma Psiquiátrica, pero sigo pensando que hay algo en todo este proceso histórico que me hace mirar la Psiquiatría como si el tiempo no pasara del todo; tenemos pacientes hospitalizados que si bien ahora son periodos breves de estadía, luego nos vemos complicados en su reinserción comunitaria, algunas veces seguimos dando altas para que el paciente regrese a situación de calle y/o consumo, y en estos casos me pregunto ¿por qué seguimos teniendo limitaciones en la coordinación en red, en los aportes del estado, en la comprensión de cada vivencia subjetiva y su manejo?, ¿será que nos mantenemos centrados en la idea de donde ubicar físicamente a las personas con problemas de salud mental, de con que prestación reemplazo la función que cumplían los “manicomios” más que centrarnos realmente en la vivencia del paciente, en su elección personal con respecto a su enfermedad?. En mis últimas semanas de rotación en UCE he tenido pacientes que me permiten asociar las lecturas a nuestra realidad más patente; por un lado, una paciente en previa “situación de calle” hospitalizada por indicación Judicial por 48 hrs. hasta “estabilización”, evidentemente sin red de apoyo, no adherida a ningún red asistencial primaria, y sin domicilio para posteriores controles ambulatorios, describe que para ella y tal como relata Sacristán, la UCE (por unos días) “fue un lugar para vivir y no un espacio de terror”; un segundo paciente en su reingreso por descompensación refiere “me quiero quedar a vivir aquí para que no me vuelva a pasar de nuevo lo mismo afuera”. Con estos ejemplos solo quiero reflexionar en esta oportunidad, en que no podemos mirar las cosas desde una sola arista, que actualmente, más que criticar las muchas atrocidades que se cometieron en el pasado, siento una mayor necesidad por descubrir que determinantes siguen deteniendo un mayor progreso, que herramientas necesitamos para poder ser una ayuda más efectiva frente a la “locura”, y que más se necesita demostrar al estado para crear conciencia de la falta de recursos y políticas públicas con respecto a la Salud Mental.
ResponderEliminarLeo los comentarios que han hecho mis compañeros previamente sobre el manicomio y su evolución a través del tiempo y realizo el ejercicio que propone Alejandra: visualizo un manicomio como un lugar grande, frío y oscuro, lleno de rejas. Al pensar en la gente que allí habita siento miedo. ¿Por qué miedo? Inicio mi lectura del texto de Cristina Sacristán y al describir que esta institución surge para vigilar a peligrosos y diferentes, encuentro una respuesta que no me parece cómoda.
ResponderEliminarA lo largo de la historia y en diferentes contextos se repite la acción de segregar, aislar y apartar del resto de la gente a quienes son considerados distintos. Lo diferente se convierte en mas ocasiones de lo que quisiéramos admitir en sinónimo de peligro, y para protegernos de lo que nos podría dañar, no solo lo excluimos, sino que lo encerramos y lo mantenemos bajo vigilancia constante.
Pienso nuevamente en la teoría que Fernández Liria propone en su libro “Locura de la psiquiatría” al decir que la psiquiatría busca cumplir con encargos que la sociedad le solicita. La sociedad buscó separar a los distintos: locos, homosexuales, delincuentes, prostitutas, retrasados, poseídos, marxistas. Inicialmente con una supuesta finalidad humanitaria, filántropa y cristiana, posteriormente en pos de ofrecer una terapia o cura de estos “enfermos”, hasta llegar a la búsqueda de un control social como postula Foucault.
Tras 150 años, finalizada la segunda guerra mundial surge este cambio de paradigma del que hemos hablado a lo largo del curso, especialmente tras el análisis de “La reforma psiquiátrica” de Desviat: se rompe con la cultura del encierro y surge como una mejor alternativa terapéutica la psiquiatría comunitaria, donde se busca integrar al sufriente psíquico al medio sociocultural en el que habita. Sin embargo, con la lectura de este devenir histórico de la psiquiatría que describe Novella me doy cuenta que a pesar de la evidente evolución que ha tenido la sociedad en general, y de forma mas especifica la psiquiatría, aún tenemos trabajo que realizar en la aceptación e integración del “distinto” a nuestras vidas. Al no reconocer similitudes en otro, el ser humano continúa segregando y rechazando.
Si logramos visualizar al enfermo mental como una persona con capacidades, sentimientos, libertades y derechos como los propios, dejaríamos de verlo como un peligro, y estaríamos más cerca de derribar el “manicomio social” que aún existe.
En torno a lo leído en los textos de Cristina Sacristán y Enric Novella, es importante mencionar como la historia de la psiquiatría que hasta ahora conocemos esta marcada por la aparición de “ manicomio “el eje del paradigma asistencial en psiquiatría, institución creada inicialmente con una idea filantrópica y altruista de ayudar, acompañar y curar a los locos… pero que sin embargo en el de cursar del manicomio, este no solo trabajó en función del objetivo principal de ayudar y sanar, si no que también se presto para ser ayudador del orden social, utilizado también como modo de silenciar a aquellos que socialmente no encajan, a modo de estudiar el porque de su falta de adaptación social, es así como estas instituciones sirven también de instrumento de segregación, perdiéndose o al menos disipándose su fin inicial de curar y reintegrar a la sociedad, llegando incluso a ser reclusorio interminable de aquellas personas que al ser expresamente rechazadas por sus familias, estas estaban dispuestas a pagar para perpetuar la reclusión de esta persona enferma.
ResponderEliminarAdemás mencionar que estas instituciones, si bien enraizaban y daban robustez el rol del psiquiatra como especialista y líder del manicomio, fueron abandonadas y dejadas a su suerte por el estado, quienes no otorgaban los recursos suficientes para un adecuado funcionamiento y desarrollo, lo cual llevó a sus encargados a tener que sustentarse de la mano de obra gratuita de aquellos que figuraban como pacientes, siendo esta la única razón de mantenerlos en reclusión.
Me llama la atención y pienso en nuestro que hacer diario como en el texto se menciona que los familiares del paciente exigen al manicomio tratamiento y perpetuación de la reclusión, pese a que la indicación sea distinta, y cuando inclusive ya no es necesaria la reclusión, dada la cronicidad y estabilización, así mismo ocurre actualmente, en el área infanto-juvenil es posible visualizarlo, donde los padres en base a un constructo social determinan de que el comportamiento de su hije no encaja con el engranaje social, y para ellos es necesario un tratamiento, estando dispuesto a hacer lo necesario para que esta persona “ desviada” vuelva a funcionar. Sin embargo no analizan ni se detienen en comprender porque esta persona funciona del modo que lo hace, como han sido estilos de crianza, que tanta preocupación o rol como padres o familia en general han ejercido, cual ha sido el terreno y contexto en el cual se ha desarrollado esta persona, así simplemente exigen curación sin realizar mayor esfuerzo por poder conseguir un cambio, o por aceptar distintos modos de estar que difieren de sus visiones de “normalidad”.
Me parece muy interesante lo que planteas en torno a cómo uno de los agentes principales de la atención de salud mental infantil-adolescente, sus cuidadores adultos y familia, son tan determinantes en la posibilidad de intervención y del pronóstico de la situación que pudiera aquejar al niñe-adolescente. Para nosotros es muy frecuente visualizar que la gravedad de los cuadros clínicos está determinada en última instancia, además de los factores estrictamente psiquiátricos, genéticos, sociales, económicos, etc., por la posibilidad de asumir una actitud reflexiva de parte de los cuidadores adultos, en el sentido de posicionarse también como parte fundamental que influye en la vida del niñe-adolescente. Más allá de plantear una posible "responsabilidad" o "culpa" en estos cuidadores adultos, donde en muchos casos es claro que no se pueden descartar situaciones de negligencia o maltrato propiamente tales, es particularmente determinante la visión que se ha transmitido en forma social, cultural, transgeneracional, etc., en torno a cómo criar, qué esperar o no esperar de una infancia-adolescencia "normales", y qué conductas a nivel escolar, académico, social, etc., son las que nos preocupan como adultos para que el niñe desarrolle de tal o cual manera, el por qué de ello, etc.
