¿Qué son las enfermedades mentales?

 



«La mayor parte de nuestro llamado ‘razonamiento’ consiste en encontrar argumentos para continuar creyendo como ya lo hacemos». 

James Harvey Robinson

Este Curso está concebido como una invitación a desnaturalizar nuestro ser y estar en el mundo, corromper nuestras certezas, superar el relativismo  y hacernos responsables de nuestro presente y el futuro de todas y  todos.

Hacernos psiquiatras es conocer en profundidad sobre la psiquiatría, entendiéndola como una práctica social situada, sin otorgar un estatus ontológico a la enfermedad mental ni a la propia psiquiatrìa.


Trabajo de la quincena: 

1.-Reflexione sobre el epígrafe y las frases siguientes.

2.-Lea el texto de José Carlos Bermejo B.: Psiquiatría y lenguaje: Filosofía e historia de la enfermedad mental. 

3.- Vea el Video de la Conferencia HIBRIDISMO EPISTEMOLOGICO Y PSIQUIATRIA, del Prof. Germán Berríos.

Complementariamente puede leer el artículo : La psiquiatría y sus objetos, de Germán Berrios 

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El pazo máximo para enviar su COMENTARIO en el Blog es el sábado 31 de julio a las 23:30 horas.

La sesión sincrónica será el Lunes 2 de Agosto desde las 18:30 hrs.

Comentarios

  1. El concepto de "enfermedad" mental se ha ido modificsndo a lo largo de su existencia, y no podemos olvidar que algunos movimientos o pensadores críticos de la psiquiatría han aportado en gran medida a lo que son las conceptualizaciones actuales. En este sentido, al igual que lo hace Bermejo en su artículo, me resulta relevante destacar perspectivas como la de Thomas Szasz (en su momento catalogado como "antipsiquiatría"), quien plantea que la clasificación de "enfermedad mental' es una asignación errónea. Esto, debido a que la categoría de "enfermedad" implicaría (además de una clínica, pronóstico y terapéutica más o menos constantes) una fisiopatología subyacente determinada, la cual no se ha logrado delimitar para ninguna entidad nosológica psiquiátrica. Si bien podemos rastrear los orígenes de esta lógica a los comienzos de la medicina como la conocemos hoy (es decir, desde los avances planteados por Virchow) o desde el antiguo debate separatista cuerpo-mente (separación que sostiene el punto de vista de Szasz), el seguir reflexionando sobre el concepto de "enfermedad mental" nos muestra que es aún una interrogante abierta. Efectivamente no contamos con una fisiopatología definida para estos constructos, y en gran parte es por esta misma razón (gracias a las críticas como la mencionada previamente) que a medida que han pasado las decadas (y hemos ido avanzando de DSM en DSM), la inclinación ha sido hacia comenzar a describir "trastornos" más que "enfermedades". Así, la descripción de trastorno mental que entrega el DSM-5 es por decir lo mínimo, amplia: "un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental. Habitualmente los trastornos mentales van asociados a un estrés significativo o una discapacidad, ya sea social, laboral o de otras actividades importantes". Eso sí, agregan que "Un comportamiento socialmente anómalo (ya sea político, religioso o sexual) y los conflictos existentes principalmente entre el individuo y la sociedad, no son trastornos mentales salvo que la anomalía o el conflicto sean el resultado de una disfunción del individuo, como las descritas anteriormente". Acotación que, si bien no disminuye en gran medida lo amplio del concepto de trastorno mental, sí nos acerca a otro punto desarrollado por Bermejo: la enfermedad mental no solo como una especie de desajuste neurológico, sino como lo plantean varios de los autores citados en la publicación, un "desequilibrio multifactorial" (factores que variarán según el autor, pero que irán desde componentes neurobiológicos, genéticos, hormonales, traumáticos, vivenciales, a circunstancias sociopolíticas, económicas y/o culturales). Tendremos entonces múltiples factores, resumibles como se plantea en el artículo en "internos" y "externos", que interactuarán de numerosas maneras -que nuestra disciplina aún no logra abarcar en su totalidad-. No podemos negar que, por muy médico-biologicista que pueda resultar nuestra labor diaria (con el psiquiatra reducido a una especie de psicofarmacólogo), la sola existencia de constructos como la histeria o el delirio sensitivo de autorreferencia, que se ven en muy rara ocasión en la actualidad (en sus formas clásicas, y que existan desglosados en distintos componentes nosológicos contemporáneos), nos habla del ineludible componente sociocultural e histórico de los trastornos mentales. Esto queda muy claramente graficado cuando Berríos habla de la historicidad de los trastornos, al mencionar los "racimos de síntomas con pegamento sociológico" y la "valencia de los síntomas según el periodo cultural".

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    1. Al mismo tiempo, si no comprendemos el pasado originario de lo que hoy llamamos síntomas mentales, si no nos detenemos en el orígen y desarrollo del lenguaje psicopatológico, el alienismo o el encierro de la locura, no podremos comprender el por qué abordamos los trastornos mentales como lo hacemos hoy en día. De esta forma, nos podemos alejar de la concepción reduccionista (provenga de la trinchera reduccionista que provenga: biologicista, psicológica, etc.) que solo nos entregará visiones parciales, y nos podremos acercar a una visión integradora. Es por esto que se torna fundamental lo planteado por Berríos: los síntomas y trastornos mentales tienen una cualidad intrínseca híbrida, que es tanto "física" como "abstracta". Esto será una invitación a cuestionarnos aspectos que probablemente hemos aceptado de manera automática, comenzando por cuestionar el lenguaje psicopatológico (desde su historia y desarrollo), el quehacer diario y los diagnósticos que realizamos, y en especial el llamado "pedigree conceptual" que aprendemos y luego transmitimos. La cualidad de híbridos de los trastornos mentales será entonces una defensa ante los reduccionismos biológicos, y el escaso desarrollo de este enfoque nosológico, como lo plantea el autor en su editorial, es una urgencia, ya que el sufrimiento de los usuarios psíquico existe hoy y su abordaje debe cambiar cuanto antes. Si efectivamente existe una distinción entre síntomas mentales (híbridos) primarios y secundarios, que a su vez determina una terapéutica distinta (principalmente biológica y principalmente psicosocial, respectivamente), tenemos que reestructurar completamente como teorizamos y como hacemos psiquiatría cuan pronto sea posible.

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    2. La validez de la histeria me parece interesante, es como un chicle que es reacción, conversión, disociación, trastorno de personalidad, somatización, diagnostico de trabajo, insulto y canción de Muse.

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    3. Comparto lo que dice Felipe cuando dice "De esta forma, nos podemos alejar de la concepción reduccionista (provenga de la trinchera reduccionista que provenga: biologicista, psicológica, etc.)". Esto es muy importante y me hace mucho sentido. Además lo relaciono cuando Dr. Berrios habla en su exposición sobre la necesidad de formar residentes que puedan manejar un universo científico diverso. Esto a mi parecer aporta una visión integradora que nos va a permitir una mejor comprensión de las enfermedades mentales que manejamos hoy sin reduccionismos.

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  2. Sumándome al comentario de mi compañero, el doctor Echeverría, estoy totalmente de acuerdo al señalar que “el concepto de enfermedad mental es aún una interrogante abierta... con un importante componente sociocultural e histórico” al cual daré énfasis en este comentario. Me parece muy interesante los presupuestos teóricos analizados en el artículo de Bermejo en dónde queda en evidencia que “los intentos que buscan analizar y explicar la enfermedad mental conducen a consecuencias funestas en el plano terapéutico y humano”. En efecto, tratar de limitar conceptos tan amplios como la enfermedad mental, sólo conllevan a lograr una visión reduccionista del ser humano. Es necesario, tal y como señalan diversos autores, abordar la enfermedad como un constructo multifactorial que incluya una mirada del individuo en su contexto sociocultural y político. Ya lo describió Berríos, en la conferencia de Hibridismo epistemológica y Psiquiatría, que “la cultura penetra profundamente en la formación de los síntomas mentales”. De acuerdo al contexto cultural, los síntomas mentales tienen diferentes valencias, tanto negativas como positivas; es así como las alucinaciones de los chamanes pueden ser objeto de alabanzas y, en la actualidad, ser un síntoma que lleve a la internación. Este punto, es también mencionado por mi compañero al hablar de constructos como la histeria y el delirio sensitivo de autorreferencia que han sufrido de transformaciones nosológicas de acuerdo al actual componente sociocultural e histórico. El contexto en el que se produce el padecimiento influye en la forma de vivenciar tanto individual como colectiva. Para Berríos, no es posible mirar la enfermedad mental sólo desde el aspecto neurobiológico dado que los síntomas mentales constituyen verdaderos “objetos híbridos” que incluyen los factores psicosociales de la persona.

    Además, quisiera hacer una reflexión entorno las clases que hemos tenido sobre salud y enfermedad mental. Primero, señalar que tenemos un preconcepto en torno a la patología psíquica el cual no necesariamente se condice a la valoración personal que tienen los pacientes. Las personas que padecen una enfermedad mental, viven ese padecimiento en “carne propia”, son ellos los que sufren por la enfermedad y la transmiten al médico buscando alivio. Expresan su sufrimiento utilizando los códigos culturales, creencias y su propia visión del mundo. Nosotros, tratamos de captar esa realidad y, para ello, empleamos conceptos heredados de nuestros maestros tal y como indica Berríos. Entramos en un mundo de conceptos, a la construcción de una realidad subjetiva. A través de la palabra intentamos dar un nombre objetivo a un grupo de síntomas pero la forma en cómo se vive la enfermedad sigue estando inmersa en la valoración subjetiva del individuo rodeado de su contexto social.

    Finalmente, no podemos definir con exactitud lo que es una enfermedad mental, no obstante, podemos tratar de comprender a quienes la padecen y buscar en conjunto alivio a su sufrimiento.

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    1. Concuerdo plenamente con su reflexión final, la finalidad de nuestra labor como profesionales de salud mental es buscar en mutuo acuerdo, con el paciente, el mayor bienestar posible que nos permita el alcance de nuestros conocimientos y los limites éticos y sociales en los que se desenvuelve nuestra práctica.

      Por otro lado, de la lectura asociada, me parece muy interesante el carácter reduccionista que se le atribuye a la ciencia al momento de teorizar o definir, pues tengo una tendencia a validar la ciencia por sobre otras formas de adquirir y producir conocimiento, y creo que mi visión estaba algo sezgada. Esto es mas relevante dado que el epígrafe se esta sección nos señala «La mayor parte de nuestro llamado ‘razonamiento’ consiste en encontrar argumentos para continuar creyendo como ya lo hacemos».

      Si bien no miento al decir que siempre intento valorar las diversas fuentes de conocimiento, ser lo mas neutral y objetivo posible, se que es imposible para mi, como ser individual, subjetivo, el poder evitar los sesgos, y es fácil caer en la búsqueda de conocimiento que reafirme nuestros planteamientos y mininalice planteamientos opuestos o disidentes, probablemente esta la naturaleza buscar la validación externa. Dicho esto creo que debemos siempre cuestionar nuestro conocimiento, someterlo al escrutinio de nuestros pares y esforzarnos por amplia nuestra visión de la realidad.

      Volviendo a la pregunta inicial ¿ Qué son las enfermedades mentales?
      Preferiría no aventurarme con una definición, tengo claro, y del texto seguerido puedo extraer que son estados multifactoriales, de distinción social, sufrimiento subjetivo y alteraciones biológicas, de predominio neurológicas concretas, aunque muchas de ellas poco conocidas y otras muchas aún de ellas sin conocer. Y diciendo esto, intentado evitar el reducciónismo, siento que he dejado amplios paramos sin contemplar.

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    2. Concuerdo con Verena cuando reflexiona sobre la pre conceptualización que podemos tener de las patologías psíquicas desde nuestro rol “psiquiátrico” que muchas veces no esta en consonancia con el valor y la vivencia que le entrega el paciente a sus propias dolencias. Y creo que esto va con lo que describe Berrios cuando habla que existen códigos culturales, creencias y una visión del mundo que van significar la forma de expresarse de las personas ante una experiencia extraña. Esto pone el acento en la importancia de los “códigos culturales” que influyen notoriamente en la forma de presentarse los síntomas mentales y que por lo tanto no pueden estos solo reducirse a una explicación neurobiológica.

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    3. Concuerdo con lo expresado por Verena, Gonzalo y Joely, en el sentido de que es crucial poder dialogar (y, como dice Berríos, "negociar") con el paciente. Me parece muy interesante lo que refiere Berríos en su ponencia acerca del síntoma mental como objeto híbrido de estudio, con un núcleo central de probable origen/señal biológica y envuelto en capas semánticas dadas por el contexto sociocultural. Esas capas según el grupo de Cambridge serían en 2 niveles, el primer nivel (el más cercano al núcleo) estaría dado por lo que los compañeros mencionan, que sería la configuración histórica, social, cultural, etc. con la que el paciente percibe/vivencia y comunica sus síntomas. Como futuros psiquiatras no es tanto lo que podemos incidir en esa primera capa. Pero sí parece interesante destacar que en la 2da capa, la que Berríos refiere como una configuración dialógica entre psiquiatra y paciente, es mucho lo que podemos incidir.

      Berríos y el grupo Cambridge se hacen las siguientes preguntas:
      ¿cuán permeable es el núcleo a la 1era y 2da capa?
      De eso me pregunto, ¿Cuánto influye en la relación terapéutica -ese espacio intersubjetivo semántico que menciona Berríos, entre 2 seres humanos que se comunican- nuestros propios preconceptos y prejuicios?
      ¿Es posible, y en qué medida y con cuánta profundidad, que nuestros propios preconceptos, ideas, "pedigree conceptual" como señala Berríos y menciona Felipe en el primer comentario, permee y altere la segunda capa semántica del paciente? Puesto que si es un diálogo habrá reciprocidad pero también flujo y transformación. Desde allí puede ser válido preguntarse si la forma en que el paciente elabore y configure su síntoma-híbrido dependerá también de con qué psiquiatra se abre, y qué tipo de diálogo se configura con ese paciente.

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    4. Me hace pensar en nuestro trabajo como residentes de Psiquiatría Infantojuvenil en entrevistas con adolescentes, que por su etapa vital y vivencia ambivalente de continuo repliegue/despliegue (entre el deseo de individuarse hacia la adultez y el deseo de permanecer en la protección y seguridad de la etapa infantil) se hace ya de por sí desafiante generar una relación dialógica y permitirle a el o la adolescente abrirse. Me pregunto cuánto de nosotros queda incrustado en el espacio semántico que se genera entre nuestros pacientes adolescentes y nosotros, cuánto de lo que nosotros traemos a la atención clínica configura y matiza la apertura de los adolescentes, y qué tan cerca del núcleo (o kernel como señala Berríos) podemos llegar.

      Tomando en cuenta esas ideas me tomo de lo que dice Gonzalo más arriba, de estar abiertos a presentar nuestras ideas, deconstruirlas en conjunto a nuestros pares, nuestros profesores y también -por qué no- con los pacientes, someterlas a escrutinio y como dice el epígrafe inicial de este post poder "desnaturalizar nuestro ser y estar en el mundo, corromper nuestras certezas".

      De lo leído en los artículos, en los comentarios de mis compañeros, oído en la ponencia de Berríos y reflexiones personales pienso y siento que mientras más podamos desnaturalizar nuestro ser y estar en el mundo, corromper nuestras certezas y cuestionarnos qué es la psiquiatría, qué significa que su objeto de estudio sea híbrido, cuán profundo es el impacto de la cultura, cuán profundo el impacto de la capa dialógica entre nosotros y los pacientes, etc., de mejor manera podremos llegar a ese núcleo (no necesariamente el núcleo biológico.. sino quizá más bien el núcleo vivencial, desde la perspectiva fenomenológica de poder captar mejor la vivencia pura del paciente) que aqueja a nuestros pacientes y entonces tener mejores herramientas terapéuticas. Además, al menos como residentes de Psiquiatría Infantojuvenil, sabemos que -continuando con el ejemplo de los adolescentes- para el o la adolescente que experimenta una vivencia de sentirse incomprendido en el mundo, puesto en la palestra y examinado, será ya de por sí terapéutico que su psiquiatra logre con él o ella una mayor profundidad en la relación intersubjetiva, en ese espacio semántico dialógico que Berríos menciona.

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  3. En su ponencia, Berríos declara que es probable que los psiquiatras del futuro entenderán a cabalidad que no teníamos idea de lo que hacíamos. La elusiva naturaleza de los trastornos mentales parece tener más relación con el contexto histórico y con el rol social de los alienados en un momento determinado, que con los aspectos clínicos que consideramos hoy, categóricos para su delimitación.
    Podemos entender el problema desde varias aristas, desde la eficiencia de los procesos de diagnóstico por un afán científico/curativo, una perspectiva humanista de interiorizarnos en la naturaleza humana, o como una mirada histórica, que propone distintas posiciones en las que se ejerce el poder. Berríos, explora la necesidad de la mirada histórica, poniendo en la mesa la escasa uniformidad de nuestras concepciones de objeto de estudio en la época contemporánea, al alero de un manual diagnóstico de cuestionable valor científico; además de criticar la mezquina consistencia en que hemos entendido estas entidades en la corta vida de la psiquiatría como ciencia. Dentro de esta reflexión, nombra su amistad con Kenneth Kendler, a quien extrañamente nombra como “genetista con aficiones filosóficas”, en un tiempo aparentemente previo a su extensa investigación sobre los conceptos de demencia precoz, enfermedad maniaco depresiva y paranoia, en la cual, desliza también el problema de la inconsistencia de conceptos.
    Kendler discute, en su “What kind of things are psychiatric disorders?”, diferentes perspectivas, en un afán de documentación histórico y propositivo. Se refiere a sistemas clasificatorios “Esenciales”, atemporales, de corte biológico; clasificaciones “Sociales”, en las que los trastornos son evaluados por su impacto dentro de construcciones culturales especificas; clasificaciones “Practicas”, que permiten su utilización para definir pronostico y tratamiento; además de proponer una perspectiva de “Grupos de Características Mecanicistas (MPC)”, entendiendo las patologías como una compleja red de eventos interactuantes, donde abundan elementos genéticos, pero además los roles de la psicología y las determinantes sociales.
    Otra perspectiva, también histórica, es la utilización del término con fines políticos/gananciales del concepto de enfermedad mental. Existe un paralelismo histórico no menor, entre lo que Bermejo destaca como antisemitismo Nazi, con lo que Foucault etiqueta como el heredero cultural de la lepra. Alienación, mutilación y violación de derechos fundamentales, se han realizado en el nombre de la psiquiatría, y en un afán de publicitaria moderación, nos movemos entre infantilización, paternalismo y sexismo. Desde la academia han surgido críticas, que cada vez más se evidencian en la población general. No es azaroso el #freebritney.
    Es relevante esta discusión. La psiquiatría es una ciencia de relativa novedad en la medicina occidental, y dentro de esta juventud existe aún posibilidades de que el próximo manual diagnostico (¿DSM-5 R?) incorpore nuevas miradas y reconozca la esencia de la enfermedad en su laberíntica riqueza, evitando moléculas mágicas y checklist farmacológico. Los problemas complejos, no tienen soluciones simples.

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    1. Es como cuando señala que los conceptos en psiquiatría son invisibles y van cambiando según la visión del observador habiendo entre ambos un espacio que controla la realidad.
      La realidad existe pero es opaca fue una frase que me hizo más sentido al leer tu comentario.

      saludos

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    2. No es azaroso el #freebritney, ni las recientes renuncias de destacados deportistas en los Juegos olímpicos, aludiendo a su salud mental. Todos estos movimientos y hechos públicos, creo que van en el sentido correcto de ´´normalizar´´ el hablar y preocuparse por la salud mental. Respecto a la alienación, mutilación y violación de derechos fundamentales que se han realizado en el nombre de la psiquiatría pienso que es una ´´carga basal´´, con la que hay que lidiar y tiene una relevancia no menor del concepto que tiene la población del área y del estigma a las enfermedades mentales.

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    3. Estoy muy de acuerdo con tu comentario Cristian, creo que en definitiva las violaciones a los derechos humanos que vivieron muchos pacientes sobre todo en la época de institucionalización psiquiátrica, ha dado paso a la carga y el estigma que existe de las enfermedades mentales, incluso a que algunos pacientes se declaren "Sobrevivientes de la Psiquiatría". sin duda alguna es una marca de la que hay que hacerse cargo y trabajar.

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    4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    5. Personalmente opino que todos los movimientos, pensamientos y actuar en el pasado de como tratar al enfermo psiquiátrico son producto de su propio tiempo. No podemos enjuiciar ni borrar las cosas que pasaron y que se hicieron con un fin ultimo de "mejorar" una problemática como la salud mental. No olvidar nunca que la prueba y error también forma parte de nuestra disciplina.
      Lo importante pienso será siempre aprender y avanzar.


      Diego González Rojas
      Residente UCSC Psiquiatría Adulto.

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    6. Hace un tiempo escuche a un profesor decir que en 100 años mas dirán que tratar con litio a los bipolares es una barbaridad. La psiquiatría ha evolucionado a la luz de lo que en su momento quizas era lo mas adecuado. Todo influyendo en el como tratamos si es que efectivamente tratamos.

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  4. Al igual que el concepto de Salud Mental, el concepto de Enfermedad Mental es difícil de definir, ha ido evolucionando en el tiempo y se relaciona mucho con los procesos históricos, culturales, políticos y económicos. Tanto así que a lo largo de la historia de la enfermedad mental podemos ver cómo a veces incluso los prejuicios morales dificultan la observación clínica, sin ir más lejos hace no menos de 150 años existía lo decible y lo indecible, por tanto, aquellos temas indecibles como por ejemplo la pasión ni siquiera se podían analizar.
    La enfermedad mental, al igual que la enfermedad física, ocurre cuando aparece un desequilibrio. Un individuo deja de estar en equilibrio con su medio físico y social debido a diferentes tipos de factores y se reequilibra patológicamente, desarrollando síntomas somáticos (alteraciones del sueño, la temperatura, cambios endocrinos...) con el fin de lograr erróneamente el equilibrio perdido.
    La enfermedad mental es entendida como un proceso bioquímico, anatómico, psicológico a nivel cognitivo, pero también social y afectivo que puede dar lugar, no a una comprensión perfecta, el autor (José Carlos Bermejo) plantea que eso es imposible por definición, pero sí a contemplar los diferentes aspectos de un modo complementario. Es decir, en la enfermedad mental hay que observar todos los aspectos que influyen y generan alteraciones en el paciente, hay que tratar al paciente como un sistema, como un todo y no un síntoma por separado. Esto lo enfatiza muy bien el profesor Germán Berrios en su conferencia cuando asegura que existen 94 síntomas descritos y que “las narrativas no importan nada”, para él sólo importan los pacientes, las personas, que ellos “se mejoren, lo antes y lo mejor posible”. A mí me interpreta mucho lo que plantea el profesor Berríos, creo que siempre debemos observar, analizar y estudiar al paciente como un todo, su cultura, educación, idiosincrasia, creencias, raza, etc, e investigar y estudiar cómo los síntomas le afectan en vida.
    También coincido en la observación del profesor Berrios durante su presentación cuando plantea que los “síntomas mentales” según la historia se han mantenido constantes sin embargo las patologías, los trastornos, es decir la presencia de un conjunto de síntomas agrupados, no tienen más de 200 años y muchas veces nos equivocamos en seguir estudios y planteamientos similares a los de nuestros maestros para llegar a conclusiones muy similares. Por tanto, la invitación es siempre poner en duda estos conocimientos e investigar el gran espacio (delta) que existe entre la realidad y los sentidos del observador.

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    1. Concuerdo completamente con mi compañero el Dr. Gonzalez , La historia de la enfermedad mental es esencial para conocer la historia del ser humano y su dolor,en el paper del Dr. Bermejo se citaron a diversos historiadores, exponentes que a través del tiempo fueron desarrollando su propio concepto o ideas sobre lo que era enfermedad mental ,muchas veces no pudieron dejar de lado prejuicios religiosos , sociales y filosóficos llevándolos al reduccionismo , dejando de lado las principales características no solo de las realidades históricas- sociales . Estas reducciones o limitaciones de comprensión ,pueden haber traído grandes consecuencias personales , condicionando incluso el trato social . Estoy de acuerdo con el Dr Bermejo , Los prejuicios morales dificultan la observación clínica incluso hoy día .

      El Dr Berrios en su Ponencia hace énfasis en la importancia de formar residentes que manejen así ”como un políglota” varios idiomas ,la capacidad de manejar un universo científico diverso en cuanto al lenguaje de las neurociencias , como la antropologia , sociologia ,fisolofia ... etc.

      Por el siglo XVIII era absurdo plantearse interrogantes sobre el ser humano por la explicación divina que ellas traían , Existe una necesidad de responder sin tomar en cuenta esta divinidad .
      Estas primeras respuestas son híbridas,con aspectos divinos explicativos.

      Los objetos híbridos que logra construir la psiquiatría son verdaderamente interesantes, compuesto por un centro biológico, completamente configurado ,marcado por el componente cultural ,muchas veces más que el primero como tal .

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    2. Concuerdo también con mi compañero Diego, sus palabras me evocan una parte del texto que en mi opinión resume todo: ".. la enfermedad mental, en primer lugar existe, pero debe ser entendida como un proceso bioquimico, anatómico, psicológico a nivel cognitivo, pero también social y afectivo, que puede dar lugar no a una comprensión perfecta, pero si a contemplar los diferentes aspectos de un modo complementario.."

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    3. Igual encuentro importantísimo para uno como residente y futuro Psiquiatra el poder entender las enfermedades mentales desde un punto no solo científico sino también social y afectivo. Al fin y al cabo nosotros (y según escribe Bermejo) somos sistemas complejos tanto en el medio interno y externo, donde la compresión parcial o sesgada de estos nos impedirán comprender y tratar las enfermedades mentales de una manera integral.

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  5. ¿Existe una necesidad de tener una definición de enfermedad mental?, para mí sí, por ejemplo en la psiquiatría legal o en la formulación de políticas públicas, se hace necesario un marco regulatorio conceptual. Al reflexionar sobre una respuesta a que es una enfermedad mental, es dificultoso tanto para las sociedades científicas, filósofos, como para nosotros poder definir que es una enfermedad mental, pero nos permite como decía Berrios en su conferencia, que seamos unos psiquiatras ´´políglotas´´, que podamos hablar tanto de neurociencia como sociología, en nuestra formación y eso me parece muy significativo.

    Una de las dificultades que presenta este constructo, es que los conceptos en psiquiatría son invisibles y abstractos. Por ejemplo si definimos que la enfermedad mental es como un racimo de síntomas y el pegamento es la biología, ¿Donde dejamos los factores sociales, que tanto hemos incluido en los últimos años?. Resulta igualmente importante ser cuidadoso con la inclusión de estos factores sociales, y no reducir la definición a un ´´ comportamiento social desviado´´, como lo fue considerado la homosexualidad, siendo por esto incluida en las dos primeras versiones del DSM.

    Otra de las conclusiones importantes, es considerar que este constructo del concepto de enfermedad mental, debe tener considerado el tema cultural, por la diversidad de cambios entre lo normal y patológico, en distintas épocas y lugares. Esto solo afirma la importancia de que conozcamos la historia de la psiquiatría, por ejemplo el análisis que realiza Silvia Tubert sobre la obra de Freud, me parece fundamental para que aceptemos que sus planteamientos, tan influyentes hasta el día de hoy en nuestro quehacer, también fueron ideados en un contexto muy particular y una visión parcial de las cosas.

    Llevando esto a nuestra cultura que defino como occidental y capitalista; detractores de la influencia estadounidense, como Desviat en su obra, la reforma psiquiátrica, ya han escrito de cómo muchas veces los sistemas de seguro, industria farmacéutica y otros elementos influyen en la formulación de los criterios diagnósticos como el DSM y por consecuencia en el concepto de enfermedad mental que tiene nuestra sociedad. Justamente hace unos días atrás, discutimos en nuestra rotación a que se debe por ejemplo, que los criterios de episodio depresivo mayor, tienen una temporalidad mínima de 2 semanas y no otra, o definiciones tan amplias en los criterios como insomnio/hipersomnia, agitación o retraso psicomotor.

    Finalizando, me generó un poco de ruido el comentario de Bermejo, respecto a la muerte de Deleuze, independiente de su idea controversial, será su muerte, ¿´´una revancha a una mala teoría´´?, no lo creo.

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  6. Al comenzar con la lectura de los textos me llama la atención de cómo comienzan, definiendo lo que es Ciencia como “un lenguaje reduccionista de lo real a unos cuantos elementos para analizar la realidad”. Esta reducción podría tener consecuencias al no considerarse “todas las aristas”, consecuencias más bien sociales y personales en aquellos en los cuales las circunstancias fueron influencias críticas en la historia natural de sus vidas.
    Es aquí donde J.C Bermejo presenta a la filosofía y a la historia como protagonistas que harán ruido en esta reducción. Como ya hemos comentado en la sesión anterior, las enfermedades mentales son influenciadas por interacciones entre seres humanos y sus medios sociales y biológicos.
    Como ejemplo el autor menciona que durante una época se definió como enfermedad la histeria, que ciertas enfermedades eran posesiones, que algunas enfermedades como la sífilis tenían un estigma profundamente marcado, que lo que hoy llamamos género y su orientación eran “aberraciones sexuales”. Si analizamos lo anterior, tienen en común que fueron atribuciones temporales y que probablemente en la época sociocultural en que se presentaron seguían una misma línea que no se cuestionaba ni se ponían en jaque ya que probablemente abarcarían una forma de pensar dominante de cada época. Cada sociedad tiene un sistema simbólico, creencias compartidas y formas de pensar para dar un sentido.
    “Cada cultura crea a sus enfermos mentales” Esta frase tiene una connotación relevante, a mi parecer, en el texto, ya que la cultura como conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época va a definir quién es enfermo y quien no. Sumado a lo anterior y articulando esto con el artículo de G.E Berríos, los códigos culturales además configuran señales cerebrales que generaran como resultado síntomas mentales, es decir tienen naturaleza híbrida, hay elementos de diferente naturaleza que van a influenciar en su aparición.
    S.Kierkegaard menciona: "Para vivir es necesario creer en algo”, Considerar una cosa como verdadera o segura o pensar que existe, sin tener pruebas de su certeza o un conocimiento directo de la misma nos puede otorgar una seguridad frente a nuestra propia existencia como seres humanos , por el miedo de lo que no podemos controlar. Creemos en religiones, creemos en la ciencia, en la historia, en leyes, creemos que la histeria como una enfermedad donde caía cualquier estado que no se podía identificar fácilmente, por ejemplo. Le tratamos de dar un sentido, una explicación a lo que nos interesa. Pero todo esto ha cambiado a lo largo de la historia, tal cual ha cambiado la concepción de enfermedad mental y en consecuencia el de salud mental. El cambio es lo único que no cambia.

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    1. Al igual que Kierkegaad, Freud, intentaba dar su explicación de la esencia, origen y funciones de las creencias religiosas, señalando la capacidad del hombre de ´´sublimar sus inclinaciones inconscientes, proyectarlas hacia un mundo imaginativo y satisfacer simbólicamente aquellos deseos que la razón no le permite aceptar´´, siento que esto es muy aplicable a muchas de las razones de nuestras creencias.

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    2. Ha cambiado, esta cambiando y cambiará; nuestro contexto e incluso formación académica puede posicionarnos frente al sufriente psíquico de manera parcial, incluso reduccionista; por esto destaco la visión sistémica mencionada en el texto para evitar "consecuencias funestas" (mencionado así en el texto) en el plano "terapéutico y humano".

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  7. El término de enfermedad mental ha sufrido y sufrirá tantas transformaciones y redefiniciones como sean necesarias para lograr conceptualizarlo de alguna forma y a su vez intentar simbolizar genéricamente el dolor (emocional) que padece de distintas maneras (distintas presentaciones) el sufridor psíquico. Según cada confrontación a la que se exponga el concepto a lo largo de su propia historia, debemos tener claro que dependerá sin duda del contexto social al que se vea enfrentado con el fin de responder a las necesidades de orientación sobre este aspecto de lo humano, amplio tema que buscan dar solución de forma “relativamente” prioritaria las sociedades modernas. Definición que debe convivir con las distintas realidades siendo moldeada por los elementos que sustentan el pensamiento de cada época. Como nos han ido relatando la historia y en parte la filosofía durante los últimos siglos, quienes cuentan tras el cristal del tiempo las múltiples tracciones sufridas por esta manoseada definición. Destacando la responsabilidad que le toca a su continuo rediseño a la religión, la política, la economía, y sin duda la idiosincrasia de los pueblos construidas a partir de sus vivencias colectivas.

    No obstante, lo anterior, ya centrándome en nuestro acontecer. Como es sabido, la necesidad de operacionalizar el concepto no es banal. Ya que todo sistema de conocimiento, en nuestro caso el médico (psiquiátrico) y también generalizando a las múltiples ramas disciplinarias que conviven con la necesidad de dar respuestas mediante el estudio y desarrollo del concepto de enfermedad mental que sufren las personas, entendiendo con esto que no solo es patrimonio del al área científico-biológica, sino que también pertenece a otras áreas del saber, a las que debe ser entregada para ser resignificada según las necesidades de aportar desde sus espacios a la salud mental destacando por ejemplo las ciencias sociales, y dentro de estas la psicología. Reconociendo que también queda a la responsabilidad de otras áreas disciplinarias que contribuyen a su desarrollo como son la economía, la sociología, la antropología y las ciencias políticas. Las que aportan a su desarrollo y aplicación desde diversos ámbitos a las sociedades. Reforzando nuevamente la idea que su desarrollo como concepto y aplicación no solo se sustenta en las ciencias propias del área de la salud, sino que la podemos y debemos llevar a otros campos como son la educación social y las múltiples disciplinas que aportan a este proceso (entiéndase por esto los esfuerzos dirigidos a las comunidades y al individuo mismo).