EliminarNicolás Jonathan Melej Varela
Residente de Psiquiatría Infantil-Adolescencia UChile, Sede Sur
Concuerdo con lo señalado por Paola y también por Nicolás en este comentario y en el que hace más arriba, al respecto de la invisibilización de la perspectiva de la población infantoadolescente en la historia de la Psiquiatría.
EliminarMe pareció muy interesante conocer en el texto de Cristina Sacristán la visión de la historia contada desde la vivencia subjetiva del sujeto, de la persona. Creo que muchas veces leemos la historia desde la perspectiva de quienes la escriben, pero no de quienes la viven. En este caso y en lo que respecta a la infancia y adolescencia suele ocurrir que mucho se teoriza de la infancia, del desarrollo evolutivo, pero muchas veces es escaso el tiempo dado a detenerse y preguntarle realmente a los niños, niñas y adolescentes por su propia visión.
En este sentido y para nosotros formándonos como psiquiatras infantojuveniles, debiera ser crucial en nuestra formación tener las herramientas para darle al niño, niña o adolescente un espacio seguro para que vierta su mundo interno y lo comunique en sus propias palabras, y así nosotros poder actuar como una especie de "traductores" que puedan acercar la visión de mundo de los niños, niñas y adolescentes al mundo adulto.
Así como la historia suele ser escrita pero no por los sujetos que la viven (por ejemplo la historia de la psiquiatría y del manicomio, donde se ha desconocido la visión subjetiva de familias y de los mismos sujetos), la historia también desconoce casi totalmente la visión de los niños, niñas y adolescentes. Me parece muy importante poder activamente cambiar esto en nuestra formación y posterior ejercicio como psiquiatras infantojuveniles.
¿Cuántas historias más, cuántas preguntas podrían responderse de escuchar la historia en voces diferentes a la que estamos habituados a escuchar?
Paola, estoy de acuerdo con lo que planteas con respecto a que en el área infanto-juvenil los padres en base a un constructo social determinan que el comportamiento de su hijo no encaja con el engranaje social, y para ellos es necesario un tratamiento, estando dispuesto a hacer lo necesario para que esta persona “ desviada” vuelva a funcionar.
EliminarSin duda esto se explica desde el adultocentrismo y nos deja ver la deuda que tenemos como sociedad con nuestros NNA.
El manicomio es parte de nuestra historia, no podríamos desterrarlo y simular su no existencia. Al ser parte de nuestro pasado, como se describe en los textos, tenemos la opción de extraer aquellas cosas que nos muestran la locura como un aprendizaje positivo, pero no podemos olvidar que existe un pasado oscuro y terrible en esos recintos. Recintos que a la fechan aún existen, no como lo fueron antes, pero existen y si bien muchas cosas han cambiado, muchas practicas antiguas siguen siendo parte de estos lúgubres recintos.
ResponderEliminarDentro del aprendizaje positivo de estos lugares, podría resumirlo en la frase: hacer algo con poco. En sus años de inicio, el aislamiento social creo que fue mejor que una eliminación directa, los "tratamientos" a la moral realizados en antaño, quizás buscaban el bienestar, sin dimensionar las atrocidades que hoy vemos, quizás ellos, cultural o de la forma que fuera, pensaron que podía ser correcto. En resumen, podemos aprender de esos años y mejorar nuestras prácticas actuales.
En nuestras reuniones clínicas, unas de las cosas que más se conversan, no siempre es la patología en si misma o los ajustes farmacológicos que haremos, si no el ambiente social y funcional del usuario. En muchas ocasiones la patología pasa casi a un segundo lugar cuando no existe un hogar, un padre ausente (muy frecuente), una madre que por razones desconocidas termina abandonando o no recibiendo a su hijo, la droga y delincuencia que solo hace ver un futuro ominoso, con esto, me hacen mucho sentido las palabras de Foucault y como se plantea, las unidades psiquiátricas terminan recibiendo a los que no son recibidos por los suyos. Es tremendamente importante un avance en lo comunitario, que exista una comunidad que integre y deje de aislar al loco, por el solo hecho de ser loco. Muchas de nuestras instituciones hacen que el paciente gire en torno a diferentes centros, básicamente tenemos asilos móviles entre hospitales del día, Cosam, etc. Esperamos participar de este avance a un nuevo concepto, a un nuevo abordaje de la psiquiatría y no poner una "lapida" junto a la confirmación GES de la esquizofrenia.
Que negro y lúgubre se siente hablar de manicomios, como decía María Alejandra, nos produce una sensación muy incómoda y de disgusto.
ResponderEliminarHoy resulta casi increíble imaginar las verdaderas torturas a las que fueron sometidas tantas personas en el periodo manicomial, sin contar el encierro acallador que muchos sufrieron.
Hace poco un compañero de mi antiguo trabajo, con diagnóstico de salud mental, comenzó con una fuerte ideación suicida que un día explotó en el trabajo, todos se dieron cuenta. La lógica decía que era candidato para hospitalización, por la urgencia se consideró un conocido hospital psiquiátrico de Santiago. Sin embargo, todos sus cercanos intentaron evitarlo por lo traumático que seria eso para él. Pese al tiempo que ya ha pasado, se sigue estigmatizando la enfermedad mental y el hospital psiquiátrico. “quien sabe qué cosas vería ahí”, “le puede pasar algo”, “le haría peor”. Asociamos hospital psiquiátrico con cronicidad. Finalmente, este chico recibió atención ambulatoria de calidad, pero porque si podía pagarla.
Pese a que nos falta mucho para lograr una salud mental hospitalaria realmente centrada en el paciente, con todo lo que eso conlleva, ya quedaron en el pasado, me imagino, los tratamientos abusivos y los malos tratos.
Es de esperar que ningún abuso vuelva a ocurrir y que el sistema comunitario, las familias y la sociedad en conjunto pueda acoger a quienes son considerados raros y diferentes.
Al leer los textos lo primero que se me vino a la mente fue pensar en nuestra propia relación entre la palabra "manicomio" o "asylum" y si lo extrapolamos a una simple búsqueda de google o por ejemplo Netflix, nos daremos cuenta que los algoritmos sociales lo relacionan con películas, libros, series, historias, relatos, documentales de terror y todos describen lugares tétricos donde se realizaban procedimientos crueles, ninguno habla de estos lugares como instituciones donde se "cuidaba" o "mejoraba" a los pacientes, si esta es una imagen tan arraigada en nosotros como cultura mundial, ¿Cuántos años nos costará a nosotros como futuros profesionales de la psiquiatría cambiar esto?, ¿Cuánto tiempo nos costará a nosotros mismos, cambiar una imagen con la cual hemos crecido?, desde alguna película Disney donde se declaraba "loco" al padre de la protagonista, hasta una serie que probablemente ya vimos de adultos (american horror story), donde el psiquiatra a cargo torturaba a sus pacientes.
ResponderEliminarQuizá el camino es mucho más difícil de lo que hemos pensado, el estigma que carga el paciente que sufre una patología de salud mental, sigue siendo algo que se trata de ocultar, ya sea encerrándolo o haciendo como que no existe, es claro que han existido cambios en los últimos años y como lo hemos revisado en el curso, son cambios a nivel mundial… pero aún siento que nos falta mucho por avanzar, nos falta mucho por educar y la educación debe ser desde los niños, en los hogares, en las escuelas, dejando de ver esta situación como algo ajeno, como una obra de buena voluntad, creo que si no cambiamos las bases estaremos obligados a repetir nuestra historia.