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  8. Otra forma de enfrentamiento del concepto en su forma de construcción es sacándolo de las definiciones técnicas propias de las áreas biológicas (de salud propiamente tal), sociales y económicas por mencionar algunas. Expropiarlo del monopolizado “derecho de autor” del diseño conceptual de enfermedad mental de manos de quienes están involucrados y son responsables de proveer servicios de salud a las poblaciones para superar la enfermedad. Con el fin de poder entregárselos a quienes reciben estos servicios de salud, quienes padecen o pueden padecer estos pesares, que son finalmente los ciudadanos. Si bien puede aumentar de forma exponencial su variabilidad conceptual y lo aleja de la “deseada” definición universal (en cuanto a su amplitud y su capacidad de abarcativa de un todo como uno esperaría en una definición operacional). Debemos reconocer el valor agregado que permite enriquecer el concepto y muchas veces facilitar su entendimiento, aplicación y consecución de objetivos planteados para lo que queramos entender como salud mental. Más aún si por ejemplo se pudiese hacer un rediseño conceptual en conjunto por estos dos componentes del proceso de salud respecto a quienes lo proveen y quienes lo reciben. Haciendo notar con esto, en que no existe nadie mejor que el individuo mismo para poder construir su propia visión del concepto de enfermedad mental desde su propia concepción del mundo. Por tanto, el concepto podría tomar tantas formas únicas como individuos quieran desarrollarlo como concepto en base a sus necesidades individuales. Una nueva construcción puede hacer plantear por ejemplo dejar de lado la palabra enfermedad por la carga que implica (desde estigmas hasta discriminación), convirtiéndola en un concepto distinto, ayudando a vivenciarla con una menor dificultad, pudiendo pasar a darle una connotación más positiva como poder verla desde una perspectiva de desafío a superar.

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  9. Ya retomando la responsabilidad que recae en la psiquiatría, que en sí misma se reconoce y es presentada por Berríos como un ensamblaje cuidadoso y cambiante entre lo humanista y lo científico dedicado al cuidadoso estudio de la sintomatología mental que subyace la patología del cerebro. respecto a la construcción de una definición referente a cómo entender la enfermedad mental. José Bermejo, posterior a una concienzuda exposición de relevantes autores que se vieron de alguna manera impelidos a dar respuesta de forma directa e indirecta a lo que es la enfermedad mental. Reflexiona y hace una invitación respecto a como dar una fisonomía al concepto de enfermedad mental, dando espacio y buscando lograr una armoniosa complementariedad a las múltiples componentes que conforman una posible definición gracias al conocimiento acumulado en las distintas disciplinas que transformaron a la enfermedad mental en un campo de su interés. Bermejo hace un ejercicio honesto al reconocer que un enfoque sistémico (como propone para la construcción de una definición) no lograra nunca una definición de comprensión perfecta. Pero que es necesaria para dar cabida a la complementariedad de los aspectos biológicos, psicológicos, sociales, cognitivos, afectivos y anatómicos que dan sustento al entendimiento de la enfermedad mental acercándonos a una mejor comprensión de esta. Por último, mencionar, tanto haciendo referencia al párrafo anterior como el llamado de humildad que hace Bermejo a la psiquiatría por los errores cometidos en su pasado respecto al enfrentamiento de la enfermedad mental (en cuanto a tratamientos y manejo de los alienados), es menester recalcar que los intentos aislados de las disciplinas por lograr una definición propia de lo que debería ser la enfermedad mental son estériles, y solo nos presentan partes de un rompecabezas que probablemente no tiene bordes, siempre esta en crecimiento ampliándose gracias al tiempo, gracias a la acumulación del conocimiento, sin espacios para el reduccionismo de la conceptualización como una definición que termina en puntos suspensivos con derecho a ser ampliada en libertad sin perder el norte en cuanto a la necesidad del consenso y siempre recordando como escribe Bermejo en su publicación “la realidad siempre se toma la revancha frente a una mala teoría”, quizás también lo haga con las definiciones escritas en piedra…..

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  10. El qué entendemos por enfermedad mental responde, al menos parcialmente, a una amplia búsqueda y definición de numerosos actores. Dentro de las definiciones actuales, destaca la de la OMS que se refiere a ellos como: “ (trastornos).. que se caracterizan por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás”.
    Clinica Mayo: “se refiere a una amplia gama de afecciones de la salud mental, es decir, trastornos que afectan el estado de ánimo, el pensamiento y el comportamiento. Son ejemplos de enfermedad mental la depresión, los trastornos de ansiedad, los trastornos de la alimentación y los comportamientos adictivos”.
    Hospital Clinic Barcelona refiere que “ La enfermedad o el trastorno mental es una alteración sostenida de tipo emocional, cognitiva y/o de comportamiento, en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje, el lenguaje, etc. Estos síntomas dificultan que la persona se adapte al entorno cultural y social en el que vive, lo que puede provocar alguna forma de malestar subjetivo”
    De estas definiciones se desprende la gran heterogeneidad de los síntomas mentales. Es complejo encasillar estos trastornos y síntomas ya que no poseen una naturaleza física ni abstracta, sino más bien híbrida.
    Estas enfermedades son el resultado de la interacción entre los individuos y sus medios sociales y biológicos, los que sufren un desequilibrio que al no ser resuelto, finalmente determina la enfermedad mental.
    En el texto de Bermejo se describen distintas acepciones e interpretaciones a lo largo de la historia. Innegable es la influencia de la herencia biológica y el contexto social, familiar, económico y político, donde se desenvuelve el sujeto y con esta consideración es que deben enfocarse las terapias. Pese a que al factor biológico responden gran parte de los síntomas, las terapias farmacológicas - basadas “la molécula mágica”- no son suficientes si se consideran de manera aislada (como de forma solapada promueve la industria farmacéutica). Es necesario considerar el macro, el individuo en su totalidad, con su contexto, su historia de vida y sus posibilidades.
    Según la cátedra del Dr Berrios, como residentes estamos llamados a crecer en el conocimiento de la filosofía, historia, sociología, idiomas con el fin de ser profesionales integrales capaces de tratar con todo tipo de pacientes, pero como menciona, de nada sirve este saber si no se traduce en la aplicación práctica de ir en beneficio del sujeto que sufre.

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    1. Me llamó la atención el concepto de la "molécula mágica". Es cierto que muchas veces caemos en ese error y sólo se buscamos manejar un síntoma y un síndrome (conjunto de síntomas y signos) con cierto medicamento. Lo importante es ver al paciente como un individuo, como persona, hermano, padre, hijo amigo y vecino. Y en base a ésto entender cómo le afectan estos síntomas en su día a día, en el trabajo, como pareja, como padre, como amigo, etc. En síntesis ver, evaluar, tratar y ayudar al paciente como un todo.

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    2. Concuerdo contigo!! Lamentablemente es frecuente observar esas prácticas (tratamientos farmacológicos sin otras intervenciones), en las que se deja de lado la esencia de la persona (quien es, que cree, sus orígenes, etc.) lo cual es ver la realidad desde una sola mirada, perdiéndonos la totalidad del ser humano y minimizando su sufrimiento.

      Loreto Campos F.

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    3. Esa "molécula mágica" es un termino que se utiliza en casi todas las especialidades medicas, pero en nuestra área es donde tiene la mayor importancia. No todo se soluciona con una pastilla, no todo se arregla con una sutura, no todo diagnostico se puede hacer con un score. Como dice Berrios la psiquiatría es hibrida y una del tipo de las mas especiales que pueden haber.

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    4. De ahí la importancia de indagar y no solo tapar las “molestia”. Nosotros empezar a familiarizarnos más con la angustia, la confusión, cambios de ánimo y tristeza, porque tendremos que leer que más quieren decirnos. Ya que hasta ahora “ la ciencia moderna no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas”

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  11. El qué entendemos por enfermedad mental responde, al menos parcialmente, a una amplia búsqueda y definición de numerosos actores. Dentro de las definiciones actuales, destaca la de la OMS que se refiere a ellos como: “ (trastornos).. que se caracterizan por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás”.
    Clinica Mayo: “se refiere a una amplia gama de afecciones de la salud mental, es decir, trastornos que afectan el estado de ánimo, el pensamiento y el comportamiento. Son ejemplos de enfermedad mental la depresión, los trastornos de ansiedad, los trastornos de la alimentación y los comportamientos adictivos”.
    Hospital Clinic Barcelona refiere que “ La enfermedad o el trastorno mental es una alteración sostenida de tipo emocional, cognitiva y/o de comportamiento, en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje, el lenguaje, etc. Estos síntomas dificultan que la persona se adapte al entorno cultural y social en el que vive, lo que puede provocar alguna forma de malestar subjetivo”
    De estas definiciones se desprende la gran heterogeneidad de los síntomas mentales. Es complejo encasillar estos trastornos y síntomas ya que no poseen una naturaleza física ni abstracta, sino más bien híbrida.
    Estas enfermedades son el resultado de la interacción entre los individuos y sus medios sociales y biológicos, los que sufren un desequilibrio que al no ser resuelto, finalmente determina la enfermedad mental.
    En el texto de Bermejo se describen distintas acepciones e interpretaciones a lo largo de la historia. Innegable es la influencia de la herencia biológica y el contexto social, familiar, económico y político, donde se desenvuelve el sujeto y con esta consideración es que deben enfocarse las terapias. Pese a que al factor biológico responden gran parte de los síntomas, las terapias farmacológicas - basadas “la molécula mágica”- no son suficientes si se consideran de manera aislada (como de forma solapada promueve la industria farmacéutica). Es necesario considerar el macro, el individuo en su totalidad, con su contexto, su historia de vida y sus posibilidades.
    Según la cátedra del Dr Berrios, como residentes estamos llamados a crecer en el conocimiento de la filosofía, historia, sociología, idiomas con el fin de ser profesionales integrales capaces de tratar con todo tipo de pacientes, pero como menciona, de nada sirve este saber si no se traduce en la aplicación práctica de ir en beneficio del sujeto que sufre.
    Johanna Nuñez A.

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  12. Con respecto al concepto de enfermedad mental, comparto la opinión de distintos compañeros de que “es aún una interrogante abierta”. Me parece interesante el análisis de J. Bermejo sobre los presupuestos teóricos en los que se basa el concepto de enfermedad mental y cómo recurre a la filosofía y a la historia, en el mismo sentido que G. Berríos nos invita en su conferencia a ser psiquiatras que, a partir de nuestra formación, podamos hablar tanto de neurociencias como de ciencias sociales.
    De acuerdo a J. Bermejo la filosofía y la historia “permitirán desentrañar los presupuestos de prácticas sociales y políticas que siempre han estado unidas al desarrollo de la psiquiatría” y de las enfermedades mentales. Es gracias al análisis histórico que podemos ver a las enfermedades mentales como “el resultado de la interacción entre seres humanos y sus medios sociales y biológicos”, y que sabemos que hay enfermedades mentales que aparecen y remiten históricamente y que distintos prejuicios pueden limitar la comprensión de algunas enfermedades y condicionar el trato social de quienes las padecen.
    Concuerdo con mi compañero Felipe Echeverría que el intentar comprender la historia de lo que llamamos síntomas y enfermedades mentales es “una invitación a cuestionarnos aspectos que probablemente hemos aceptado” como la psicopatología, el lenguaje de la psiquiatría desde el siglo XIX y actualmente la base de distintas clasificaciones (listas) diagnósticas, que utilizamos en nuestra labor diaria y que habitualmente no cuestionamos, siendo que como constructo, el lenguaje psicopatológico podría modificarse a través del tiempo. En esto me hace sentido el epígrafe de la sección «La mayor parte de nuestro llamado ‘razonamiento’ consiste en encontrar argumentos para continuar creyendo como ya lo hacemos» me quedé pensando en cómo esto es cierto no sólo en nuestro desempeño como psiquiatras sino más bien en toda nuestra vida, y como plantea mi compañero, Gonzalo Muñoz, cada uno tiene sesgos por lo que debemos “cuestionar nuestro conocimiento, someterlo al escrutinio de nuestros pares y esforzarnos por ampliar nuestra visión de la realidad”.
    Volviendo a los presupuestos teóricos mencionados por J. Bermejo, estos nos dan acceso a distintos aspectos de la enfermedad mental y nos permiten verla como un proceso en que participan distintos factores biológicos, psicológicos, sociales y afectivos, es decir, componentes tanto del mundo natural como del social. En esta misma línea G. Berríos propone que la psiquiatría tendría una estructura epistemológica híbrida, entre las ciencias naturales y las humanidades, y que el objeto de la psiquiatría, los síntomas y enfermedades mentales, también poseería una naturaleza híbrida con componentes biológicos y semántico/culturales. En la configuración semántica/cultural influyen las creencias, los códigos culturales y la visión del mundo de las personas, pudiendo esta configuración ser tan profunda que el contenido final de los síntomas mentales no refleje la neuropsicología de su origen, en ese sentido, centrarnos en la persona y su contexto nos podría permitir brindar una terapia más allá de los tratamientos biológicos, más personalizada, con el fin de brindar una mejor ayuda.

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  13. Concordando por lo analizado previamente por mis compañeros, en relación puntualmente a las palabras de Johanna quien considera diferentes definiciones de salud mental para reflexionar en lo amplio y complejo que es de cierta medida encasillar las enfermedades mentales, lo vinculo con parte de la lectura y unas de las frases que más hizo resonancia en mi fue: …Cada cultura crea sus propios enfermos mentales, que nacen, crecen y se extinguen con ella… a pesar de lo atemporal de la frase en cierta medida sigue siendo patente y aunque la globalización ha penetrado de distinta manera las culturas hay rasgos que aún son considerados enfermos por algunos grupos o “raros” por otro. En mi formación universitaria nos tocaba ir a rotaciones en el hospital intercultural de nueva imperial, donde atendían en una sección completa con medicina mapuche y recuerdo haber escuchado a algún internista que sus tratamientos eran complejos porque consideraban “tratamiento con mucha agua” sin mediar la función renal… así me di cuenta de los choques culturales que aún persisten, son difíciles de tratar sin considerar donde estamos y donde vivimos, lo relaciono a su vez con "mito de la enfermedad mental" Decía Szasz que si yo le hablo a Dios soy una persona devota, pero que si Dios me contesta soy un esquizofrénico, lo cual sólo en parte es verdad, ya que las variaciones en las patologías mentales, aunque están histórica y culturalmente condicionadas, si que son auténticos procesos patológicos, aunque sean muy difíciles de definir, que es una reflexión que aún puede ser afirmada casi en su totalidad.
    Como en algún punto se habla de lo complejo que es materializar los sentimientos en el lenguaje y el cierto estigma que tienen nuestros pacientes impuesto por la sociedad y auto-impuesto, no es por nada que a nosotros mismos como médicos nos cuesta aceptar que la psicoterapia debe ser algo que necesitamos realizar por nuestra propia sanidad y tampoco es raro ver que nuestros pacientes consulten ha años de comenzar a sentir su enfermedad.
    En una sociedad que está envuelta en la información instantánea, mantenerse conectado en redes sociales, hemos desarrollado ciertas caretas que hacen que los silencios y sus lenguajes sean mas difíciles de leer por miedo al juicio ajeno.
    En relación con la clase de Profesor Berrios, como le comentaba a un compañero es importante considerar que los conceptos en psiquiatría son invisibles y van cambiando según la visión del observador habiendo entre ambos un espacio que controla la realidad. La realidad existe, pero es opaca.
    Finalizando me gustaría considerar y complementar la reflexión de Verena, … no podemos definir con exactitud lo que es una enfermedad mental, no obstante, podemos tratar de comprender a quienes la padecen y buscar en conjunto alivio a su sufrimiento… es vital mantenernos atentos del entorno y comprender que muchas veces quien consulta es una familia completa no solo el paciente.

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    1. totalmente de acuerdo con tu frase final, ´´es vital mantenernos atentos del entorno y comprender que muchas veces quien consulta es una familia completa no solo el paciente´´, resulta difícil a pesar de implementación en las ultimas décadas de un modelo de salud familiar, comprender y llevar a al practica tanto de los clínicos como de jefaturas, la importancia de realizar continuidad de tratamientos efectivos, terapias familiares, entre otras intervenciones.

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  14. Sumándome a lo que han comentado anteriormente mis compañeros, nuevamente estamos tratando de buscar una definición para “Enfermedad mental”.
    En el texto de Bermejo se puede ver como desde hace mucho tiempo se llama “enfermedad mental” a algo que actualmente podríamos no llamarlo de la misma manera.
    Se analiza desde diferentes perspectivas. Desde la perspectiva de Tomás Szasz que habla sobre el “mito de la enfermedad” y que para él una enfermedad debe detectarse en una autopsia y cumplir con las definiciones de patología en lugar de ser decretada por votos por los miembros de la Asociación Psiquiátrica Americana. Refiere que las enfermedades mentales no son enfermedades reales y las coloca en la categoría de lenguaje metafórico.
    Me gustaría referirme a lo que menciona el escritor ingles Robert Burton, autor de “Anatomía de la melancolía”. El creía que los hombres deben ser dueños de si mismos y capaces de controlar sus pasiones y su “entusiasmo “ por lo que llegó a considerar cualquier pequeño fallo en el dominio de si mismo como muestra de melancolía o desorden mental. Con esto podemos ver como ha ido cambiando el pensamiento de la sociedad con respecto a ciertos temas y ciertas definiciones. Como dije anteriormente lo que antes era considerado una aberración por algunos filósofos y escritores, hoy pasa a formar parte de la “normalidad” de una sociedad.
    Otro Psicólogo nombrado en el texto de Bermejo es Paul Diel quien desarrolla una teoría de la salud mental donde comenta que en nuestra vida funcionan dos mecanismos básicos de estimulo y respuesta: la agresión del exterior y la respuesta de esta. Frente a la agresión se desarrolla el miedo como mecanismo defensivo. Si el miedo no produce la respuesta adecuada, en vez de responder contra el medio o el ser agresor, el organismo reacciona contra si mismo- al igual que en las enfermedades infecciosas.

    Esta acumulación de miedo y agresión no encauzados explicaría según diel el origen de la neurosis y la psicosis.

    No está muy lejos de lo que pienso, debido a que cuando nos sentimos agredidos por el medio exterior, ya sea personas, situaciones o algo que nos haga daño, se produce un cambio en nosotros que puede ser expresada como sentimiento de angustia, nerviosismo, pena, ansiedad etc. Y si no conversamos de este problema con alguien o nos guardamos nuestro sentir y no pedimos ayuda, se va convirtiendo en algo que estará siempre y más aún si no tenemos una red de apoyo lo suficientemente buena, se podría llegar a convertir en algo más que un sentimiento, en una patología que indiscutiblemente traerá consecuencias a largo plazo.

    Con esto quiero enfatizar que el concepto de “enfermedad mental” no solo va a depender de el individuo o la persona en sí, si no que se relaciona mucho con el medio donde está inserto y sus redes de apoyo.

    Para finalizar me parece interesante cuestionarnos ¿Por qué los grandes filósofos han sido melancólicos?

    Cito a Robert Burton donde en su libro “Anatomía de la Melancolía” reconoce haber padecido depresión y ve la escritura del libro como “su terapia”

    «Nos rascamos donde pica». Yo estaba no poco molesto con esta enfermedad a la que llamaré mi Señora Melancolía, mi Egregia o mi Genio Maligno, malus genius. Y por esta causa, como aquel a quien le pica un escorpión, sacaría «un clavo con otro clavo», clavum clavo, calmaría el dolor con otro dolor, el ocio con el ocio…

    Saludos.

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  15. Saludos a toditas/os/es!!!
    Britney, antes de que te vayas, hay algo que quiero que tengas
    Britney, before you go, there's something I want you to have
    Oh, es hermoso, pero espera un minuto, ¿no es así?
    Oh, it's beautiful, but wait a minute, isn't this?

    Con la mira en lo “híbrido” señalado por el Dr. Berrios, de lo histórico, de la relevancia del cómo enfrentamos nuestros tiempos, resoné con el comentario de un compañero, al retrotraer lo profundo detrás de lo que aparentemente es banal, del sufrimiento en la vida de una estrella del pop mundial, del como Britney lo vivenciaría, de como la persecución de éxitos y objetivos personales, económicos, de individuos y grupos económicos tendría efecto en su sufrimiento, de como, para perpetuarnos como disciplina, entrar a pensar, reflexionar nuestro posicionamiento y entender de ésos fenómenos y vivencias a un nivel íntimo y amplificado a los encuentros con las/los usuarios con quienes ejercemos nuestra práctica, puede ser parte de la construcción epistemológica y política del entender las enfermedades mentales y que, posiblemente nos permitirá seguir siendo participes de su comprensión y facilitadores de procesos terapéuticos.
    Creo que la invitación que nos hace el curso, la desnaturalización de nuestras prácticas, se refrenda como opción viable y necesaria en lo dicho por el Dr. Berrios luego de delimitar los objetos en psiquiatría, entenderlas como esas unidades básicas de análisis, al plantear que funcionan como el resumen de los ámbitos genéticos, biológicos (a lo que los médicos deseamos tener como referente pues de allí principalmente provenimos teóricamente, herederos de ese “pedigree conceptual”), sociales, culturales. El ir proponiendo que la enfermedad mental será representante del componente histórico atendiendo a que probablemente un conglomerado de síntomas no serán vistos de igual forma en 150 ó 300 años, así como ahora no las vemos igual a como las veíamos los mismos años hacia atrás, me lleno de sentido.
    Me tocó también el concepto de como la estética de las narrativas que los psiquiatras en general, y de cada uno de nosotros en particular, como actores en salud seguimos tienen ese carácter derivado de lo que leemos, lo que aprendemos y de lo que reflexionamos, y que si tal ves , escuchamos los designios de los tiempos podríamos ser inteligentes y nutrir la formación médica y psiquiátrica de epistemologías más amplias y por ende más totalizadoras y abiertas a la evolución de las sociedades.
    Una psiquiatría con epistemología híbrida, nutrida desde lo social y lo científico, y que se nota en la lectura de los comentarios de las compañeras y compañeros, evidenciando que, si estamos resonando con lo propuesto y que, por ejemplo, destaco eso de que lo más estable en la historia de las ciencias y sociedades es el cambio, cambio como lo más estable, incierto y complejo.
    También me gustó un comentario que proponía ir buscando encontrarnos con los otros en la construcción de los conceptos de la enfermedad mental en lo nutricio de comprender los roles de las personas, como vecina, vecino, padre, madre, etc. rescatando la narrativa individual, además de lo estético (pensándolo en nosotros y en los otros), el eje del componente del lenguaje como constructor de realidades y de modelador de las experiencias.

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  16. Al reflexionar sobre lo que el concepto de enfermedad mental significa para mí, logro definirlo como una condición psíquica que dificulta el propio desarrollo personal y la interacción de una persona con el medio que lo rodea.
    A través de los textos y video analizados, a mi definición se le agregan varias aristas, principalmente históricas y culturales, que no solo influyen, sino que caracterizan lo que denominamos enfermedad mental. Berríos habla de la importancia de la epistemología regional: como la sociedad, cultura y contextos de cada persona condiciona la definición de lo normal y lo distinto, o lo enfermo de lo sano. Podemos hacerlo tangible al apreciar la evolución de distintas patologías y ver como éstas aparecen, cambian o remiten dependiendo de las circunstancias históricas y sociales.
    Berríos señala que la cultura penetra profundamente en la formación del síntoma mental, dándole no sólo su forma cognoscitiva, si no que valores y prescripciones. Desde un principio le otorga una valencia, que finalmente no solo moldeará ese síntoma como tal, si no que afectará en gran parte el pronóstico y la capacidad de rehabilitación de quien lo sufre. Siguiendo esa línea, me parece interesante el concepto de relativismo cultural que se describe en el texto de Bermejo donde se plantea que la enfermedad mental no existe como tal, sino que es un producto de un determinado tipo de sociedad. Thomas Szasz lo reafirma al decir: “Si yo le hablo a dios soy una persona devota, pero si dios me contesta soy un esquizofrénico”. Otro punto importante es ver como ciertos delirios colectivos, como el antisemitismo nazi fueron aceptados socialmente durante un periodo de tiempo en un determinado grupo de personas, lo que evidentemente me lleva a cuestionar que es lo que finalmente le da la significación patológica a un síntoma o condición: ¿el síntoma como tal o que no sea experimentado en forma colectiva?
    Si bien el relativismo cultural me parece extremista, ya que para mí la enfermedad mental surge como un desbalance en la interacción entre los seres humanos y sus medios sociales y biológicos, es innegable la gran influencia que ejerce la cultura en esta dinámica.
    Al centrar el interés en el rol que juega la psiquiatría en las enfermedades mentales, es evidente que la disciplina busca comprender estas condiciones, no solo describiéndolas y estudiándolas, si no que creando estructuras epistemológicas que las clasifiquen, y buscando distintos métodos para tratarlas. La psiquiatría biológica por su parte, ha presentado grandes avances, con innegables aportes a nuestra forma de entender y tratar determinadas patologías, pero hasta el momento no nos permite atribuir todos los síntomas mentales ni explicar las “enfermedades” como una disfunción cerebral determinada. Hasta el momento no tenemos una molécula elemental que logre explicar cabalmente el desarrollo de un trastorno mental. Esta condición, sin embargo, no le quita importancia a nuestra disciplina. En nuestro ejercer diario, tal como señala Berríos señala, podemos apreciar que caracterizar los síntomas como primarios o secundarios no definirá la gravedad de la disfunción, de hecho, un síntoma secundario puede ser mucho más de difícil de tratar, considerando que los tratamientos biológicos no siempre serán útiles.
    En el texto de Bermejo, se señala que “las depresiones tratadas químicamente remiten en un cincuenta por ciento, exactamente igual que aquellas tratadas con psicoterapia, lográndose con ambos tratamientos combinados una eficacia del ochenta por ciento”, esto me lleva al concepto de hibridismo epistemológico que postula Berríos; Debemos situar al objeto psiquiátrico como una estructura híbrida compuesta de núcleos físicos configurados culturalmente. Solo así podremos entender el concepto de enfermedad mental de una forma cabal y así buscar elementos terapéuticos adecuados.

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  17. Hola a todos,

    A raíz del texto de Bermejo se puede ver que a través de la historia el constructo de lo que es la enfermedad mental ha cambiado según el contexto histórico y social, además del entendimiento de los procesos neurobiológicos/neuroquimicos asociados, siendo en la actualidad una definición compleja que tiene partes biológica, psicológica y social. A raíz de textos como el DSM se puede ver como esto se reafirma en algunos de los criterios el ultimo componente, ya que frecuentemente en sus criterios para que algo se considere un trastorno debe tener repercusión social o laboral. Es innegable que varias patologías tienen ciertas bases biológicas, que en la mayoría de los casos no están bien definidos todavía, pero es la repercusión a nivel psicológica y social lo que termina por definir si algo será o no considerado un trastorno, y por social comprendo que se refiere al contexto cultural donde se sitúa el individuo con enfermedad mental.
    Según el video y texto que vi de Berrios, podría comenzar diciendo que me impresionó la realidad empírica que mostraba en cuanto a lo que es el Hibridismo y como los objetos de estudio de la psiquiatría son en realidad objetos híbridos, tanto con propiedades físicas como abstractas pero siendo más que solo las dos partes por separado, teniendo una participación social en los síntomas que son el objeto de estudio de la psiquiatría, y pudiendo de la misma forma diferenciarlos en primariamente localizados y secundariamente localizados, con la importancia terapéutica de ello (terapias biológicas para los primariamente localizados, no biológicas para los secundariamente localizados). Realmente fue una revelación ver su video donde explica como la enfermedad mental y los trastornos mentales son en la actualidad solo racimos de síntomas en donde asumimos que la biología los mantiene juntos, si bien en varias ocasiones una serie distinta de factores terminan constituyendo racimos de síntomas similares que se clasifican dentro de un mismo trastorno. Al igual que Bermejo, también explica como el contexto sociocultural determina la valoración de los diferentes síntomas, y por tanto el afirmar quien puede estar padeciendo o no un trastorno mental es algo social. Concuerdo completamente con el hecho de que independiente de cuál sea el constructo lo importante es poder ayudar a quien una enfermedad mental, entendiendo por ellos no solo al paciente psicótico, sino que también al neurótico, y básicamente como alguien que tiene un sufrimiento psíquico importante y/o que lo genera en su entorno.
    En mi experiencia tanto en APS como en el GES de Depresión de algunas ISAPRE me toco ver que la mayoría de los pacientes que se veían por salud mental, si bien tenían criterios para trastornos de ansiedad, depresión u otros trastornos, la gran mayoría de las veces tenían problemas asociados a sus determinantes sociales y a su entorno familiar/social, en los cuales los cuadros mentales eran en gran parte reactivos a ellos, y muchas veces cediendo la sintomatología cuando las personas o encontraban un equilibrio con su entorno o el factor estresante desaparecía (por ejemplo, cuando se separaban de un conyugue maltratador, o cuando mejoraban las condiciones a nivel laboral).
    En bases a los textos, se pone de manifiesto la naturaleza hibrida y social de los trastornos mentales, y cabe preguntarse la pertinencia de la presencia de trastornos mentales colectivos en los textos de clasificaciones diagnósticas, donde se pueda agrupar situaciones como lo que menciona Bermejo en el texto que sucedió con la Alemania Nazi.

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  18. Al reflexionar sobre el texto y la influencia que implica la cultura, me recordó la reflexión de un compañero sobre la etnia mapuche y el llamado de la machi, de igual manera se refleja en las realidades de cada persona con "trastornos mentales". Y con ello la importancia de involucrarse en el contexto del usuario para poder realizar un impacto en su calidad de vida.
    Desde el video y la información sobre las distintas profesiones que afectan en el desarrollo de una persona con problemas en la salud mental, lo geográfico, lo filosófico, lo biológico y lo social, nos invita a trabajar en conjunto en pro de una salud mental saludable para el usuario, lo que en ocasiones se dificulta por las modalidades ambulatorias.
    Si bien desde las clasificaciones descritas en el DSM V nos dan una guía general, en ocasiones y en base a la experiencia se debe añadir muchos factores personales de los usuari@s y generalmente se aleja de la clasificación "de libro" y eso crea el dinamismo y desafío de tratamiento.

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    1. Felipe lo mismo pensé pero con algunas experiencias que tuve con pacientes de Haití donde definitivamente su cosmovisión es diferente en su sentir y en su vivir del dolor. La ritualidad que tienen para expresarse muchas veces se puede malinterpretar desde nuestra culturalidad.

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  19. Como lo han mencionado previamente el concepto de enfermedad mental es un constructo que se mantiene en evolución de acuerdo con los avances en neurociencias, el contexto sociocultural, económico, político, religioso, que de una u otra manera han intentado desde su punto de vista establecer un marco contextual sobre que entendemos por enfermedad mental. Destaco las palabras del Profesor Berrios, el DSM no define ni clasifica lo que es una enfermedad mental, lo único que hace es presentar listas que no logran este objetivo primario. Para entender lo que es una enfermedad mental no basta con conocer la anatomía, circuitos cerebrales y genética, debemos ir más allá y contextualizar que los síntomas mentales están mediados por el ambiente y la cultura, es decir, mediaran entre la base biológica y la manifestación conductual del síntoma.
    En este punto destaco lo que se plantea en el texto de Bermejo donde primero plantea que la enfermedad mental existe, pero debe ser comprendida desde una perspectiva sistémica donde interactúan factores bioquímicos, anatómicos, pero también sociales y afectivos.
    Teniendo en cuenta esta perspectiva sistémica, nos damos cuenta de que el reduccionismo y las visiones parciales de lo que consideramos enfermedad mental pueden generar consecuencias deletéreas no solo en el ámbito biológico, sino también el emocional, el social con afectación en la familia, el trabajo, relaciones interpersonales, etc.

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  20. Hola a Todo@s!

    ¿Qué son las enfermedades mentales?

    La conceptualización de qué son las enfermedades mentales ha sido mas bien una definición cambiante a lo largo del tiempo. Quisiera destacar una frase que escribe Bermejo en su publicación que me hizo mucho sentido “La historia de la enfermedad mental es esencial para conocer la propia historia del ser humano, de sus dichas y dolores”. De esta frase se desprende al menos para mi una significancia de gran valor, porque denota que no se puede desmembrar de la historia del ser humano la presencia y evolución de la enfermedad mental y que además es tan necesario este conocer en nuestro quehacer actual y nos va a permitir construir siempre con nuestros pacientes nuevos conocimientos que nos permitan ayudarlos. Y es aquí donde el epígrafe de esta publicación cobra relevancia «La mayor parte de nuestro llamado ‘razonamiento’ consiste en encontrar argumentos para continuar creyendo como ya lo hacemos». En nuestro propio proceso intelectual es necesario siempre estar atentos, buscar y aceptar nuevos argumentos que nos permitan des-construirnos y construirnos nuevamente.

    Al igual que muchos de mis compañeros no deja de ser interesante cuando Bermejo describe que “toda ciencia es un lenguaje reduccionista”, y esto me hace pensar en algunas lecturas previas que hice sobre reduccionismo biológico por ejemplo y como este no proporciona una perspectiva global de las enfermedades mentales y como además existen otras posturas o perspectivas mas extremas como la que describe Bermejo de Thomas Szasz que llega hablar del “mito de la enfermedad mental” pero que de alguna forma este autor logra poner un enfoque crítico a las discusiones teóricas en psiquiatría. Lo que es cierto es que la historia de la enfermedad mental ha tenido varias aristas que ha modelado su conceptualización desde lo biológico, cultural, religioso, etc. Y por eso concuerdo con Bermejo cuando dice que “todos los enfoques unilaterales poseen una validez únicamente parcial”. Y apuesta por este enfoque mas sistémico que a mi punto de vista es un enfoque integrador que viene a dar cuenta de una mejor comprensión de lo que conocemos como enfermedades mentales.

    Una de las partes de la ponencia de Berrios que me quedo rondando en mi cabeza es cuando habla de como los conceptos en psiquiatría de alguna forma dan una confianza falseada, entendiendo que la realidad y el mundo es como cada investigador lo ve y que además la influencia de los conceptos heredados como una especie de pedigrí van moldeando y perpetúan ciertos tipos de realidades. Esto me hace pensar mucho en el valor que les dan los pacientes a sus síntomas y que es a través de ellos que podemos intentar comprender su sufrimiento, su realidad y su mundo. Y que en la intersubjetividad es donde nos encontramos. Destaco lo que menciona Berrios que las enfermedades mentales lleven historicidad, es decir, son racimos y estos no son solo biológicos sino también sociológicos. Incluso cuando se cree que se tiene una claridad Berrios comenta que los alienistas del futuro se rían de nosotros por creer tener los racimos finales de la historia de la psiquiatría. Lo que le da fundamento a que el concepto de enfermedades mentales tiene una relación potente con la historia y la culturalidad y va evolucionando con el tiempo.


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    1. Hay otro concepto que habla Berrios en su ponencia que me resultó muy interesante que es el Hibridismo, partiendo de la premisa de que los objetos mentales (síntomas y los trastornos) no vienen a ser solo objetos físicos-tangibles o abstractos-simbólicos sino más con naturaleza de ambos y mejor descritos como “la expresión de la forma en que las creencias, los códigos culturales y la visión del mundo se entrelazan como respuesta a una experiencia extraña”. Este paradigma como el lo describe no solo pone la importancia en lo biológico sino que introduce la relevancia de la culturalidad en la forma y no tanto en el contenido como se manifiestan los síntomas mentales. Lo que no se puede pasar por alto es que la cultura aporta una visión de valencia distinta a los síntomas mentales, es decir, pueden tener una valencia positivas o negativas con respecto a los valores culturales que existan en ese momento en la historia. Y que esto es de mucha relevancia de considerar en la practica clínica. Esta naturaleza híbrida de los síntomas mentales además proporciona nuevas perspectiva para la investigación que permitan generar terapéuticas mas especificas que nos permitan aliviar las dolencias de nuestros pacientes que es al final lo mas importante.