Lo que me ha enseñado el curso hasta ahora y refuerzan estas lecturas es cuan importante es insertar una higiene de salud mental en nuestras comunidades y desde ahí expandirlas, para desde la comprensión y la empatía poder ayudar a quien padece alguna patología de salud mental.
Una pregunta más difícil de responderse aún, ¿lo logros avanzado necesitará un esfuerzo y un desgaste asociado para sostener lo ganado?
EliminarOTRAS PERSPECTIVAS PARA LOS MANICOMIOS Y LA REFORMA PSIQUIÁTRICA
ResponderEliminarContinuamos transitando este camino para conocer y reconocer la Historia de la Psiquiatría. En esta ocasión tenemos la oportunidad de sumergirnos en un material interesante. Destaco en primer lugar a Cristina Sacristán con su obra, donde intenta plasmar diferentes perspectivas que rodean al surgimiento histórico de los manicomios, trata de mostrarnos una postura más compleja que lleve como ella misma lo menciona a cuestionarse “si el manicomio se puede reducir al ejercicio del poder psiquiátrico ... o si este enfoque ha impedido ver la complejidad de una institución que ... hizo las veces de un lugar de reclusión, pero también de refugio, de espacio terapéutico y de producción del saber”.
Si bien es un planteamiento interesante creo que hay que rescatar que la Historia de la Psiquiatría tiene muchos matices como lo hemos visto hasta ahora y no cabe duda de que la Historia del Manicomio esta plagada de antecedentes que demuestran un daño profundo a los derechos humanos de las personas que no se puede simplificar o mucho menos olvidar. Pero creo que es valioso mostrarnos las vivencias que se rescatan de algunos pacientes con respecto a esta institución que tampoco se pueden dejar pasar o desmerecer.
En mi quehacer profesional he sido testigo de las creencias que tienen los pacientes sobre la hospitalización en psiquiatría, algunos por los estigmas y comentarios asociados a estas instituciones o incluso por haber vivenciado situaciones de abuso. Así como (familiares de pacientes que en ocasiones se ven sobrepasados y solicitan al médico hospitalizar o mantener la hospitalización) pacientes donde sus familiares en algunas ocasiones sobrepasados solicitan al médico hospitalizar o mantener la hospitalización. En relación con esto me vienen a la mente dos casos, el primero estando en el Cosam, una paciente con riesgo suicida alto, se le plantea que sería derivada a un Hospital Psiquiátrico especifico, su reacción inmediata fue de terror, porque ella misma vivenció situaciones de abuso y malos tratos en una estadía anterior. En segundo lugar, recuerdo un paciente con esquizofrenia descompensada hospitalizado, al momento de darle el alta médica, sus familiares manifestaban que no podían recibirlo porque el siempre duraba tres meses hospitalizado y solicitaban mantenerlo internado por más tiempo. Esto sin duda me deja pensando en el largo camino que nos toca recorrer, el mirar debe ser amplio y no reducido. Y las diferentes miradas y lecturas que hemos tenido apuestan a esto, como profesionales de salud mental, ¿cual es nuestro rol?. Tratamos personas con problemas y nuestra labor es ayudarles a resolverlos con todas las herramientas que tengamos y si no las tenemos avanzar en conseguirlas.
Creo fielmente que el reconocimiento de la historia y de todos los actores, nos permite hacernos conscientes de estos hechos, lo que a su vez impedirá que se diluyan en el tiempo. Algo que me gusto de lo que plasmó Novella y que complementa mi idea anterior es “hacer historia (cultural) de la psiquiatría y esclarecer desde una perspectiva más amplia sus condiciones históricas... no es sino practicar aquello que Michel Foucault definió... ejercitarnos en la perentoria y apremiante necesidad de comprender lo que somos y el mundo en que nos ha tocado vivir. Por ello, aprender del pasado, de lo bueno y de lo malo sería para mí el camino para una práctica psiquiátrica que dignifique a las personas enfermas y la vía para aliviar a los que sufren.
Es muy interesante ver cómo a lo largo de la historia de la psiquiatría, se van entrelazando tantas situaciones, vivencias, luchas y desencuentros que podemos ir conceptualizando bajo algunos lineamientos como la historia conceptual, social y profesional de nuestra profesión.
ResponderEliminarTras profundizar en ambos textos sugeridos, es posible visibilizar algunos aspecto que hasta el momento quizás no habíamos profundizado mayormente, que dan cuenta de algunas vivencias o procesos que lejos de estar asociados a situaciones peyorativas, de maltrato, discriminación se asociaron a elementos sanadores, de refugio frente a la desolación/hambruna vivida en determinada época o cómo también todo el proceso global de la creación y vida de los manicomios, con todas sus vivencias y experiencias, generaron fuente de conocimiento para la psiquiatría.
En lo personal, me agrada el poder ver no solo la dicotomía del blanco/negro de las situaciones, por lo cual fue bastante bueno poder revisar el documento de Cristina Sacristán, no obstante es innegable lo que nos plantea Foucault, lo cual va muy de la mano con todo lo hemos revisado a lo largo de diplomado sobre la historia y el gran daño que también dejaron los manicomios en tantas vidas.
Por otra parte, el texto de Enric Novella, nos invita indiscutiblemente, a ir un paso más allá en el entrecruzamiento de sus distintos pensamientos respecto al tema, donde entrelaza la historia cultural de la psiquiatría, las personas (desde distintas veredas) involucradas en ella, las instituciones como tal y la importancia del lenguaje en la construcción de estas realidades.
Concuerdo con Javiera en que fue muy interesante leer en el texto de Cristina Sacristán una mirada más matizada de la crítica foucaltiana hacia la psiquiatría, y desde allí plantear la mirada de la historia desde el sujeto.
EliminarMe parece también llamativo que esta mirada haya surgido con más fuerza en Latinoamérica, y me hace recordar que finalmente cada texto que leemos debemos siempre fijarnos bien dónde fue escrito, por quién, en qué año, etc., pues como decían Fernández Liria y Germán Berríos en los textos leídos anteriormente, la psiquiatría no está "sola" en el universo del saber, sino que responde necesariamente a lo que ocurre en la historia e incluso a los "encargos societales", encargos dinámicos que configuran y construyen la sociedad.
Vuelvo a plantearme entonces la importancia de conocer de historia, sociología y antropología en nuestra formación como Psiquiatras, pero en nuestro caso como futuros psiquiatras infantojuveniles repito la pregunta escrita más arriba, ¿cómo sería una historia escrita desde el punto de vista de niños, niñas y adolescentes? Y, ¿cómo sería una psiquiatría construida -o encargada- desde ese punto historiográfico?
Conocer la historia de la Psiquiatría desde las diferentes miradas que hacen los historiadores, nos permite crear una visión más completa y real, respecto a los hechos relatados en los diferentes textos a lo largo del curso. Así como se puede creer que los manicomios son lugares de reclusión y exclusión, desde otro punto de vista se puede pensar también que a lo largo de las décadas también han servido para dar refugio, ser espacios de terapia y de producción del saber. De manera similar como ocurre con la historia de la medicina, la psiquiatría ha evolucionado en forma positiva, y hemos aprendido de los errores del pasado. Aunque falta mucho por mejorar, se avanza sostenidamente y en paralelo con los cambios sociales, incorporando con más fuerza los derechos sociales a la salud, el bienestar y la vida digna de las personas y en particular de los pacientes con trastornos mentales.
ResponderEliminarFiorenza, concuerdo con lo que planteas de ver la historia de la psiquiatría de manera positiva, donde vamos aprendiendo de los errores cometidos en el pasado, los que sin duda hoy en día nos impulsan a ser mejores personas y mejores especialistas volviéndonos más humanos y empatizando ante todo con el sufrimiento del otro.