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    2. Dra. Díaz me gustaría destacar esta frase que usted cita: “La historia de la enfermedad mental es esencial para conocer la propia historia del ser humano, de sus dichas y dolores”, y que así como usted plantea que no se puede desmembrar de la historia del ser humano la presencia y evolución de la enfermedad mental, creo que a su vez esta misma frase nos refleja el lado más negativo de la influencia histórica en la creación de "Enfermedades metales", como señala Bermejo lo que en el siglo XIX, en la Psicopathologia Sexualis de Krafft Ebbing, se consideraban aberraciones sexuales (ej: homosexualidad), hoy se consideran conductas sexuales normales, principalmente relacionado con el contexto histórico, y es por esto como planteo en mi comentario resulta tan delicado precisar la sintomatología del paciente a la hora de denominar y diagnosticarlo como enfermo.

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    3. Así es Dra Vásquez concuerdo totalmente. Es interesante pensar cómo usted lo plantea que hace unos años la homosexualidad era considerada una aberración sexual que requería tratamiento y que era penado en muchos países (en algunos aún es así). Esto me deja pensando cuáles otras enfermedades mentales consideradas así el día de hoy lo serán en un futuro?. Y algo muy valioso y que rescato de su comentario es la responsabilidad que tenemos a la hora de diagnosticar a una persona como enfermo.

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    4. Existen docentes y personas que nos marcan. Una vez alguien mencionó: hagan el menor daño posible. Al leer sus comentarios recordé esta frase, ya que rotular como enfermo a alguien que sufre, no es fácil y recae en nosotros, una responsabilidad que asumimos. Una de las maravillas de la medicina es que seguimos aprendiendo y creciendo.

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  21. Me parecieron muy interesantes los temas tratados en el documento y video, creo que hace bien para la salud reflexionar sobre la epistemología de lo que uno hace, suele ser una buena práctica introducir filosofía al día a día. Y cómo no, la psiquiatría y todo lo que tiene que ver con salud mental es indisociable de esta clase de ejercicio. Pero me parece que la definición de enfermedad mental tiende a dificultarse demasiado al abordarla así, de forma tan general.

    Así como es tan etéreo, absurdo y hasta falto de respeto decir, por ej., que “todas las autolesiones no suicidas son gananciales” (son multi motivadas, no necesaria ni exclusivamente gananciales), “si estuviera realmente depresiva, la persona no se maquillaría“ (la apariencia es uno de los muchos factores a evaluar antes de emitir este juicio), “intento suicida de bajo riesgo” (en esencia, ningún intento suicida puede ser de “bajo riesgo”, la situación de la persona que ejerce esta conducta es ya crítica), etc., puede serlo también el abordar las enfermedades mentales como un todo. Porque básicamente es un todo heterogéneo, cada constructo que entendemos como síntoma o enfermedad mental, en mi apreciación, no es “uno”, sino un plural, son tantos subtipos o variedades como vivencias individuales puede haber.

    Hablar de “la locura” en general también es referirse a un constructo que invariablemente obvia la particularidad de los casos individuales, porque así como sucede con otras situaciones “somáticas”, la enfermedad no existe en sí misma como algo aparte, sino que existe en una persona, en un momento de su vida y momento histórico particular. Sabido es que desde los inicios de la historia de la psiquiatría, los autores ya definen varios tipos de lo que hoy conocemos como esquizofrenia, cuya distinción se ha ido modificando, incluso perdiendo, pero que es sustancial conocer para entender que básicamente no existe “una” esquizofrenia, sino que pueden ser distintas según evolución, gravedad, respuesta a tratamientos, genética, etc. Y lo mismo sucede con cada síntoma y enfermedad mental. A través de la fenomenología, la psicopatología intenta describir “la esencia” de algunas situaciones mentales, aproximarse a “aquello que define” el síntoma o enfermedad mental en todos los casos, lo cual es muy importante para abordar operativamente las situaciones y generar un marco teórico desde el cual trabajar clínicamente. Pero que también nos ha mostrado que puede haber distintas apreciaciones según distintos autores y según distintas épocas históricas.

    Particularmente en el área infantil y juvenil, hasta hace no muchos años incluso se ignoraba la posibilidad de que esta población pudiera tener “enfermedad mental”, idea que iba muy de la mano con otras formas de entender la infancia, como “adultos pequeños”, trabajo infantil, negación de su identidad y de su etapa como sustancial para el resto de la vida. Y es que, a mi parecer, esto es algo que perdura hoy en día, tanto en forma macro desde políticas públicas con foco claramente adultocéntrico, hasta en forma micro con dinámicas familiares basadas en el aplastamiento de identidades y otros conflictos (violencia, abuso, negligencia emocional, etc.). En esta población muy probablemente la enfermedad mental está atravesada por la forma de vivir y de estar en su mundo, en su familia, a su vez relacionado con momentos históricos, políticos y geográficos, en forma dialéctica con los factores más biológicos y genéticos. Y de ahí estos niños, niñas, adolescentes, serán adultos con capacidades únicas. Quizá una forma que aporte a la manera de entender la enfermedad mental deba partir desde su inicio, desde cómo viven la infancia y adolescencia las personas.

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    1. Finalmente, creo que a partir de los temas es importante siempre considerar la pregunta de si estamos encajando a personas con alguna situación de salud mental en esquemas abstractos que en “la realidad” no existen (o no satisfacen adecuadamente cada vivencia particular), o si de verdad, en lo posible, entendemos a estos esquemas como lo que son, meras directrices orientadoras. Y para eso hay que formarse, siempre cuestionarse y orientar una práctica clínica dirigida a apoyar a las personas, más que solo “descubrir” o “dar” el diagnóstico (como sucede en otras áreas de la medicina).

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    2. Nicolás Jonathan Melej Varela
      Residente Psiquiatría Infantil-Adolescencia UChile

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    3. Muy interesante el último párrafo donde integras lo leído con lo que sucede en el área infantojuvenil, donde el sufrimiento psíquico también existe pero que ha sido invisibilizado durante décadas quizás por los mismos contextos históricos y sociales que han determinado qué es o no es una enfermedad mental y quiénes son los sujetos de interés para su estudio. Por supuesto nos interpela a cuestionarnos qué tanto nuestra sociedad permite que los niños puedan expresar sus síntomas mentales y que éstos sean escuchados en los diversos lugares donde se relacionan con otros, en sus familias, colegios, equipos de salud, etc.
      Saludos

      Natalia Solis G.

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    4. Muy interesante tu comentario Nicolás. Me quedó con la frase "Quizá una forma que aporte a la manera de entender la enfermedad mental deba partir desde su inicio, desde cómo viven la infancia y adolescencia las personas".
      Cuan cierto es lo que mencionas, nuestra sociedad sigue siendo muy adultocéntrica y basta verlo con un tema muy importante hoy en día como lo es el abordaje de la pandemia en población infantojuvenil. En un inicio se hablaba de distanciamiento social, posteriormente se cambió el concepto a distanciamiento físico promoviendo la conexión con la familia y amistades (que se menciona en la guía práctica de bienestar emocional publicada en la página de Gob.cl), sin embargo esto queda en el papel, principalmente durante el inicio cuarentena no se permitía que niños y adolescentes pudieran salir a parque sin necesidad de permisos de comisaria virtual (donde no existían) manteniendo distanciamiento físico pero promoviendo el acercamiento social. Sin duda traerá consecuencias en nuestros niños y adolescentes en el corto mediano y largo plazo y para la sociedad no es tema. El manejo de la pandemia ha estado enfocado particularmente en aumentar las camas disponibles pero no en el enfoque de prevenir el desequilibrio entre el sistema del niño con su medio. Con esto quiero decir que la población infantojuvenil sigue invisibilizada tal como mencionas y estamos al debe en mejorar y preservar su salud mental.
      Yeaninne Hernández

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    5. Me parece muy interesante todo lo que mencionas Nicolás, para ser sincera estoy absolutamente de acuerdo con todo lo que escribiste, me gustaría destacar sí lo que refieres sobre el acercamiento a través de la fenomenología a la psicopatología ya que como bien mencionas nos da algunos lineamientos sobre la esencia de los síntomas lo cual siento que al mismo tiempo pone el foco en lo que realmente importa para la persona, su dolencia y desde ahí plantear una terapéutica. Nos ayuda a ver también la gran gama de colores que puede haber en la psicopatología lo cual siento nos acerca a ver a las personas en su propio universo y no englobarlas a todas dentro de una sola etiqueta.

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  22. Hola a todos! Espero que se encuentren muy bien.

    Luego de analizar y reflexionar acerca del texto de Bermejo, y sumándome a lo ya se ha dicho anteriormente en este blog, es relevante y sumamente importante entender que la búsqueda de una definición exacta y puntual para la enfermedad mental es casi utópico.

    Concuerdo con este extracto: “Toda ciencia es un lenguaje reduccionista que, con el fin de poder analizar -y en algunos casos, de manipular técnicamente- la realidad, procede a una reducción de lo real a unos pocos elementos. La ciencia es un "como si" entendiendo que muchas veces la ciencia solo quiere ver las cosas desde una arista y trata de reducir la definición de ciertas enfermedades no logrando ver las cosas como realmente son. Esto con el fin de tratar de buscar y entender una definición universal.

    Desde tiempo remotos se ha intentado encontrar una definición a la enfermedad mental y este texto nos expone una definición que me gusto bastante y es que la definición que consideremos de enfermedad mental dependerá de múltiples factores como el contexto histórico, social, y cultural, con lo cual estoy muy de acuerdo y me hace mucho sentido. Es sabido por todos que antes se hablaba de enfermedades mentales a muchas cosas que socialmente no se aceptaban y hoy en día ya es algo normal como la orientación sexual por ejemplo.

    Otro extracto que nos habla de que es la enfermedad mental es: La enfermedad mental es entendida como un proceso bioquímico, anatómico, psicológico a nivel cognitivo, pero también social y afectivo que puede dar lugar, no a una comprensión perfecta, el autor (José Carlos Bermejo) plantea que eso es imposible por definición, pero sí a contemplar los diferentes aspectos de un modo complementario. Y es sumamente importante entender que es un conjunto y una unión entre lo biológico, social, histórico, religioso y político.

    Berríos, en la conferencia de Hibridismo epistemológica y Psiquiatría, nos dice que la cultura penetra profundamente en la formación de los síntomas mentales. Por lo que el contexto histórico y cultural tendrá mucho que ver al momento de catalogar estos síntomas y luego las enfermedades como lo que se plantea tambien en el texto leído.

    Al momento de enfrentarnos con un paciente, es importante no olvidar esto y evaluar al paciente en su contexto a nivel micro y también a nivel macro y así ver las distintas aristas.
    También como dijeron gran parte de mis compañeros es importante involucrar al paciente y junto con el evaluar y ver que entiende el de lo que le pasa, cómo lo vive, y siempre enfocarse en que lo importante es tratar de mejorar sus dolencias.

    saludos!

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    1. Hola Cata.
      Muy de acuerdo con tu comentario, y valoro mucho la "bajada" que haces del tema a la clínica en tu ultimo párrafo, mas que a la clínica al paciente mismo, estamos tratando con otras personas con sus propios desafíos, contextos, temores, y verlos como individuos puede ser aun mas útil que intentar "clasificarlos" en un diagnostico.
      Saludos

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  23. Hola a tod@s!
    Me parece interesante como en su texto el profesor Bermejo no muestra de alguna forma la historia de la psiquiatría, con una mirada crítica pero a la vez comprensiva de cómo la enfermedad mental ha tenido estos vaivenes.
    Me quedo con algunas frases como dentro de la historia de la enfermedad mental los prejuicios religiosos, sociales y a veces filosóficos, limitaron la compresión de estas enfermedades y condicionaron el trato social dado a los pacientes que la padecían. En el fondo que los pacientes dependían del contexto en que estaban, es duro decirlo, pero es importante conocer la historia para saber el peso que esto conlleva. Si bien la historia ha ido cambiando, pasando por la humanización del trato a los pacientes y su consideración como enfermos, quién sabe si esto será el punto final de la historia, lo cual lo dudo, estamos dentro de esta historia actual y se observa que todavía hay mucho por hacer, todo esto va en relacionado con el epígrafe inicial.

    En relación al profesor Germán Berríos, dijo cosas muy interesantes, como por ejemplo, los síntomas primarios o secundarios del objeto híbrido, y como los síntomas secundarios pueden ser más difícil de tratar, debido a que estos dependen de cómo se expresan y la interacción social. Si bien, es importante lograr separar los síntomas primarios de los secundarios, en la práctica es necesario tratar como un todo.

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    1. Hannibal Bilz Cona
      Residente de Psiquiatría infanto juvenil USACH

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  24. Realizar un comentario a partir de la pregunta ¿que son las enfermedades mentales? es tan complejo y a la vez necesario como lo fue el análisis de ¿qué es salud mental?, y lo común en ambos conceptos es lo difícil que resulta lograr una definición, que tal como plantea el Dr. Figueroa impresiona necesario.

    Basándome en los planteamientos de Bermejo me parece fundamental destacar (al igual como lo hace el Dr. Echeverría en su comentario) las influencias de Szasz en una época donde se cuestionaba firmemente la formulación de diagnósticos en Psiquiatría. Para Szasz los diagnósticos psiquiátricos servían para mantener el comportamiento social dentro de ciertos estándares aceptables como medio del poder y la influencia que tiene la medicina en la sociedad. Por tanto, la enfermedad mental no implica una categoría objetiva, sino que una desviación de las normas psicosociales, éticas y legales.

    Esta crítica no deja de tener gran validez en la práctica clínica actual. Un ejemplo de ello es como clasificar hoy en día por ej. “los trastornos de personalidad”, este es un diagnóstico que presenta grandes dificultades en su delimitación, nombre y significado.

    Con este caso quiero evidenciar una vez más lo complejo que resulta definir que entendemos por enfermedad mental y las discusiones que pueden surgir a partir de realizar diagnósticos para normar un comportamiento de acuerdo con ciertos parámetros culturales esperados, conduciendo a la patologización de la población.

    Si bien, como plantea Berríos es difícil considerar la enfermedad mental como una categoría científica estable, no se puede negar que las experiencias psicopatológicas conllevan sufrimiento y malestar que debe ser explicado. En este contexto, J. Bermejo nos invita a ver la enfermedad mental como un proceso donde participan distintos aspectos y por ende distintas disciplinas para su entendimiento tanto desde lo biológico como lo social. A su vez G. Berrios nos incentiva a tener una formación psiquiátrica híbrida, donde los componentes biológicos, semánticos y culturales se incluyan en el entendimiento y la teorización de los trastornos psicopatológicos, y así tener mayor precisión en cuanto a las líneas terapéuticas.

    Finalmente, un aspecto que se señala el texto “Psiquiatría y lenguaje: Filosofía e historia de la enfermedad mental” que me gustaría resaltar es el rol que cumple el “Lenguaje” como posibilidad de compresión y diálogo con la persona que sufre, y que como dice Berrios entre el componente biológico y el componente semántico hay un encuentro dialógico, una relación fundamental entre el médico y el enfermo donde se produce a través de la intersubjetividad la conceptualización del síntoma y por ende de la enfermedad mental.

    Saludos a todos

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    1. Decirle a un paciente que tiene un trastorno de personalidad, resulta mas difícil que a un loco que es esquizofrénico.
      Sus vivencias se han apoderado de su actuar y sus respuestas las catalogamos como "anormales". Concepto terrible que definir.

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  25. Es muy interesante reflexionar, sobre como el concepto de enfermedad mental se ha ido configurando a través de la historia y darnos cuenta como confluyen varias disciplinas en su definición epistemológica, filosofía, psicología, ciencias sociales, ciencias naturales, un concepto influido y modelado por asepectos sociales, políticos, incluso espirituales y morales, que han evolucionado a través del tiempo. Desde una concepción religiosa de la "locura" como un "desorden del alma" a la clasificación actual de este trastorno mental en el DSM-V, o como la homosexualida consideraba aberrante en el siglo XIX , en la actualidad es considerado una conducta normal.
    Como se van construyendo distintos conceptos que marcan la psiquiatría, por ejemplo los aportes de Freud respecto al "inconsciente" como motor de la vida psíquica y el "lenguaje" que manifiesta solo una parte de la realidad, pero que oculta lo más profundo de ella. Y con esto se abre la puerta al psicoanálisis como herramienta de tratamiento en la enfermedad mental. Pasando a la teoría de sistemas interno y externo y la persona se considera un sistema en contacto con otros sistemas y su entorno y la necesidad de mantener ciertos equilibrios.

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  26. Actualmente en la práctica clínica psiquiátrica, muchas veces se ha reducido la enfermedad mental a desajustes en ciertos circuitos cerebrales, los cuales se intentan “reequilibrar” mediante el uso de psicofármacos (labor principal del psiquiatra). Esta mirada reduccionista no sólo nos entrega una visión parcial de lo que denominamos síntomas mentales, sino que a su vez deja de lado el estudio histórico de las enfermedades mentales que se ha realizado en diversas disciplinas (filosofía, antropología, historia, religión, psicología, etc.), las que han intentado de forma independiente crear modelos que permitan comprender o explicar la enfermedad mental.
    Bermejo, en su texto “Psiquiatría y lenguaje: filosofía e historia de la enfermedad mental” destaca la importancia del contexto social, político y cultural en la concepción de la locura y cómo ésta ha ido variando a lo largo de su historia y el contexto en el que se desarrolle.
    Esta variación se basa fundamentalmente en el lenguaje, visto como una herramienta de expresión y comunicación de la realidad, la cual está limitada a los significados que caben en él, no existe un único lenguaje que nos permita dar cuenta de la realidad, cada lenguaje científico nos da cuenta sólo de una parte de a realidad.
    Es fundamental para el psiquiatra evitar los reduccionismos respecto al concepto de enfermedad mental, comprendiendo al “enfermo mental” como un ser integral, inmerso en un contexto social, político y cultural (además de la mirada biológica, neurológica, etc.), para poder comprender su realidad de la forma más fidedigna posible, y como menciona el profesor Berríos “la única solución es desarrollar un modelo sobre la formación de síntomas mentales que combine los componentes biológicos y semánticos”.

    Loreto Campos F.
    Residente Psiq. Infantil y de la Adolescencia USACH

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    1. Hola Loreto, me parece interesante tu comentario. El reduccionismo que se ha hecho de la enfermedad mental desde lo biológico, creo que puede ser muy iatrogénico. Que la principal labor del psiquiatra sea prescribir psicofármacos, es una idea que cuesta desmitificar, porque se ve mucho y ya es una idea preconcebida en la población. Sin embargo, y sin desmerecer el importante rol de tratamientos biológicos en casos pertinentes, me parece que es un desafío importante resignificar nuestro rol, sobre todo para quienes vamos a trabajar con niñ@s y adolescentes.
      Saludos.

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  27. ¡Hola a todos! Mi nombre es Franco Valenzuela Canales; no me había presentado previamente dado que ingresé esta semana al curso. Brevemente les cuento que soy médico general, trabajando en el Hospital Psiquiátrico el Peral. Nacido, criado y viviendo en Puente Alto, soltero y sin hijos, ayudando a mi abuelo a recuperarse post COVID que lo tuvo hospitalizado por 6 semanas. Tengo muy buenas expectativas del curso y espero podamos compartir experiencias y conocimientos!

    Respecto a las lecturas y el video, creo al igual que Bermejo que la psiquiatría escapa (y debe hacerlo) de todas las ciencias al no transformarse en un lenguaje reduccionista; es imposible entregar un buen manejo a un usuario considerando “como sí” su enfermedad mental dependiera de una molécula mágica en déficit o de una mera circunstancia social o política externa; tal y como menciona nuestra compañera Verena Furst, esto sería un intento frustro de reducir la versatilidad del ser humano. Es necesario considerar la salud mental como un equilibrio entre diferentes sistemas interconectados y que su colapso se explica ante determinadas circunstancias que incluyen factores químicos, anatómicos, emocionales, sociales, históricos… en fin, una suma (o sólo algunos) de ellos.
    La complejidad de la enfermedad mental hace necesario reflexionar sobre el mundo actual; solemos no escucharnos y no poner atención a las expresiones de sentimientos; así, el enfermo mental se oculta a sí mismo, la demanda social lo impone, como menciona Bermejo en su artículo. Y así, nuestra labor como médicos y futuros psiquiatras es encontrar el enfoque sistémico que requiere el usuario enfermo mental; llevar nuevamente el “yo” hacia un adecuado equilibrio no depende sólo de prescribir un fármaco o psicoterapia, sino que conjugar el individuo en un proceso de interacción social.
    La idea de la psiquiatría como un lenguaje “anti-reduccionista”, lo refuerza en su conferencia el profesor Berríos; la descripción de cómo la psiquiatría posee una estructura híbrida, considerando no sólo elementos biológicos sino también elementos de las ciencias sociales, permite una mucho mejor descripción del objeto de investigación y, por tanto, una mejor comprensión respecto a las intervenciones necesarias ante una patología psiquiátrica. En la misma conferencia, tal y como destaca nuestro compañero Diego González, el profesor Berríos diferencia los objetos de la psiquiatría en primarios o síntomas mentales, de mayor estabilidad en la historia de la enfermedad mental, y los síndromes mentales, más volátiles y modificados en base a la historia, la cultura e incluso la región. Destaca, por tanto, la importancia de tratar al usuario, más que tratar de encuadrarlo en una descripción, de la cual al cabo de unos cuantos años pueda ser objeto de descrédito o incluso de burla por los futuros colegas psiquiatras.
    Así, analizar la complejidad de la enfermedad mental nos insta a buscar y lograr una instrucción adecuada de la especialidad para ser capaces de resolver las necesidades de nuestros usuarios. Respecto a este último punto, al iniciar la actividad laboral como médico general me vi enfrentado
    a usuarios a quienes propuse estrategias de manejo integral más desde la lógica común que desde la instrucción; en pregrado creo que ni siquiera pude penetrar la superficie del "iceberg" que es la enfermedad mental.
    Saludos a todos!

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  28. Al igual que en la discusión sobre qué es salud mental, no existe consenso actual sobre qué es una enfermedad mental. Si bien la historia nos ayuda a comprender cómo se ha construido a través del tiempo, según diversas corrientes y miradas, hoy en día podríamos considerarlo como más bien una alteración del equilibrio interno multifactorial, donde confluyen influencias tanto biológicas propias del sujeto, como ambientales dadas por su mundo social, contexto cultural, económico, político, etc. Muchas veces en nuestra práctica clínica, y también propio de nuestra formación biomédica, tratamos de otorgarle a nuestro paciente un diagnóstico con un consiguiente manejo farmacológico y eventualmente elaborar un pronóstico. En psiquiatría sin duda esto puede llevar a reduccionismos. Una de las principales lecciones que me dejan las lecturas y el vídeo es intentar no caer en estas prácticas. Los seres humanos somos seres muy complejos, y como dijeron más arriba, los manejos deben contemplar esta complejidad también. En ese sentido, una parte fundamental para comprender los síntomas es el uso del lenguaje, tanto en su dimensión comunicativa como expresiva. Rescato del video del Dr Berríos la importancia que le otorga a cómo utilizamos el lenguaje, y cómo éste puede variar tanto en diferentes culturas, incluso dentro de un mismo país o región, y también a través del tiempo, cómo este se va "descalibrando". Y por otro lado, el cómo aprendemos la psiquiatría influirá en la comprensión de los síntomas de nuestros pacientes, cómo nuestros maestros nos transmiten sus saberes, corriendo el riesgo de aprender a ver la "realidad" según cómo la ven otros.
    A partir de estas reacciones, recuerdo las reflexiones de la sesión anterior y la importancia de poder conocer la comunidad donde trabajamos, conocer cómo se expresa su población, tener en cuenta el contexto político, social, cultural que atraviesan, donde podamos lograr observar cómo cada síntoma mental tiene su valor según el contexto donde se presente, y de esta manera, mantener el hibridismo de la psiquiatría en la práctica clínica.

    Natalia Solís G. - Residente Psiquiatría Infantojuvenil HEGC - USACH

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    1. Me parece muy interesante lo que señala Natalia, "mantener el hibridismo de la psiquiatría en la práctica clínica". Tal parece ser que entonces es crucial, como señala ella, que conozcamos con la mayor cabalidad posible los territorios en los que nos desenvolvemos clínicamente, conozcamos la historia de los barrios donde habitan nuestros pacientes, las problemáticas a las que se enfrentan, etc. Además, agregaría que es imperativo conocer la historia familiar y transgeneracional de nuestros pacientes, puesto que ese es es medio de vida donde se han movido históricamente. De lo leído y escuchado en lecturas y videos, queda claro que un mismo núcleo o señal biológica puede adquirir diferente "fenotipo" según configuraciones culturales, y en esto probablemente tenga mucho que ver también la forma de crianza y cómo se aprende en el andamiaje madre/padre-hij@ el vivenciar del síntoma.

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    2. Interesante lo que mencionas sobre el legado que nos dejan nuestros profesores donde vamos aprendiendo a ver la realidad según cómo la van viendo otros y por esto mismo, que nuestras universidades incorporen este diplomado nos empapa de una nueva mirada para atender las necesidades no sólo biológicas y psicológicas sino tener en cuenta lo que realmente involucra la salud mental: que todo ser humano pueda desarrollar su potencial estando en equilibrio con el medio.
      Yeaninne Hernández

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  29. El texto expone sobre la dificultad para definir el concepto enfermedad mental y en cómo ha ido variando en el tiempo.

    A lo largo de la historia, las enfermedades mentales ( locura) han estado cargada de prejuicios, en muchos casos excluyendo a los que la padecen, en mi experiencia laboral no es raro ver a familias con un integrante de esta olvidado en un hogar psiquiátrico.

    Me hizo sentido en como el concepto de enfermedad mental influyen, según determinante culturales, sociales, geográficos entre otros. Nuestro país está viviendo este desafío de multiculturalidad y es ahí donde los que trabajamos en salud mental, tenemos el deber de integrar todas estas distintas miradas.
    Saludos a todos/as

    Cristian Zúñiga Cárcamo






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  30. El concepto de enfermedad mental ha sido complejo de definir y su variación a lo largo de los años, confirma esta realidad. Durante varias décadas ha ido desarrollándose y evolucionando un concepto muy asociado al contexto cultural, donde la medicina y la filosofía intentan ordenar y definir este concepto. Sin embargo la evolución de la humanidad ha impedido fijar este concepto, ya que como hemos visto según las lecturas, esta definición debe ser a partir del objeto desde el cual vamos a trabajar en nuestra disciplina. El objeto del síntoma es relativamente estable en el tiempo, pero el objeto derivado, que es representado por los trastornos mentales, está basado en el contexto cultural que intente definirlo.

    El relativismo cultural explica lo dinámico de este concepto, ya que la historia y la cultura condicionan estos procesos patológicos. A lo largo de la historia, los prejuicios religiosos, sociales, políticos e incluso filosóficos contribuyen a complejidad aún más esta definición. La enfermedad mental no es un desequilibrio interno solo de la psique del paciente, ya que los aspectos de la realidad que están involucrados son variados, donde el ser humano es un complejo sistema que está en constante interacción con su medio y otros sistemas, en donde puede colapsar en determinadas circunstancias y es el origen de la enfermedad mental, afectando a la totalidad de la vida personal y social de quien la sufre .

    Si le sumamos lo mencionado por Berríos y la estructura híbrida de la psiquiatría, quien nos explica que hace muchos años la psiquiatría se mueve entre la medicina complejizando aún mas la definición de enfermedades mentales.

    El objeto básico de la psiquiatría es el síntoma, el cual tiene un componente cultural y biológico con distinta carga. La tecnología del siglo XXI ha permitido identificar señales biológicas que se manifiestan en relación a algún síntoma y de alguna forma establecer una correlación clínica. La psiquiatría aún se está desarrollando y son muchos los factores que influyen en sus definiciones. Lo que hoy tomemos como consenso puede ser desechado en el futuro.

    Ricardo Lillo Sánchez.

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    1. El objeto derivado , como bien dices, es lo que va a depender de factores o determinantes modificables en el tiempo, espacio, contexto. Es el mismo concepto de hibridismo el que nos permitira explicar y abordar los trastornos mentales de una manera más holistica. Sin embargo , esto nos trae como sujetos protagonistas en el área a complejizar en el buen sentido nuestra visión y estar abiertos a incluir abordajes más amplios y suceptibles al cambio.

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  32. Definir a las enfermedades mentales, parece tan complejo y variable como precisar qué es la salud mental. De partida, si consideramos la definición de enfermedad de la OMS (“Alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible"), lo que comúnmente diagnosticamos pocas veces serían enfermedades. Sin desmerecer el sustrato patológico y biológico de muchos trastornos, Bermejo y Berríos nos explican bien, como la interacción con medios sociales y culturales, han resultado en cambios sustanciales de la enfermedad mental a través de la historia e incluso los síntomas mentales han tenido valencias distintas en periodos diferentes. Esto al punto, de que nuestros constructos actuales, recién tienen 150 años. Ante esto, me pregunto, ¿Qué sabrá, entenderá u opinará un Psiquiatra en el año 2137 (si es que siguen existiendo) sobre el DSM V, la Esquizofrenia, el neurodesarrollo, la personalidad, la psicofarmacología, etc?

    Berríos, muestra las complejidades de la epistemología psiquiátrica, que difícilmente puede ser estudiada y practicada como lo hacen otras especialidades médicas o ciencias.

    En mi experiencia, desde que decidí estudiar la especialidad he escuchado a 3 Psiquiatras de Adultos, en distintos lugares, hablar sobre la complejidad de la epistemología psiquiátrica y las diferencias con otras áreas de la medicina, con el objetivo de que aquellos interesados en la especialidad se la replanteen, les genere dudas o la reconsideren. En mi opinión, el que la psiquiatría este a caballo entre la medicina y las ciencias sociales y que se enfrente a objetos híbridos (como bien lo explica Berríos), debe ser un aliciente para el desafío de estudiarla, y no de entrada una dificultad desmotivante.

    En este sentido, me vino bien, escuchar la recomendación de Berríos sobre que los residentes de psiquiatrías debemos intentar ser “Poliglotas”.

    Matías Chávez Gatica.

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  33. ¿Qué son las enfermedades mentales?
    Como vimos hace dos semanas, la salud mental sería más que solo enfermedades psiquiátricas y en este caso al hablar de enfermedades mentales, tal como habla el artículo de Bermejo, podría ser de alguna manera el resultado de las interacciones entre el ser humano, el medio social y biológico, con lo cual estoy de acuerdo, puesto que dependiendo de la sociedad o cultura existirá o no como enfermedad.
    Al igual como comenté en la actividad anterior, desde pregrado tenía la idea que la enfermedad mental solo hacía referencia a biológico y bioquímico, es decir, a alteración de neurotransmisores a nivel cerebral que se manifestaban a través de síntomas psíquicos o somáticos, sin embargo desde que comencé a trabajar y exponerme a la realidad de la población fui comprendiendo que la enfermedad mental más que ser entendida como un proceso orgánico, es también un proceso psicológico, social y afectivo donde el aspecto psicológico y social pueden llegar a ser mucho más relevantes la mayoría de las veces. Debido a esto, pienso cuán importante es el enfoque e intervención sistémica en estos casos y cuánto nos falta todavía en las escuelas de medicina de nuestro país donde existe un enfoque hospitalario y no comunitario. Desde pregrado e incluso desde nuestra formación escolar y secundaria, es importante entregar herramientas y conocimientos con respecto al abordar y entender al ser humano como un sistema complejo que está en constante interacción con el medio y otros sistemas, y si esta interacción está en equilibrio, también lo estará él.
    Por otro lado, tanto el artículo como video de Berríos, son muy interesantes dado que plantea que los síntomas mentales son el resultado de un complejo proceso por el cual las señales cerebrales se configuran mediante códigos culturales. Plantea que la psiquiatría es una ciencia híbrida que necesita formar residentes de psiquiatría híbridos que sepan tanto de neurociencias como de ciencias sociales lo cual me hace mucho sentido a acercarme y poner en práctica lo aprendido en este diplomado.
    Otro punto que toca son los objetos de la psiquiatría los cuales serían dos: los síntomas mentales y la enfermedad o trastorno mental y menciona que la historicidad del síntoma mental lleva en su seno la biología, genética y cultura, por el contrario la enfermedad mental lleva solo la historicidad donde el pegamento que mantiene unidos los síntomas es lo sociológico e histórico puesto que a través de la historia han aparecido y desaparecido enfermedades. Probablemente en el futuro las enfermedades mentales no dependan de la medicina o de una decisión científica, sino de lo que la sociedad y política decidan.
    Finalmente, desde mi vereda de psiquiatría infantil, lo bello de su enfoque en nuestra sede, es que la enfermedad mental del niño no es vista como un proceso bioquímico alterado, sino más bien, como resultado principalmente de las circunstancias socioambientales a las que se ven expuestos lo que genera sufrimiento y dolor en todo el sistema familiar y de ahí la importancia de abordar al niño/adolescente desde todas las aristas posibles entendiendo que la enfermedad mental depende principalmente del medio social donde la primera línea de manejo es poder intervenir en este nivel.

    Yeaninne Hernández. Residente Psiquiatrías Infantojuvenil UChile

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    1. Muy de acuerdo, y sobre todo trascendental lo mencionado en el último párrafo desde la vereda infantil. Existe una urgencia en ese sentido para educar a la población en temas de familia y crianza. Más allá de la planificación familiar y otras directrices generales actualmente difundidas en el sistema de salud, parece sustancial educar, concientizar y abogar por la importancia de lo familiar, del maternaje, paternaje y todas las formas de cuidado, contención y cariño hacia las personas que están creciendo junto a nosotros. Importancia que debe recaer como responsabilidad, no solo de las políticas públicas, de las familias, sino que de toda la sociedad del país.

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    2. Concuerdo con lo referido por Yeaninne, muchas veces en pregrado se nos da una formación con una orientación más bien biologicista, lo cual entendemos es muy importante y necesaria en nuestro proceso de formación. No obstante, creo que se deja de lado otra arista también muy relevante, que es la psicosocial - cultural. Muchas veces cojeamos en este aspecto lo cual lamentablemente repercute en las personas que estamos "tratando", de todos modos, creo que el escenario en el que estamos hoy es muy distinto al que hace 10 años atrás y cada vez se le da más relevancia a este componente psicosocial - cultural como medio de abordaje en nuestro actuar clínico y básicamente en nuestras interacciones como seres humanos.