EliminarOTRAS PERSPECTIVAS PARA LOS MANICOMIOS Y LA REFORMA PSIQUIÁTRICA
ResponderEliminarEn el ejercicio académico de esta quincena, la invitación inicial, a mi entender, es a develar posibles matices, incluso etimológicos, algunos positivos, otros negativos (los más), del porque los manicomios o espacios de cuidado y vigilancia de la manía o de los distintos, tuvieron su nacimiento, auge y caída en el escenario social y salubrista a lo largo de la historia.
Se nos ofrece también la mirada desde lo que nos define en la disciplina psiquiátrica recalcando los vínculos entre la historia (general y particular de la disciplina), construcción de conceptos psicopatológicos y las imbricación del poder y los roles en la sociedad, aquello que hemos llamado en otros momentos, los encargos.
Nuevamente pareciera que, cuando el peso de la atención es puesto en el eje de la alteridad, en el otro, como un ser multidimensional, con sentimientos y humanidad, se da vía a ciertos cambios paradigmáticos en el entendimiento y abordaje de la salud mental, el cambio del loco a un sujeto psicológico, un otro, susceptible y vulnerable daría según los autores, las bases posibles para los grandes cambios en la cosmovisión de la salud mental, conceptos como humanidad, nación y ciudadanía van a facilitar la irrupción de fuerzas como la de la opinión pública en materias y de maneras que, hasta nuestros días, permiten conducir dichos cambios.
Estos cambios conceptuales, acompañados del desarrollo de las diciplinas del mundo PSI, la consolidación y hegemonía del poder de la medicina y su hija, la “medicina mental”, dan pie a la legitimación de practicas y estrategias posibles para atender, ayudar, controlar y vigilar a los diferentes, peligrosos o extravagantes.
Rescato las diferencias que va haciendo la Dra. Sacristán poniendo en evidencia el impacto y resignificación que en Latinoamérica tendrá la religión, la caridad y salvación prometidas como una forma de preservar la tranquilidad social, y como en general permitiría también la posibilidad de una “redención” con las curas morales, de la instrumentalización del trabajo en la “terapéutica” del trabajo . Me pareció muy destacable las criticas al discurso de Foucault, las características especulativas de sus fuentes, la interpretación mecánica de los hechos en distintos sitios del mundo, y sin dejar de resaltar sus aportaciones, también de como al poner el foco en el análisis de las relaciones de poder entre el médico y el “loco”, escaparon a su análisis variables que al día de hoy nos son imprescindibles (y que, por ejemplo destacan también los compañeros de psiquiatría de la niñez y adolescencia), el “loco” y su familia, la sobre dimensionalidad que invita a la reflexión en que “…la locura no solo se puede vivir desde la dominación, ni de la trasgresión…”
Eric Novela por otro lado hace el acento en la obsolencia de los fundamentos de las sociedades feudales y del florecimiento de idearios democráticos y sofisticados proponiéndonos un desarrollo del hombre en dimensiones que tensionan emancipación y autonomía, al grado de resaltar la deuda de los aspectos culturales en las construcciones de la psiquiatría, achacándole a la locura el fracaso de lo humano. A si mismo el abandono del cuerpo y, en la misma línea, convirtiendo al hombre en máquina.
Destaco también los conceptos historiográficos donde resaltan la medicalización y el biopoder, la subjetividad al seno de una conciencia colectiva en tensión con lo individual y el influjo de las sociedades en las prácticas médicas, dos aspectos que muy bien grafica la experiencia relatada por Johana, estigma y espacios micro sociales.
La historia de la psiquiatría, tiene pasajes muy oscuros, que duele mucho saber… Sin importar las intenciones y por paradójico que sea, muchas practicas han promovido el menoscabo de la dignidad y respeto de quienes sufren alguna situación/ condición de salud mental.
ResponderEliminarPor esto, me parecen lógicos los continuos cuestionamientos hacia nuestro rol por parte de la población. Las personas cada vez pueden acceder a mayor información, esto promueve un pensamiento crítico y actitudes más activas. Esto me parece que ha sido fundamental, para que los profesionales sean cuestionados por sus métodos y nos replanteemos nuestro quehácer y metodología, favoreciéndose cambios radicales en el funcionamiento de la psiquiatría. Sin duda, muchos otros fenómenos están implicado en las reformas psiquiátricas, pero me parece que merece distinguirse el hecho de que las personas han cuestionado su docilidad y actitud sumisa, ante los instrumentos de control del Estado, lo que ha sido fundamental para la transición del "modelo manicomial".
Utilizo el termino transición, ya que aún podemos encontrar lugares con "unidades de corta estadía" con usuarios que viven por décadas en dichos hospitales, dado a la escasez de dispositivos que albergen a personas con enfermedades mentales graves, que carecen de una red de apoyo o un tejido social que permita su integración en la comunidad... Me pregunto continuamente, ¿Qué podremos hacer en estas situaciones?
Claro, la historia de la psiquiatría es bastante oscura con muchos altos y bajos. Pero siempre hay que revisarla con altura de mira, si logramos revisarla en forma comprensiva podremos darnos cuenta de donde venimos y la clase de especialidad que queremos forjar a futuro. La idea es no pisar el palito dos veces.
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EliminarMatías, me parece muy interesante lo que planteas en torno a la “transición del modelo manicomial”. Tal como comentas en la actualidad todavía nos encontramos con usuarios que viven separados de la comunidad (por largos periodos e incluso hasta sus últimos días) en unidades hospitalarias de “corta estadía” y que nos llevan a preguntarnos tal como lo escribes ¿Qué podremos hacer?.
EliminarLa falta de dispositivos/opciones para personas con enfermedades mentales graves sin una red de apoyo familiar y/o social que sea capaz de brindarles la compañía necesaria para su reinserción social es algo a lo que nos vemos enfrentados en nuestro quehacer. Lamentablemente nos encontramos con un problema poco visualizado y para el cual todavía no hay una solución viable.
Saludos a todos,
ResponderEliminarDebo admitir que fue bueno tener una perspectiva distinta del manicomio y de la psiquiatría de las que se habían visto hasta este momento, de modo de poder ir contrastando opiniones de los distintos autores.
Me agradó mucho ver como en el texto de Cristina Sacristán se expone tanto la visión de Foucault para posteriormente contrastarlo con sus detractores, y ver la diferencia entre lo sucedido en Francia con el Gran Encierro de lo sucedido en los demás países, ya no desde la mirada solo como un manejo sociopolítico de las personas diferentes, sino que también validando que hubo mucha influencia de las familias de los alienados como en ocasiones de los mismos alienados. Como dicen algunos compañeros, en el texto dan testimonios de personas que perdieron mucho con el manicomio, pero también se menciona de otros casos en los cuales vieron en él una mejor opción de vida a la que tenían fuera de éste.
Lo que me agrada finalmente del texto de Cristina Sacristán es poder ver que no todo fue blanco y negro con la historia de la psiquiatría, sino que hubo muchas buenas intenciones, incluso en el tratamiento moral, dentro de cómo surgió la psiquiatría, no solo como fenómeno de control social, sino que como empresa para validar como humanos a los excluidos y dentro de esa validación buscar formas de ayudarles en su curación. No significa que no se cometieran errores, al igual que en todas las áreas de la medicina que cuando se miran tratamiento de hace 100 años uno se pregunta cómo la gente sobrevivía a los tratamientos, sino de que es parte del camino que nos ha llevado a ver qué puede ser útil y qué no. Por ejemplo, no hablamos de desinstitucionalización de la locura sino que de reforma porque de todas maneras se vio que muchas personas no estarían bien fuera de un entorno con ciertas protecciones (ese núcleo duro e irreductible de pacientes crónicos que no cuentan con mayor red de apoyo), por lo que siguen existiendo instituciones como los hogares, aunque el enfoque del tratamiento ha podido cambiar en cuanto a los derechos de los pacientes y las alternativas de tratamiento que se han ido generando gracias a los avances de neurociencias y otras áreas. A mi parecer al menos, ya no hay cabida para la institución del manicomio, pero no es que no hubiese tenido su tiempo donde fue visto con una buena intención desde el punto de vista médico de tratamiento al alineado, dispositivo que me da la impresión fue abusado desde distintas partes de la sociedad (poderes del estado en algunos países, familias de los alienados en otros lados, etc.), que fue lo que finalmente hizo por un lado que no tuviese muchos éxitos terapéuticos y por otro que se volviese un símbolo de exclusión.