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    3. Al igual que mi compañera Yeaninne me llamó mucho la atención que el Dr. Berríos refiriera la importancia de que en nuestra formación no exista solo neurociencias, sino también filosofía, antropología y sociología. Pienso que sería sumamente relevante que nuestra formación -desde pregrado- incluyera en mayor medida las disciplinas sociales, puesto que, si creemos realmente que la Psiquiatría es una ciencia híbrida "a caballo" entre las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales, no puede ser que nuestra formación carezca de un conocimiento aunque fuese mínimo de las Ciencias Sociales/Humanas.

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  34. Primero que todo mencionar que tanto el artículo como el video me parecieron muy interesantes y que nos dejan mucho en que pensar respecto a la enfermedad mental, su historia y la vivencia de esta en la vida de las personas.
    Respecto al texto me parece muy interesante el planteamiento con el que comienza respecto a el sufrimiento intrapsíquico de las personas que padecen enfermedades como la esquizofrenia, de la cual tantas veces nos enajenamos y disociamos, mecanizamos nuestro proceder y olvidamos que en su interior hay sufrimiento intrapsíquico importante. Hace poco, en una práctica clínica, estábamos en el box: la persona con esquizofrenia (de aproximadamente 31 años), la madre, el psiquiatra y yo, todas las preguntas iban hacia la madre y quien era el protagonista del espacio solo podía levantar la mano para intentar responder lo que se preguntaba sobre él. Esto me impactó en gran manera.
    ¿Realmente podemos definir a ciencia cierta qué es enfermedad mental?, no lo sé, creo que es importante tener algunos lineamientos, ya que como menciona un compañero más arriba (Cristian Figueroa) es necesario para poder establecer políticas públicas o para el marco regulatorio de la psiquiatría legar, no obstante, me parece, que al igual que el concepto de salud mental, es algo que es altamente probable vaya variando en el tiempo y cultura a cultura por lo cual debemos tener un cierto grado de flexibilidad para con esto.
    Lo que comunican las personas es algo que debería importarnos en sobremanera, su lenguaje nos comunica y expresa, es por esto que en lo que anteriormente menciono me llamó tanto la atención que no se partiera consultando a la persona en cuestión por cómo ha estado, su vivencia, su relato. El Lenguaje es una pequeña ventana tanto al consciente como al inconsciente de la persona, por lo cual creo que es algo a lo que en nuestra práctica clínica y en la vida misma debemos apuntar y no descuidar su subestimar.
    Respecto a la ponencia del profesor Berríos quiero destacar el cuestionamiento que hace a algunas visiones sobre la psiquiatría respecto a que debería ser más dura en sus lineamientos de incluso lo que se considera enfermedad mental o más “científica” siguiendo los pasos de la química; me hace sentido su postura, ya que pienso que si bien es cierto, son muy importante los criterios, clasificaciones y el componente biológico de la psicopatología, si todo esto fuera la única arista, ya tendríamos la cura de la depresión, la cuál no es con una neumonía por ejemplo donde posterior a un determinado tiempo de antibioterapia la persona habitualmente se cura. Después de un un mes de farmacoterapia una depresión no se cura y esto me invita constante y fuertemente a no olvidar el componente psicosocial-cultural de la psicopatología (y de todas las patologías en general) y su tremenda importancia en el origen o mantenimiento de algunas situaciones clínicas.
    Considero también muy interesante el análisis que hace sobre la estabilidad de los síntomas, ya que menciona que es algo que permanece en el tiempo y que estos si pudieran deberse al componente genético, no obstante, deja la ventana entreabierta para pensar que incluso ahí no podemos descartar categóricamente un posible componente social. Me gusta el énfasis que hace en los síntomas más que en la necesidad de una definición de enfermedad como tal (la cual se entiende es necesaria), pero creo que este enfoque nos acerca a la persona y su dolencia más que a la preocupación por tener un diagnóstico que muchas veces hace más de etiqueta que de un necesidad de real beneficio para la persona.

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    1. Muy cierto lo que mencionas con respecto a que en el box olvidamos que estamos frente a un ser humano y más todavía si va acompañado y tiene dificultades para responder de manera espontánea. Si esto se da frecuentemente en pacientes adultos, mayor aún en población infantojuvenil y debo reconocer que durante mi trabajo en APS fueron pocas las veces que le pregunté al adolescente o niño que pensaba él, si sentía o estaba de acuerdo por lo que lo llevaban, pocas veces investigué que pasaba en la escuela, con sus amigos, la dinámica familiar, etc., me quedaba con el relato del adulto (que por cierto era escaso y superficial en una consulta de 15 minutos). Afortunadamente mi mirada y enfoque está cambiando, he comprendido que lo esencial no es etiquetar con un diagnóstico, que la enfermedad mental va mucho más allá que si cumple o no los criterios del DSM y espero poder ser la voz de aquellos niños y adolescentes silenciados por esta sociedad que aún no los ve como lo que son: personas con derechos tal como todos.
      Yeaninne Hernández

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    2. Muy de acuerdo. También me agrada el que rescate los síntomas más que en definir qué es una enfermedad como tal. Pareciera ser que en la práctica clínica real importa más validar y trabajar sobre esa vivencia personal, individual, subjetiva e irrepetible, más que encasillar en tal o cual esquema de diagnóstico. Quizá el enfoque biomédico en sí mismo tiene también la tendencia de esquematizar todo en forma de diagnósticos, pero he ahí el hibridismo de la psiquiatría: parece que esa forma de ver la enfermedad en esta disciplina no da cuenta de la realidad de las personas.

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  35. Tal como la sesión anterior, creo que esta es otra oportunidad para pensar sobre otro concepto que utilizamos a diario y que, además, nos compete por el ámbito profesional al que decidimos dedicarnos, siendo así también una necesidad el tener momentos para reflexionar sobre estos conceptos. Así como vimos que definir salud mental es sumamente complejo y que involucra una multiplicidad de factores, ocurre algo similar con el concepto de enfermedad, y también se da esta situación de que es algo de lo que muchos hablan, pero pareciera que la mayoría de las veces se habla sin mayor reflexión.

    Si bien está el acuerdo de que las enfermedades mentales existen, la dificultad se encuentra en explicar qué es lo que son. En este sentido, me parece importante rescatar algunas ideas que se plantean en el texto. En primer lugar, el intentar explicar qué es la enfermedad mental sólo desde una perspectiva, conlleva una mirada reduccionista que sólo es capaz de abarcar parcialmente un concepto complejo, en el que en realidad están involucrados diversos factores. Considerando estos intentos de explicación, me hace pensar que tal vez cada uno también tiende a alguna perspectiva, por lo que me parece relevante hacer un esfuerzo de conocer hacia cuál tendemos para no caer en el reduccionismo, con el fin de que podamos tener una mirada más amplia y considerar los diversos factores de una manera complementaria. Otra idea que me parece relevante es que el concepto de enfermedad mental es algo dinámico, que ha ido cambiando con el tiempo: lo que podríamos considerar como enfermedad mental en la actualidad, puede no haber sido considerado así en el pasado y no sabemos cómo será en el futuro. Esto recalca la idea de que la enfermedad mental no puede entenderse sin su contexto histórico, social, político y cultural, lo que nos lleva a pensar cuál es nuestro contexto actual que hace que algo sea o no considerado enfermedad mental.

    Creo que el no reflexionar sobre estas ideas se relaciona con la frase «La mayor parte de nuestro llamado ‘razonamiento’ consiste en encontrar argumentos para continuar creyendo como ya lo hacemos», en el sentido de aceptar pasivamente, sin mayor cuestionamiento, lo que se nos dice, y “buscar lo que nos sirva para que calce con lo que se nos dijo”. En otras palabras, podríamos ser “entrenados” en diagnosticar enfermedades mentales, pero sin realmente saber ni reflexionar qué estamos diagnosticando. En relación a lo anterior, destaco lo mencionado por el Profesor Berrios de que el DSM sólo presenta listas que no logran explicar qué es la enfermedad mental, pero que aún así se usa muchas veces para establecer diagnósticos. Me parece relevante tener lo anterior en mente, sobretodo en nuestro quehacer clínico y profesional, ya que finalmente lo que se nos pide es diagnosticar, decidir quién tiene o no una enfermedad mental, lo cual termina siendo un acto complejo por la complejidad misma del concepto de enfermedad mental.

    Valentina Coria

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  36. Afortunadamente, y luego de leer los primeros trabajos en nuestra primera tarea, el texto de Bermejo se hizo mucho más fácil de digerir.

    El analizar el concepto de enfermedad mental aun así sigue siendo complejo sobre todo desde un punto de vista histórico, de cómo la evolución de la concepción de lo que es ser enfermo o sano ha ido mutando en el tiempo asociado muchas veces a actos atroces de mutilación, represión, y encarcelamiento de personas que no deberían haber sufrido. Sin duda alguna la frase "el camino al infierno este pavimentado de buenas intenciones" podría aplicar a esto. Afortunadamente me quise quedar con lo más positivo de esto, que es la enseñanza que nos deja acerca de lo que es correcto y no que hacer en prácticas, si no hubiese sido por este pensamiento pasado tal vez no se hubiesen podido sentar las bases del manejo actual que tenemos de nuestros pacientes. No creo que sea un estigma que debamos cargar porque todos estos vaivenes que se produjeron son producto de su tiempo.

    Además, al referirse acerca del manejo actual del área de la psiquiatría, el autor hace hincapié respecto a la prescripción de psicofármacos antidepresivos y como muchas patologías tienen éxito terapéutico no con el uso de estos, sino que con simple psicoterapia. Del como el conocimiento de los neurotransmisores y la búsqueda de la “molécula mágica” puede tener intereses políticos y privados de farmacéuticas multinacionales. De como los enfoques unilaterales tienen validez parcial en contraste del enfoque sistémico.
    El no olvidar que somos un sistema complejo donde no solo actúan componentes biológicos, sino que también componentes sociales, culturales y afectivos en interacción con otros seres igual de complejos que uno.

    Importante también es el uso del Lenguaje presentes en cada cultura para la compresión de la persona que sufre. Sumado a lo que explica el Dr. Berrios acerca de formar residentes con la capacidad de ser “poliglotas” de modo de poder hablar y entender tanto de neurociencia como de sociología, filosofía, antropología etc. Tan importante es esto al incluir los factores psicosociales de la persona.

    Por último, me gustaría quedar con el último párrafo del texto de Bermejo, como persona positiva que soy al fin y al cabo la historia la enfermedad mental es sencillamente la historia de la felicidad y de la infelicidad, cosa que todos anhelamos no solo para uno mismo sino para el prójimo. 😊


    ¡Saludos!
    Diego González Rojas
    Residente Psiquiatría Adulto UCSC.


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  37. Hola todos! Con la lectura de esta semana me paso algo similar que, con la anterior, donde yo asumía tener clara una definición y tras la lectura, nuevamente me parece difícil describir de manera acotada y precisa que es la enfermedad mental.

    Al igual que a otros compañeros me llama la atención cuando se describe que toda ciencia es un lenguaje reduccionista, puesto que, para poder analizar la realidad, hace una reducción de lo real a unos pocos elementos. Esto si lo podemos ver en lo que nos enseñan en las facultades de medicina, en lo heredado por los maestros como dice Berríos, donde tenemos que hacer descripciones psicopatológicas, enumerar signos y síntomas, para poder construir diagnósticos, pero donde la mayoría de las veces no se tomaba en cuenta cual es la vivencia del paciente, como explica el estos síntomas y mucho menos su cultura, su entorno y el periodo histórico que se vive. Esto se ve incluso con mayor intensidad en la población infanto juvenil, donde como describía ya un compañero, tenemos una enseñanza hacia un enfoque centrado en el adulto, donde ni siquiera se dialoga con los niños y nos quedamos con una lista de conductas realizadas, pero no con experimentado por ellos.

    También me hace mucho sentido lo propuesto por T. Szasz, que señala que las variaciones en las patologías mentales están condicionadas por la cultura y la historia, que incluso determinarían la presencia o no de estas, lo cual nuevamente hace mas complejo poderlas definir. Esto se ve de manera más evidente a través de la llegada, ya sea por inmigración o por el uso de nuevas tecnologías, de diferentes culturas lo que nos ha “obligado” a investigar mas sobre ellas y abrir un poco la mente a los cambios.

    Creo que nuevamente mas que generar una definición estricta de que es la enfermedad mental, debemos estar al tanto de como se puede ir construyendo este intento de definición, cuáles son las variantes que influyen en ella y finalmente quien es y como experimenta este proceso la persona que convive con esta.

    Catalina Zilic

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    1. Hola Cata, me paso lo mismo que comentas al inicio, la primera impresión que ocurre cuando este concepto de enfermedades mentales se abre, luego de que parecía relativamente resuelto.
      Me llama la atención de lo que escribes sobre la población infanto juvenil, ya que muchas veces en la enseñanza pareciera que se explica en paralelo con lo que ocurre en adultos, faltando la "conversación" entre ambos mundos y no solo tener listas de síntomas, manifestaciones o consecuencias.
      Quedo meditando en eso, particularmente en nuestra formación.
      Saludos

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  38. ¿QUÉ SON LAS ENFERMEDADES MENTALES?


    Seria fácil tomar el DSM o CIE 10 y tener un checklist de síntomas que completar y categorizar con un rótulo. Suena sencillo cuando simplemente buscamos el síntoma y no miramos quien nos habla. El continuar creyendo que esto es suficiente, es un reduccionismo útil pero totalmente vacío. Por medio de estos análisis, nos podemos reconstruir para poder entender que pasa en el psicótico, en el neurótico o en la persona que está frente a nosotros, con su Self, con su historia, con su pasado eterno y con la sociedad que lo acoge y alberga.
    Vaihinger, plantea el reduccionismo del "como si", la ciencia busca constantemente su "como si" para poder explicar las enfermedades mentales, encontrar el gen, la molécula y de esto, desprender el tratamiento más adecuado. ¿Sera esto suficiente?
    La historia sin duda forma parte de la psiquiatría y las enfermedades mentales. La explicación, o etiología ha ido variando y lo seguirá haciendo, hemos pasado desde lo místico y algunos luchan con esmero porque la neurobiología permita explicar todo.
    En lo descrito en los textos, me llama la atención el uso del lenguaje. Nuestros diagnósticos son hechos en gran parte por el lenguaje. Freud lo aborda, pero ya desde Aristóteles se hablaba de su importancia. Siendo un elemento tan significativo, muchas veces se planteó como desde lo consiente es posible editar lo que hablamos, para refrenarnos, para ocultar o magnificar. Si en la esfera de lo decible y lo indecible, como planteaba el imperio Austrohungaro, ¿cuán fácil podríamos fallar en catalogar con un rótulo si el probable enfermo manipula lo que desea que nosotros sepamos? Probablemente muchas. Aquí entra en juego, el ser como un todo, como lo vemos, como se comporta, como se relaciona con el mismo, con los suyos y con su medio. Me impresiona como nuestros sistemas son capaces de captar el externo y adaptar el interno del cuerpo y buscar el mencionado equilibrio de los estados.
    Me gusto - y encontré mucho sentido - en las palabras de Alfred Schutz. El vivir en un Mitwelt es la conexión con el medio ambiente, las conexiones socialmente compartidas y sus determinados valores sociopolíticos. Somos históricos desde antes de nacer, el solo nacer ya agrega un elemento a nuestra historia. Esto puede ser significativo para el ser humano y la sociedad en lo que es una enfermedad mental.
    Aquí, conecto con Berrios y el concepto del híbrido. Las experiencias dan un significado distinto a los eventos, por ejemplo, el duelo de un hijo puede tener infinitas formas de manifestarse como tantos seres lo hayan sufrido. Puede ser un cuadro depresivo, un estrés postraumático, una psicosis entre otras manifestaciones, ¿influirá lo biológico? Seguramente, pero cada ser, por su historia y sus experiencias mostrara de alguna manera su dolor. Nos configuramos mucho más que por fuerzas físicas y abstractas, por eso, lo híbrido permite las manifestaciones de las fuerzas emocionales, volitivas y cognitivas. Muchos seguirán buscando el gen o la molécula involucrada, pero sin duda, y respondiendo la pregunta inicial, esto no será suficiente para entender el dolor humano, la desesperanza o el contenido de una psicosis que aborda el Self del afectado.

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  39. En el texto de José Carlos Bermenjo , desde un enfoque sistémico, la enfermedad mental debe ser entendida como un proceso bioquímico, anatómico, psicológico a nivel cognitivo, pero también social y afectivo, ampliando lo que antes se consideraba como un proceso individual.
    Como bien menciona mi compañero Sebastian es difícil encasillar este concepto y aún más durante la historia como destaca el Profesor German Berrios: “Quien esté loco o no , era una decisión social en el siglo XIX”.
    En relación al relativismo cultural la enfermedad mental se describe como el producto de un determinado tipo de sociedad. En este sentido el profesor Berrios hace hincapié en que tanto penetra la cultura en la forma del síntoma. Es así como vemos el ejemplo (en el texto de Bermejo) de los chamanes, quienes pudiéndose catalogar como psicóticos, en su mundo, no solo eran considerados personas normales, sino seres extraordinarios, dignos de respeto e incluso privilegiados económica o socialmente. Lo que me lleva a recordar el caso de un paciente adulto en una posta rural, que al presentar síntomas de enfermedad mental (sd. Demencial), su familia privilegió bajo creencias religiosas y gran convicción, realizar rituales para eliminar el mal que lo acontecia, para posteriormente consultar y enfrentar un temido diagnóstico de enfermedad mental.
    Es en relación a este relativismo cultural que el concepto de enfermedad mental es dinámico, variando según el contexto histórico, político, social y cultural en que nos encontramos. Durante el transcurso del tiempo seguiremos hablando y adaptando este concepto continuamente. Aún más en la actualidad donde los conceptos de salud mental y enfermedad mental han sido desempolvados en la cotidianidad para darles la importancia que manifiestan y sacarlos del grupo de temas tabú que aún existen en nuestra sociedad.
    Recabo de estas lecturas y video, la importancia de ampliar nuestra visión al momento de nuestro desempeño y preocuparnos por las dolencias del paciente (síntomas), más que encasillar en listas.