Por otro lado, el texto de Enric Novella nos expone cómo fue cambiando culturalmente el entendimiento o percepción de lo que es un ser humano, y de cómo los diferentes también son tan humanos como nosotros, con la evolución de los conceptos de salud mental e higiene, y cómo la medicina quiso involucrarse en temas de la mente para llevar a la población a una mejor calidad de vida. Posiblemente es también una forma de ver como la medicina se fue tratando de involucrar en áreas sociopolíticas y, no sé si con o sin intención, de ser parte de los grupos que puedan estar involucrados en el control social (con un afán bienintencionado según el texto).
Felipe González Figueroa
Residente Psiquiatría de Adultos Universidad Mayor Sede Angol
Hola a todos.
ResponderEliminarSi bien la historia de la psiquiatría, destacando negativamente la del medioevo, es especialmente dolorosa mirada con los ojos de nuestros tiempos. Impresiona a partir de los esfuerzos por desarrollar el relato expuesto por la historiografía, muestra el verdadero quiebre en el plano ético vivido por la psiquiatría que trae el “advenimiento de la modernidad” pasa por la priorización del bienestar del sufridor psíquico que ocurre entre el S XVIII y XIX por sobre otros intereses antes discutidos al igual que en estos dos artículos (siendo los pioneros resaltados Italia, Inglaterra y Francia). Momento en el cual se comienza a dar esperanza al enfermo, buscando con una mirada integral, resultados de tratamientos que no solo buscan superar la enfermedad, sino también lograr la anhelada reinserción social con una mirada más global de quien sufre de enfermedades mentales. Entendiendo que previamente convivía el trabajo del clínico sobre “sus” alienados, con una superación de la enfermedad bloqueada casi totalmente y una reinserción social abolida absolutamente tras los muros del manicomio.
Sin volver a escarbar en el análisis crítico que podamos hacer respecto a la creación y mantención a través de los siglos del manicomio y los procedimientos realizados en ellos con “fines curativos”, reconociéndolos principalmente como instituciones restrictivas de libertad absoluta y con mínimos o literalmente contraproducentes resultados de procesos terapéuticos. Es importante destacar que existen 2 actores determinantes para su existencia que los podemos mencionar a distintas épocas con diferentes rótulos, pero resumibles en primera instancia como “un interés o esfuerzo social” por resolver “la situación de los alienados” (indiferentemente del grupo social que lo impulsara y sus verdaderas intenciones), encausados a través del poder público concentrado en el estado (sin importar para este comentario si su control pasaba por el poder eclesiástico, monárquico, político o económico como ocurre mayoritariamente en nuestros días), y secundariamente un “brazo ejecutor” concentrado en los esfuerzos de la psiquiatría y el derecho, obligados a mutuo entendimiento para sacar adelante las tareas impuestas en los tiempos que les ha tocado convivir para poder dar respuesta a las necesidades que la sociedad imponía. Aquí hago el punto, en que independiente del tiempo que ha pasado, los actores siguen siendo prácticamente los mismo, cumpliendo su rol en la actualidad sin importar el nombre que se les dé, de quienes llevan a cabo los dos papeles mencionados.
Continua...
EliminarUna vez dicho esto, me quiero concentrar en lo que le toca al mundo de la psiquiatría de nuestro tiempo y los venideros. Reforzando en primera instancia la idea sobre la importancia trascendental de conocer su pasado, donde no cuesta mucho a la luz de los hechos relatados largamente por Cristina Sacristán en su artículo, darse cuenta de sus escasos logros. Cuyo aporte pasa sin dudas por exponer los elementos históricos que llevan por una parte a la superación de los errores y equivocaciones, así como impulsar las decisiones que estructuran los cambios transformadores que permiten desde el siglo pasado promover la superación del modelo asilar (proceso que transcurre hasta nuestros días), que no cuestan tanto poder adoptar y adaptar, más si sostenerlo en el tiempo.
En segunda instancia tomo de este artículo un elemento que impresiona secundario en su desarrollo, pero que me parece sumamente importante y es el cuestionamiento que no nos realizamos muy a menudo respecto al análisis de nuestro propio tiempo, sobre la aplicación de nuestra técnica, sobre implementación de la ciencia y el arte clínico actual, sobre el aporte real de la tecnología (farmacéutica y médica), sobre el entendimiento parcial de los derechos y libertades de los ciudadanos (establecidos por minorías cupulares intelectuales entrelazadas con el poder político), entidades jurídicas desarrolladas de forma inconsulta a quienes les “toca vivir” bajo esas libertades y derechos. Basándonos en el entendimiento cada vez más amplio de una enfermedad mental cada vez más compleja, pero a su vez con un alejamiento cada vez más pronunciado de preocuparnos del padecer individual y único de cada paciente que no puede ser estandarizado bajo preceptos diagnósticos ni resumidos por la estadística. El podríamos decir que solo se ha visto defendido por el activismo (y en la parte que le toca por la psiquiatría), que comienza a empujar las barreras a mediados del siglo pasado como respuesta al haber sido obviados por los diversos centros de poder que manejan el control social, y muchas veces con un retorno del péndulo que hace retroceder lo ganado según las necesidades del mercado como hemos mencionado tantas veces.
Continua...
EliminarEs aquí donde me detengo para abrir preguntas respecto a si existirá un nuevo Gran Encierro propio de nuestro tiempo que no percibimos, existirá o vendrá un nuevo y más extenso espíritu “anti psiquiátrico” (no dirigido contra sus avances ni la técnica misma de la psiquiatría), que cuestione suficientemente la totalidad de los objetivos de la psiquiatría como acto médico, espíritu que se dedique a buscar y dar un espacio real que de entendimiento al padecer del individuo mientras lo acompañamos en curso de su enfermedad. Nos preguntamos si damos el tiempo suficiente de poder entender si nuestro saber y la aplicación de nuestras técnicas tras el deseo por vencer a la enfermedad misma no terminan haciendo más daño al enfermo. Si los ejemplos como Manicomio con sujeto que demuestran como ese sufrir específico y generalizado de la reclusión de los pacientes existió durante tanto tiempo (y existe en parte en nuestros días), determinó la toma de acciones para ser superado ese sufrimiento en particular… Nos preguntamos si los tratamientos actuales provocan algún “nuevo” pesar y que tan trascendente es más aún en los tiempos de necesaria sociabilización para la misma salud mental de la población, entendiendo que ya solo el hecho de estar en un tratamiento de salud mental puede traer cargas como son la discriminación. A resumidas cuentas y siendo “más o menos concreto”, dejo dos preguntas, la primera en el eje social ¿No debería ser la misma psiquiatría quien se preocupe por horizontalizar las decisiones que atañen a la sociedad que trata entre los integrantes que la componen?, la anterior quizás nos ayude a responder mejor una segunda pregunta que reoriente nuestra historia conceptual formulándola como ¿Cuáles serán las camisas de fuerza modernas y los muros asilares indicados en nuestros tiempos y que no estamos viendo?
Saludos cordiales.
Eduardo Peirano O.
Buen resumen de la Dra Sacristán de algunos de los tópicos que habíamos revisado en clases anteriores, me aclaro varias dudas y me ayudo a ordenar un poco más cronológicamente esta historia de la psiquiatría en general.