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  40. Hola a tod@s
    Nuevamente el llamado con estas lecturas y videos además del análisis de lo expuesto por el resto de compañeros nos lleva a mantener en alto el espíritu crítico y deconstruir los preceptos y definiciones preconcebidas frente al abordaje de lo que queremos desarrollar como arte en nuestra especialidad. En mi caso, al igual que la compañera Catalina Zilic, me sucede que la lectura crítica de estos artículos me abre mi preconcepción y amplía mi mirada respecto de lo que ilusamente creía saber... Al ir escuchando el vídeo del profesor Berríos me hizo mucho sentido la manera en la que deconstruyó la narrativa que subyace a nuestras definiciones actuales de las enfermedades mentales, narrativa que no tiene más de 100 años y que para asentarse tuvo que hacer frente a la biología, a las ciencias sociales y a lo preconcebido para determinar que para hablar de trastorno y enfermedad, nuevamente tenemos que ubicarnos en un tiempo y espacio que las contiene, teniendo que teorizar respecto de lo mismo, y para no relativizarlo hablar de ese hibridismo que, como comenté en el post anterior, sólo sirve en ciertos escenarios, y en este caso para validarse en un contexto académico que pueda por fin darle forma a la manoseada relativización de lo "biopsicosocial", teniendo que hacerse cargo de una clasificación que permite ver la enfermedad mental en un constante ir y venir entre el individuo y su entorno, tratando de hacerse cargo de algo tan efímero como el contexto para poder establecer que si bien los síntomas son uno solo, la reactividad de aquellos síntomas tienen que ver con la constante interacción de cada uno con el todo, y es aquí donde la relativización, y ese "coqueteo" con lo metafísico y lo filosófico que expone Bermejo termina haciendo a la psiquiatría casi parte de una corriente filosófica símil al budismo donde entendemos que lo que es un trastorno está dado por un quiebre en nuestra interacción, en nuestra biografía y/o en la expresion de ello para con nuestro entorno, haciéndonos parte de un todo en una narrativa y semántica casi espiritual que sacudiría a Darwin en su cripta.
    Es así como creo que es muy valioso podamos sacarle el mayor provecho a instancias como estas en la que podamos entender más allá del manual de operaciones digerido a aprender para dedicarnos a aliviar el sufrimiento, muchas veces discriminado, apartado y prejuiciado por la sociedad, que aún hoy en pleno siglo XXI sigue cayendo a ratos en actos que, como mencionó en compañero Felipe González más arriba, evocan a la alemania nazi... Por lo menos a mí me ha tocado tristemente escuchar a colegas en contextos informales burlarse de la cosmovisión mapuche, o incluso referirse a algún compañero de trabajo diciendo "le falta litio" al cuestionar su estabilidad anímica...
    Por eso creo que es muy importante mantener ese espíritu crítico incluso para con nosotros, sólo así sacaremos lo mejor que tenemos para servir a la hora de aliviar, o intentarlo al menos, el sufrimiento de aquellos que depositarán su confianza en nosotros para ese fin, recordando que muchas veces, como dijo el profesor Berríos, detrás de la no inscripción de un estado mental como trastorno en el DSM, no sólo algunos académicos estarán enojados, sino tambíen personas que puedan tener un conflicto de interés, y sería éticamente cuestionable definir una situación como trastorno sólo para introducir un nuevo fármaco y no para ayudar a nuestra sociedad.
    Un saludo afectuoso a tod@s

    David Ibarra

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  41. Nuevamente la pregunta formulada y las lecturas asociadas demuestran la díficil definición de nuestro objeto de estudio que es la enfermedad mental.
    El concepto de enfermedad mental ha ido cambiando a través de el paso del tiempo por lo tanto conocer el contexto histórico es fundamental para comprender las definiciones actuales.
    Hasta el siglo XIX se pensaba o más bien se intentaba ver a la enfermedad mental como una "ciencia" que según Jose Bermejo no es más que un lenguaje que busca explicar un fenomeno solo considerandolo de manera parcial, estudiando y buscando explicarlo teniendo como objeto solo una de sus propiedades. Según este planteamiento nunca llegará a lograrse un conocimiento a cabalidad de lo que estudia cada ciencia en Particular.
    En el caso de la enfermedad mental se penso en un principio en ella en términos puramente Biológicos, alteraciones en el cerebro que era reconocido como el organo que originaba toda enfermedad mental, se creía conocer el origen mas se desconocian los mecanismos involucrados en este funcionamiento cerebral anómalo. Como el humano siempre ha tratado de excluir o marginar lo que no puede explicar, aquellos sufrientes mentales eran llamados locos y condenados al exilio junto a otros marginados como prostitutas, leprosos e incluso criminales.
    Con los cambiós historicos siempre va asociado un cambio en el enfoque o discurso que rodea a un determinado concepto y es asi como en principio este discurso era el de "locura" y se asociaba al ostracismo de este grupo.
    Este tratamiento de los enfermos mentales variaba según el contexto social aun cuando el momento histórico fuese el mismo. Es así como nos encontramos con santos iluminados que se comunicaban con Dios, o lideres de determinadas tribus que lograban entrar en otros estados de conciencia.
    Con el nacimiento de la politica y la necesidad de separar criminales de loco comienzan a crearse los manicomios persistiendo la poca comprensión de los locos.
    Este discurso comienza a desaparecer con el paso del tiempo, primero se cambia locura por "enfermedad mental" y esta misma tiene límites difusos, recordemos que cosas que hoy son afortunadamente vistas de un modo más natural como la homosexualidad eran consideradas enfermedades mentales

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    1. El nacimiento del psicoanalisis significo otro hito en la historia de las enfermedades mentales pues busco darles una explicación más que solo definirlas según el sustrato biológico, aun cuando deja afuera a la locura propiamente tal(psicosis)
      Freud las define s en terminos más abstractos adquiriendo relevancia el termino de inconciente, origen de la enfermedad mental al presentar un desequilibrio de las estructuras que lo conformaban que ocurria en algun momento de la historia natural del individuo. Freud ocupaba la narrativa para identificar el momento en que se produce este quiebre y sanar al individuo con la palabra. El lenguaje es muy importante tambien en la teoría psicoanalitica pues es la forma en que el individuo manifiesta su conciencia, sus pensamientos y se comunica con otros, sin embargo ,al igual que el inconciente, presentaba un universo oculto sin un significado claro que perturbaba la vida psiquica.
      La importancia del psicoanalisis es clave si bien considera el comtexto histórico del sujeto solo lo considera de manera individual lo que representa lo que representa la debilidad de esta teoría.
      Es así como hacia el siglo XX comienza a considerarse lo social como determinante de enfermedad mental, no solo interacciones sociales anomalas contribuirían a la genesis de la enfermedad mental sino que el aislamiento y la dificultad relacional que resultan de ella son parte fundamental del sufrimiento psiquico-
      Lo social se ilustra con claridad en la teoria de los sistemas quienes definen al ser humano como un sistema compuesto de subsistemas biológicos que trabajan de manera coordinada permitiendo su adaptación al medio externo y además relacionarse con otros sistemas semejantes a el. En alguno de estos componentes ocurre un desequilibrio generando una respuesta que trata de compensar la injuría pero que resulta finalmente desadaptativa originandose la enfermedad mental.
      Todas estas teorías son fascinantes y contribuyen al desarrollo de la psiquiatría como rama de la medicina, si bien se han equivocado al tratar de definirla como una ciencia ya que como mencionamos al principio solo nos puede explicar una dimensión de todas las variables que intervienen.
      Es a esto en lo que nos tenemos que abocar ahora a considerar la enfermedad mental como un todo, más que la suma de sus partes.
      Esto se enlaza perfectamente con el video y articulo del Dr Berrios que valida la teoría hibrida y relaciona todas las dimensiones que hasta es emomento se habian estudiado por separado, esto mismo es lo que yo creo pues al no haber un unico componente en la etiología de estos trastornos no hay por consiguiente un único metodo terapeútico.
      Creo que debemos salir de los confines netamente biológicos sin desmerecerlos ya que no podemos desemerecer la contribución de antipsicóticos y antidepresivos en la vida de muchas personas aun cuando no sea el total de enfermos. En un enfoque holístico e integrado que considere al individuo como un ser biológico situado en un contexto histórico y social determinado podemos combinar distintos tratamientos y contribuir a la mejoría de estas enfermedades tan invalidantes.

      Jeff Semler B

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  42. ¡Hola a todos!
    Son muy interesantes la lectura y el video entregados, la primera meditación que me dejan es parecida a la de la sesión anterior, tiene que ver principalmente con cuan poco reflexionamos sobre cuestiones en las que estamos involucrados diariamente. En el quehacer diario, la vorágine de los compromisos, los tiempos a cumplir por pacientes, las recetas pendientes, seminarios sobre diferentes temas, criterios clínicos, y rápidamente estamos envueltos trabajando en “salud mental”, siguiendo con las responsabilidades que se deben hacer.
    Hablar de enfermedades mentales pudiese parecer relativamente sencillo en vista que tenemos manuales donde se clasifican patologías de salud mental, y cuantos libros con diferentes énfasis donde hay nombres, criterios diagnósticos, características, curso y tratamiento de estas, en lo mas cercano a la medicina “tradicional” aprendida en el pregrado, sin embargo muchas veces tan lejana a los pacientes o en algunos casos insuficiente para plantear la situación de alguien que llega al hospital o consulta. Otras veces también con nefastas consecuencias para pacientes al encasillarlos en algún criterio diagnóstico y cambiar sus vidas para siempre al entregar diferentes diagnósticos. Ante esto, la mirada que entrega el profesor Bermejo y el profesor Berrios es tan interesante, colocando en evidencia el como desde diferentes áreas, incluso cercanas unas de otras, se dan definiciones y lineamientos, pero que quedan cortas o son insuficientes en explicar fenómenos, condicionando el cómo entendemos estas enfermedades y la terapéutica propuesta. Exponer la ciencia como una forma de hablar me alumbra mucho respecto al uso del “logos”, como este puede ser muy acabado y completo, pero solo abarcando un área, y como debe conversar con otros sitios del saber y complementarse para tener una visión que pueda tener mejores repercusiones en los pacientes.
    Las enfermedades mentales, por lo tanto, son lo que siente mi paciente, lo que padece, y también lo que puedo diagnosticar, que no necesariamente es lo mismo, hay diferentes vivencias para cada experiencia; las enfermedades mentales son lo que corresponde a un momento de la historia, a un contexto y también a lo que paso en épocas pasadas. Las enfermedades mentales son lo que el “logos” puede describir, y lo que aun no puede describir, porque no se conoce, no se ha descubierto. Que riqueza, que amplitud, y que desafío implica pensar, conocer, tratar y trabajar con enfermedades mentales.
    Saludos.

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  43. Hola compañeros, hola profesor.
    Se que hay un plazo, por lo que por respeto a todos ustedes pido disculpas por mi retraso, pero no quería dejar de dar mi opinión.

    Creo que se confunde de alguna manera tanto las bases teóricas como las conclusiones de preguntas como qué es salud mental? qué es la psiquiatría? que es la enfermedad? que es la enfermedad mental? Es difícil la reflexión y difícil el debate.
    Por temor a herir sensibilidades muchas veces suavizamos términos, llamamos a las cosas de otra manera, o dejamos de nombrar por su nombre cosas que antes nos parecían del todo muy naturales o triviales.
    Decirle lisiado o cojo a una persona con dicha discapacidad, por la carga negativa que genera o generaba el término en determinado ambiente social, nos ha impedido poder usar esas palabras y tener que hablar no de discapacidad, sino de capacidad especial o de capacidad diferente, como si esos términos por sí mismos impidieran que la realidad fuera lo que es. Así mismo se produce un fenómeno parecido con la enfermedad mental: Locura, enfermedad mental, trastorno mental, afección mental, sufrimiento psíquico, etc. No me incomoda en todo caso este proceso. Las palabras no son más de lo que son, y solo significan lo que nosotros deseamos que signifiquen, y afectan de forma diferente a quienes las reciben, así alguien podría sentirse más o menos ofendido por que le digan trastornado o sufriente.
    El preámbulo, a propósito de lo siguiente: la enfermedad mental puede ser una realidad ineludible, de la que en algún momento, tarde o temprano en nuestras vidas, debamos hacernos cargos. Quizás como profesionales, quizás como parientes, quizás nosotros mismos. Creo y mantengo mi opinión de que la enfermedad es una entidad democrática, quizás no las condiciones en las cuales la recibimos, o las condiciones que hicieron que enfermáramos, pero sí la enfermedad, al menos en un sentido de lo democrático como "todos podemos votar" así todos podemos enfermar.
    La tarea del psiquiatra (y del profesional de la salud mental en general), fuera del box (o establecimiento, o escenario formativo, u hospital, etc) consiste en la deconstrucción del concepto de enfermedad mental que le genere un sufrimiento añadido al paciente por su connotación socialmente negativa.
    Las palabras son armas con filo porque tienen un significado, un alma que les da el poder de sanar o matar. Quizás nuestra tarea radica en la construcción social de dicho significado y de dicha realidad, no tanto de la palabra o del concepto.
    Me gusta la palabra sufrimiento psíquico, porque pienso que todos de alguna manera y en uno o más momentos de nuestras vidas, somos sufrientes psíquicos: unos más y por mas tiempo, otros menos y por menos, pero a la larga todos sufrimos (el sufrimiento si creo que es una experiencia democrática sin lugar a dudas) y nuestro espacio para sufrir es precisamente la mente, donde se aloja la enfermedad mental.
    Creo que la mejor manera de desmanicomializar a los "enfermos mentales" (sin miedo), es mostrarles y mostrarnos que somos de alguna manera hermanos en ese difícil trance con ellos.
    En ese mostrar esta hermandad, también radica la deconstrucción de la psiquiatría, pues ese proceso se da el espacio para hacer de nuestra disciplina una convergencia de ciencias y experiencias que nos humanizan en nuestro rol profesional.

    https://psiquiatraapata.blogspot.com/2021/08/todos-enfermos.html

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  44. Hola! me disculpo por la tardanza, ya que estuve varios días sin internet. Leí los textos y vi el video completo, así que dejo mis comentarios.

    Como dice el epígrafe, la mayor parte del razonamiento consiste en encontrar argumentos para continuar creyendo como ya lo hacemos. Nuestra capacidad de razonar se va fortaleciendo en el tiempo, hace que nos vayamos cuestionando e intentemos encontrar las respuestas más adecuadas a nuestras interrogantes, cada vez que vamos adquiriendo mayor conocimiento, volvemos a analizar y a razonar. Nuestras experiencias nos van formando como personas y vamos adquiriendo creencias y otorgando sentidos a las experiencias vividas. En la constante búsqueda de lograr explicar lo que nosotros vivimos o creemos, está esta capacidad de razonar, para encontrar respuestas y argumentos.
    Encuentro sentido en que este curso como dice la frase es una invitación a desnaturalizar nuestro ser y estar en el mundo, en que es una oportunidad de enriquecer nuestro conocimiento y desarrollo integral como personas. Tal como dice el profesor Germán Berríos, es importante, que a nosotros como residentes nos enseñen la estructura híbrida de la psiquiatría, para que podamos hablar sobre neurociencia, filosofía, antropología y sociología.
    La historia de la psiquiatría ha tenido vaivenes, se ha intentado definir, usando diversos conceptos y llegando a consensos que luego ya no sirven, porque la sociedad, la cultura, el pensamiento va cambiando o mutando, al igual que el ser biológico. Es un tema evolutivo y debe irse adaptando constantemente. Lo complejo de la psiquiatría es que es una disciplina que se mueve dentro de dicotomías pudiendo decir que es híbrida y por lo tanto no se puede asemejar a otras disciplinas, tiene un componente biológico y otro social. Dos ramas que ya de manera individual son muy complejas, entonces asociarlas, teniendo presente que ya los conceptos en psiquiatría son invisibles, hace que tenga un carácter infinito.
    La visión de la sociedad sobre las enfermedades mentales ha sido muy variada en el tiempo y muy ligada al contexto histórico, social, cultural y religioso que se ha ido viviendo. Ha ido cambiando notablemente sobre todo en el ámbito religioso, en que se ha dado cada vez menos poder y confiabilidad a la religión, dejando de atribuir enfermedades mentales a hechos sobrenaturales, castigos o poderes entregados por Dios. El mayor conocimiento sobre estos temas en nuestros tiempos ha sido favorable para la aceptación e inclusión de personas que antes eran excluidas e incomprendidas por padecer alguna enfermedad mental, esto mismo ha hecho que el tratamiento y evolución sea mejor que antes. Es tarea de nosotros preocuparnos de que las nuevas tecnologías el acceso a la información, sean usadas en beneficio a seguir aceptando y dando importancia a las enfermedades mentales, para poder acompañarlas, seguirlas y tratarlas de la mejor manera posible y así lograr un mayor desarrollo individual y social bajo una mayor funcionalidad y bienestar.

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