ResponderEliminarImpacta la visión que se realiza en América Latina de como se ha llevado a cabo la practica psiquiátrica y su relación con el estado. En primera instancia la exigencia al estado de la creación de manicomios que pudieran brindar un espacio diferenciado y tratamientos dirigidos específicamente a enfermos mentales, y que todo esto fuese acompañado de una legislación que definiera las condiciones para poder “secuestrar” a los locos y legitimizar a los psiquiatras.
En la mayor parte de los países esto se vio debilitado por un débil apoyo estatal o que una vez echadas a andar estas instituciones, solían ser abandonadas a su suerte. Personalmente esto no me extraña, en Chile por lo menos, estamos acostumbrados a dejar las cosas a medias. La falta de planificación, proyección a futuro y sistematización de las estrategias gubernamentales es algo que se ve prácticamente todos los días en los noticieros. Lo considero algo tan típico de nuestra idiosincrasia.
También llama la atención de como la familia pasa a tomar un rol protagónico, muchas veces en desmedro del propio paciente (y del psiquiatra). El forzar el ingreso, la mantención o impedir el alta también son cosas que hasta el día de hoy uno como profesional tiene que lidiar. La influencia de la familia es algo que sigue tan vigente como la de la sociedad en general.
De lo positivo rescato cuando se habla de los manicomios como un lugar de normalización para los adaptados. Las múltiples experiencias dentro de este microcosmos social y como en algunas ocasiones se sobredimensiona el papel del control social del manicomio, pues la locura se podía vivir sin necesariamente implicar un proceso de dominación ni transgresión. Varias son las historias escuchadas de pacientes que han podido salir adelante, emprender, crear un negocio, enamorarse y formar familia dentro de las instituciones donde supuestamente habían sido ingresados para tratar su patología mental.
Para terminar me gusta mucho la frese de Novella en su ensayo, donde la psiquiatría es , en suma, un producto de su tiempo (como casi todas las cosas).
EliminarMuy interesantes ambos documentos, principalmente lo mencionado sobre los manicomios que fueron construidos con el fin de auxiliar al desvalido, movido por un espíritu humanitario que buscaba brindar un trato digno desde la ciencia para reintegrarlos a la sociedad y devolverles su humanidad, pero que en el fondo generó una gran segregación e incluso su exclusión, eliminación y además se transformó en un método para condenar a nivel judicial. Por otro lado, esto generó que se tergiversara el sentido inicial de su creación (ayudar a aquellos que iban por problemas de salud) para posteriormente recibir a los que tenían conductas desviadas socialmente (como vagabundos, quienes provocaban escándalos, reos, etc.).
ResponderEliminarOtro punto interesante es que los manicomios eran vistos como lugares para silenciar a todo aquel cuya manera de pensar, sentir o comportarse resultaba intolerable para la sociedad. Hoy en día, si bien es cierto no existen manicomios propiamente tal, sin embargo sobre todo en población infantojuvenil, el manejo farmacológico es visto como “liberador y sanador” de conductas que no son aceptadas por padres e incluso por su entorno más cercano, lo que a la larga puede cronificar una conducta o disfunción familiar que quizás puede ser intervenida desde lo comunitario, desde lo familiar, desde lo sistémico de manera más efectiva, pero que no es valorada como tal y los manejos farmacológicos (me refiero a los que no tienen un real sustento y justificación) se transforman en lo esperanzador para reestablecer “lo desviado” ya que hemos perdido la tolerancia, nos da miedo lo diferente, nos da miedo hablar, darnos cuenta que gran parte del sufrimiento de ese niño o adolescente es causado por el adultocentrismo, nos da miedo que no sean exitosos, y finalmente con este modo de actuar se silencia lo que resulta intolerable o amenazante invalidando su sentir y sufrimiento psíquico, porque detrás de todo lo “desviado” o “no aceptado socialmente” hay una persona que sufre.
Sin duda, cada vez nos nutrimos más con los saberes que nos propone este diplomado y nos vamos dando cuenta de la larga y ardua tarea que nos queda por delante para proteger y ser la voz de nuestros NNA.
Yeaninne Hernández A
Residente Psiquiatría infantojuvenil UChile
Comparto plenamente lo que señala Yeaninne y que va en la misma línea de lo que escribí en algunos comentarios anteriores, de que podamos ser la voz de los niños, niñas y adolescentes. Tarea no tan fácil en un mundo adultocéntrico pero a la que podemos acercarnos si activamente nos esforzamos por deconstruirnos del adultocentrismo imperante.
EliminarDurante el desarrollo del curso hemos ido profundizando acerca de la institucionalización, conociendo lo negativo y positivo a lo largo de la historia.
ResponderEliminarLa institucionalización fue una mascara que permitió a los locos ser segregados de la comunidad, nacida dentro de una civilización ilustrada y progresista, la que motivada por su aparente nobleza busco tratar al loco y liberarlo de su patología. Sin embargo, hoy vemos con recelo la forma en que fue silenciado, excluido y torturado este grupo de la sociedad clasificados como “peligrosos y diferentes”. El claro objetivo de preservar la tranquilidad publica determina las razones de orden social prevalentes en la época, reduciendo al mínimo los aspectos médicos que realmente debían ser tratados.
Se justificó el confinamiento como el factor clave de la curación, pero los “tratamientos” utilizados al interior de estos manicomios fueron desde pequeñas intervenciones, hasta procedimientos impractibles hoy en día. Es posible creer que la ignorancia de la época en como tratar a estos pacientes, permitió que se realizaran nefastos procedimientos que incluso dejaron secuelas de por vida a estos pacientes.
El desarrollo de la psiquiatría en conjunto con la comunidad científica internacional ha permitido el avance de estas practicas, logrando reconocer aquellos tratamientos perjudiciales para el paciente e innovando en nuevas estrategias terapéuticas que sean realmente efectivas para este problema de salud a nivel mundial. Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido aún sigue siendo un gran desafío el el manejo de algunos pacientes que presentan mayor complejidad.
A pesar de algunos aspectos negativos de los inicios es importante considerar los distintos factores que influenciaron esta realidad. La presión política y de las altas sociedad. Debemos aprender de lo malo y generar nuevas estrategias que permitan seguir el desarrollo de nuestra disciplina.
Que paradójico pensar que el nacimiento de estas instituciones (manicomios) tan cuestionadas y asociadas a un inherente estigma de exclusión, se basaban en mejorar lo que no existía para el alienado. “El nacimiento del manicomio en pleno Siglo de las Luces fue percibido como el símbolo de una civilización ilustrada y progresista que había dejado de ignorar a sus ciudadanos enfermos y que, movida por un espíritu humanitario y abiertamente reformista, les brindaba finalmente un trato digno y dirigido desde la ciencia”. Es así como el transcurrir de la historia nos muestra que se convirtieron en espacios donde el enfermo mental permanecía expuesto a reclusión, abusos y una absoluta inactividad, llegando a convertirse el manicomio en un espacio de enfermedad cuyo remanente más visible era la cronificación.
ResponderEliminarSi bien la institucionalización en un momento tenía el precepto de silenciar a quienes, con su manera de pensar, sentir o comportarse, cuestionaban o amenazaban los valores de las clases dominantes ¿Que derecho cuidamos actualmente? ¿Permitimos la integración en la sociedad?. Cada vez tenemos más conocimientos de las enfermedades mentales, pero lo que sigue inamovible es el estigma de éstas y la consecuente discriminación, que toma forma en rechazo social, privación de ayuda y restricción de oportunidades (En relación al Estudio Nacional de la Discapacidad (2015), entre las personas con trastornos mentales severos, la cesantía es aproximadamente 6 a 7 veces mayor que entre las personas sin trastornos mentales. (Plan Nacional Salud Mental, 2017)). Como bien hemos discutido en las sesiones anteriores, el equipo de salud también pasa por la necesidad de convertirse en un defensor del paciente ante esta sociedad, como parte de su trabajo terapéutico.
Hola a todos!
ResponderEliminarCasi desde el inicio de este curso he tenido una inquietud sobre la mirada critica que podemos hacer hoy sobre diferentes sucesos, hechos o pensamientos que se llevaron a cabo en el pasado, esto porque puede ser "muy facil" buscar aquellas cosas que consideramos negativas y generar un reproche hacia estos con todo el avance, conocimiento, errores, aciertos, correcciones que tenemos y han ocurrido hasta el presente, incluso muchas veces desde una plataforma de "lo correcto". Ahora, el tener una mirada mas amplia sobre un hecho no quiere decir que sea justificable lo que ocurrio con este, pero de alguna forma permite entender el espiritu con que nacio, las motivaciones que hubieron detras, los propositos que se buscaban, si fue un fenomeno que en su genesis comenzo con grotescos errores o fue mutando en el camino, si hubieron equivocaciones en su ideacion, implementacion, divulgacion, etc.
En base a esto valoro el relato de los inicios del manicomio, visto como una real posibilidad de mejorar las vidas de personas totalmente alienadas de la sociedad, tanto asi que Esquirol fue propulsor de estos, por primera vez la sociedad tomo en cuenta a sus cuidadanos enfermos, y, sin embargo, cuan penoso y lamentable es en que desencadeno este. Creo que lo que motivo esta idea, la aparicion de los manicomios, fue lo que posteriormente se perdio de vista, se perdio de vista la persona, parar mirar un "grupo de", encasillando a las personas en categorias de las mas diversas, quitandoles su humanidad, dandoles un valor menor al real, y pasando por tanto a ser un instrumento con diversos fines, muchos de estos vergonzosos.
De forma mas evidente queda de manifiesto la influencia que diferentes personas, contextos sociales, eventos mundiales o locales, pueden tener y asi repercutir en la salud mental, en como se considera a las personas, y como un instrumento como el manicomio puede nacer y ser utilizado con las intenciones mas nobles y tambien con las mas perversas.
Atte
Nuevamente los textos nos describen la reflexión de estos pensadores, respecto a la “azarosa” invención de la psiquiatría y su historia. Esta vez enfocados en los manicomios.
ResponderEliminarCristina Sacristán nos muestra su recolección histórica y visión respecto a esta institución, destacando principalmente el fracaso frente a su intención primera.
Ciertamente el lugar funcionaba como territorio de marginación y reclusión para ciertos personajes de la sociedad, pero también funcionó como refugio para algunos y podría ser donde se inició el espacio terapéutico y la producción del saber de la psiquiatría, lo que finalmente sirvió para posicionar a la especialidad como ciencia.
Ahora pensamos en aquella época como la terrible época de los manicomios, pero si lo miramos un poco mas, en aquella época lo que hacían era trazar una linea , una delimitación de lo normal y lo anormal que suponían y con eso institucionalizaban a los que llamaban enfermos. Ahora unos años después esa separación sigue existiendo aunque un poco mas sutil. Esta separación la hacemos ahora mediante un diagnostico y en ocasiones, la sociedad mantiene la opción de separarse de quienes lo padecen. Creo que el llamado principal del curso es llevarnos a esta reflexión respecto a la psiquiatría como instrumento de poder.
En sesiones anteriores hemos hablado en una linea muy consistente sobre como la reforma psiquiatría viene a quebrar una inercia centenaria asilar/vulneradora/patologizante hacia dispositivos y practicas comunitarias, como dos caras de una moneda, como dos laderas opuesta de la misma montaña. Pero de los textos de Sacristán y Novella desprendemos que el recorrido es mucho más sinuoso, con diferentes y paralelos pasajes.
ResponderEliminarSacristán aporta en su texto elementos que tienden a derrumbar la visión monolítica de la institución manicomial. La imagen transmitida culturalmente del manicomio es tenebrosa, así asilar y vulneradora como dije previamente. Sacristán no hace esfuerzos por desmentir aquello, pero sí aporta detalles para considerar su constitución en el siglo XIX bajo intereses altruistas religiosos y moralistas, también aporta en la consideración heterogénea de sus desarrollos y prácticas, alejada de un poder psiquiátrico hegemónico u homogéneo, e invita a considerar la importancia de los mismos aislados en el desarrollo de la disciplina y la institución "pues la locura se podía vivir sin que necesariamente implicara un proceso de dominación ni de transgresión" concluye.
En esta linea encuentro sumamente interesante reflexionar, si bien entendemos que el manicomio y sus practicas son fundamentalmente coercitivas, existen espacios para que la alteridad florezca, se exprese y resista. ¿Es que la disciplina podría acaso existir si esto no ocurriera? Ya lo mencionamos en otras sesiones, mientras el objeto de la psiquiatría sea un elemento fluido, así lo será también la disciplina, y por extension, sus practicas, sus instituciones y sus protagonistas. Porqué sin duda las instituciones no son las mismas que hace 200 años, tampoco las de hace 50 años. En Chile quedan 4 manicomios, el resto se ha reemplazado por dispositivos comunitarios, parte del presupuesto destinado a salud mental ha sido re-distribuido, a un desarrollo de estos espacios comunitarios, acercados a las necesidades de las personas y sus territorios. ¿Pero cuánto camino quedará por recorrer? ¿Cuánto poder psiquiátrico se mantiene alojado en instituciones y practicas asilares? ¿Podríamos definir, o incluso tratar de cuantificar si existe en su contraparte alojado un poder comunitario? Aunque enmarcándolos en las lógicas de la biopolítica deberíamos reflexionar sobre cuánto poder se ejerce, más que en sus potencialidades.
Y en este ejercicio reflexivo aporta también el texto de Novella. A diferencia de los que algunos comentarios previos quieran quitarle importancia al ejercicio de enjuiciar el pasado desde la óptica del presente, es precisamente ese el único ejercicio que podemos realizar para tratar de “hacer historia (cultural) de la psiquiatría y esclarecer desde una perspectiva más amplia sus condiciones históricas de posibilidad y sus antinomias constitutivas … aquello que Michel Foucault definió en su momento como una “ontología del presente”, esto es, ejercitarnos en la perentoria y apremiante necesidad de comprender lo que somos y el mundo en que nos ha tocado vivir.”
A mi parecer no existe forma de intentar definir los horizontes del futuro si no es a travez del juicio critico de lo ya avanzado, y a travez de esta óptica crítica situarnos en un complejo entramado de poderes que se ejercen en la disciplina psiquiátrica. Reconocer la influencia de esos poderes en nuestro quehacer sólo nos dará más libertad, así como también nos permitirá ampliar esos espacios de libertad y autonomía a los otros.
Cada una de las disciplinas a medida que avanza el tiempo, va renovándose y reinventándose en base a los conocimientos de las ciencias paralelas y mismas disciplinas. Así también lo ha hecho la medicina y cada una de las grandes especialidades. Lo que es llamativo de la Psiquiatría, es como aplica sobre los cuidados de la salud mental de las personas que son integrantes de una sociedad, influyen sobre ella, y es así como lo vemos en la historia, todos los factores que tienen peso en la sociedad.
ResponderEliminarLa política, la religión, la cultura impactan de forma trascendental en la historia de la Psiquiatría. Es por lo mismo que el concepto de Locura, que viene desde la antigua Grecia, ha sido utilizado para todo aquel que se aleja de la norma, que es mas transgresor o mas alejado de las leyes de convivencia social tácitamente establecidas.
Por lo tanto, no seria extraño pensar que quienes no quieren respetar las normas del colectivo, debiesen de ser apartados de este. Probablemente esta idea, retrograda para el análisis de los autores, puede estar muy vigente en varios actores principales de la sociedad. Y en ese sentido, el Manicomio venia a responder a una necesidad, creada por esa misma sociedad, que bajo el argumento del resguardo del colectivo, se permitía alejar a estos individuos. en tiempos de antaño, incluso considerarlos como miembros de una escala menor, y por eso no necesariamente había que invertir en comodidades, cuidados dignos o incluso en consultar su parecer.
Al contrario de ese tiempo, creemos que actualmente estamos en una sociedad integrado, sin embargo lo que se proclama en varias partes, muchas veces es derrotado por el Estigma de la Enfermedad Mental, y si bien, no esta institucionalizada la posibilidad de encerrar en un manicomio a alguien por tener una enfermedad mental, siguen existiendo conductas de apartar a estos individuos de la sociedad. Del colegio, de los trabajos e incluso algunos familiares, quieren apartarlos de sus familias y en la practica diaria, he recibido solicitudes de familiares de mantener internados bajo su voluntad a pacientes, pese a no reunir los criterios legales.
Si algo puedo encontrar como eje común del trato de los pacientes psiquiátricos en la historia, es que el parecer de las personas que están cursando una enfermedad, independiente de su gravedad, es lo que menos es considerado para planificar sus cuidados.
Por otra parte, desde la lógica de la sociedad actual, nuestra cultura y nuestro grado de conocimientos científicos y psicopatológicos actuales, resulta difícil criticar las decisiones que se tomaron en la historia con respecto al trato y las condiciones que recibían las personas y probablemente el manicomio cumplía una necesidad para la sociedad y permitió generar conocimientos actuales que nos dan la oportunidad de saber como tratar mejor a nuestros pacientes y sobretodo, evitar que en la historia se repitan centros donde bajo el argumento de cuidados de paciente, se permitan abusos principalmente contra sus derechos humanos.
Es muy interesante ver cómo el manicomio surge como un espacio de reclusión y a la vez de refugio, con fines terapéuticos, de producción de conocimiento, movida por un espíritu humanitario y heróico: atender, cuidar y vigilar a los peligrosos/diferentes. Para Foucault representó un instrumento del estado, establecido para aplacar a quienes, con su manera “atípica” de ser, amenazaban los valores de las clases dominantes. Por tanto, preservar el orden público defendiendo a la sociedad de un potencial peligro, fue el principal fundamento de su creación. Junto con el manicomio, ya a fines del siglo XVIII y principios del XIX, nacen los primeros alienistas con la idea de que, mediante una cura de aislamiento y el tratamiento moral, podrían reintegrar al loco a la sociedad, legitimando de este modo a la psiquiatría como el conocimiento experto en los trastornos mentales, siendo el manicomio un espacio fundamentalmente terapéutico dirigido por el medico como gran figura de autoridad, fuente de dominación y control, que somete al loco a sus directrices para “normalizarlo”.
ResponderEliminarSin embargo, esta institución que germinó movilizada por deseos nobles como lo era el liberar al loco de sus cadenas y lograr su curación para su reincorporación a la sociedad, se fue convirtiendo contrariamente en símbolo de exclusión social, de represión, en un lugar donde se ejercían prácticas deshumanizadas que hoy vemos con ojos horrorizados. Por esto, después de la segunda guerra mundial, se propone un cambio de orientación de la asistencia psiquiátrica y en las políticas de salud mental. Nace así la desinstitucionalización cambiando los hospitales psiquiátricos por centros de atención comunitaria…
Respecto a las prácticas de aquel entonces y las de hoy ¿Cuántas de nuestras actuales prácticas que son pensadas con un fin de beneficencia, serán consideradas en un futuro como verdaderas aberraciones? Creo que si bien hemos sacado varias lecciones de este oscuro pasado, todavía permanecen residuos a los cuales habría que darles una vuelta. A su vez es necesario rescatar los testimonios de aquellos que sí encontraron en el manicomio un refugio, que encontraron “la cura a sus males” y los que consideraron que estar ahí era mejor que estar en sus propios hogares. Esto último no es algo ajeno a nuestra realidad, pienso por ejemplo en tantos pacientes que una vez de alta que regresarán a su círculo nocivo que probablemente fue el que los “enfermó” o los que se irán a la calle porque no tienen donde vivir o porque no tienen una red de apoyo. Problemáticas que aún tenemos pendiente de hacernos cargo como sociedad.
Finalmente, me quedo con una frase para mi muy significativa y de gran valor “detrás de la locura hay una persona que sufre” y el sufrimiento hay que acogerlo y ayudar a mitigarlo...
Las lecturas de esta semana complementan lo que hemos discutido en lo que llevamos del curso. Como he mencionado en más de una ocasión, no soy partidario de verdades absolutas ya que siempre al momento de realizar o analizar un postulado solo estamos tomando una perspectiva de las muchas que lo componen.
ResponderEliminarAmbos textos realizan un repaso histórico de la psiquiatría y su relación con el manicomio pero otorgan otras e interesantes perspectivas acerca de este lugar tan controvertido.
Sabemos que Foucalt con su obra "Locura y Civilizaón" planteó el uso de los asilos como armas de control social de parte del estado en donde se aplicaba el "tratamiento moral" para encarrilar a aquellos alienados que se habían ido por el mal camino. Esto establecía de manera tácita que habia un modo virtuoso y correcto de vivir la experiencia humana y se forzaba mediante el ailamiento, la adoctrinación y variados tratamientos (sin mucha eficacia ni base teórica) que despojaban al alienado de sus particularidades al mismo tiempo condenandolos al ostracismo y al encierro.
Como en muchas ocasiones estos hospitales eran financiados por el estado se encerraba también a aquellos con ideologías reaccionarias contrarias al gobierno de turno tachando a eso de "locura"
Si bien esta obra tiene un valor histórico innegable y contribuye a abandonar el modelo hospitalario se nos entregan ahora más datos que sacan a la luz otras características de los hospitales psiquiátricos no del todo malo.
Los autores comentan por ejemplo que muchas veces el estado solo financiaba en un inicio a estos hospitales y luego los olvidaba por completo por lo que no estarían tan interesados en el control social como exponía Foucalt. También se comenta que muchas veces era la familia quien perpetuaba la estancia de los individuos en los centros hospitalarios ya que carecia de medios y ganas de cuidar a sus enfermos mentales, incluso se postula que en muchas ocasiones estos se internaban de manera voluntaria e incluso quienes manipulaban al sistema para entrar y salir de los centros que no eran tan cerrados como se pensaba.
Lo otro que destaca y me pareció interesante fue que muchos de ellos si propiciaba a los enfermos cuidados y herramientas para, por ejemplo, trabajar y que no siempre eran obligados a esto sino que lo hacián de forma voluntaria para mantener al mismo hospital ya que como mencioné anteriormente estos centros se quedaban muchas veces sin financiamiento.
Destaco además el enfásis que se hace en los textos a la idea de enfermedad mental como algo innato en la vida humana que va cambiando de acuerdo al contexto y el conflicto social que existen en determinada época, uno de los argumentos de aquellos contrarios a la psiquiatría es que muchas enfermedades no existían en otros tiempos por lo que sería un invento para medicalizar a la población. Si uno ve a través de la historia se dará cuenta de que la locura ha existido de tiempos muy remotos habiendo desaparecido ciertas enfermedades a medida que se van agregando otras al cambiar el contexto y conflicto al que los seres humanos nos vemos expuesto.
Lo que no varia es el sufrimiento que estas enfermedades provocan al individuo y sus familias y como ese debería ser el foco, ver la enfermedad como una expresión alterada de los mecanismos de adaptación del ser humano al conflicto social que se le plantea y como nosotros como psiquiatras tenemos la bonita misión de ayudar (porque creo que curar es un término muy amplio y sonaría petulante utilizarlo) a nuestros enfermos a aceptar su sufrimiento y conseguir una mejor adaptación al medio. No me cabe duda de que la misión primera de los Hospitales era la misma si bien no tuvo la implementación ni la evolución esperada. Tenemos que esforzarnos con no perder este norte y trabajar en pos de aquellos que tanto sufren.
Jeff Semler
Becado 1° USACH